sábado, noviembre 23, 2024

Tomás Etcheverry, alma de tenista

Por Santiago Fiorda

Tomás Martín Etcheverry espera agazapado el saque del suizo Marc-Andrea Huesler en la final del Challenger de México 2022. Cayó 4-6 en el primer set y está 2-5 en el segundo. Tiene triple match point en contra. Su metro noventa y seis, su sonrisa tímida, el cabello largo despeinado y la vincha atada a la cabeza asemejan la apariencia de su ídolo de la infancia, Juan Martín del Potro. El suizo saca cruzado y sube rápidamente a la red, como lo ha hecho durante gran parte del encuentro. El joven de 22 años devuelve con un drive paralelo, que queda justo para la volea de revés de su rival. Corre hacia su derecha, le pega forzado y el tiro se va por atrás de la línea de fondo. El partido termina 6-4 y 6-2 a favor de Huesler. El argentino se acerca a saludar a su contrincante, que festeja con los brazos levantados. Sin embargo, su rostro no demuestra desazón ni tristeza. A pesar de la derrota, acaba de alcanzar el Top 100 del ranking de la Asociación de Tenistas Profesionales (ATP) y jugará por primera vez el cuadro principal de Roland Garros, su Grand Slam preferido.

Nacido el 18 de julio de 1999 en La Plata, empezó a sembrar su amor por la pelota verde fluo a los cinco años, durante las calurosas tardes de verano en la playa de Cariló. Su madre tenía un negocio de collares y viajaban de diciembre a marzo al mencionado destino costero. En una Navidad, sus padres Fernando y Lía y su hermano Felipe le compraron un tenis orbital, con el que pasaba horas y horas en la arena. A partir de entonces, nunca paró.

A los siete jugó su primer torneo en la Asociación Platense de Tenis. Cuando era chico, lloraba a mares cada vez que perdía finales. Al respecto, relató una anécdota al diario La Nación que vivió de niño con otro talentoso jugador, Francisco Cerúndolo: “En mi primera semifinal de G3, con nueve años, me enfrenté con él. Yo estaba obsesionado con el trofeo del torneo, me parecía muy lindo y lo quería sí o sí. Iba ganándole a Fran, pero terminé perdiendo y en el viaje hasta mi casa pasé tres horas y media llorando desconsolado. Llegué y toda esa noche seguí llorando. Al otro día mi papá me dijo que no quería que jugara más al tenis por todo lo que me había visto sufrir”.


Carlos Berlocq, su coach desde principios del año pasado e histórico tenista del seleccionado argentino, elogió la “derecha con buena técnica, potente y precisa, el revés con variedad y el saque” de su pupilo, además de su físico y su compromiso.

 

Gustavo Merbilhaa fue su primer entrenador a los siete años y lo formó técnicamente. Cuando lo recibió, se dio cuenta de que jugaba muy bien. En diálogo con El Equipo, Merbilhaa contó que, apenas lo vio, se sorprendió por “la cantidad de pelotitas que metía, aún sin saber sacar”. Su compromiso con el entrenamiento se inició en esa etapa: a pesar de entrenar una hora y dos veces por semana, Etcheverry quería más y más. Siempre escuchaba y aplicaba lo que le decía su coach. “Era capaz de sacrificar una victoria en pos de hacer lo que tenía que hacer y mejorar”, añadió Merbilhaa.

La ansiedad y la presión eran un problema para Etcheverry en aquel momento. Le costaba manejarlos y vomitaba después de los partidos. Una psicóloga deportiva y un psiquiatra lo ayudaron con éste tema. “El tenis te lleva a lidiar con la angustia y la ansiedad a edades donde no estás preparado. La mayoría necesita ayuda de un profesional para poder canalizarla”, explicó Merbilhaa. Además del saque, su cabeza fue lo que más evolucionó gracias a la madurez y el paso del tiempo. Eso le dio mejores resultados en el court.

Es hincha de Gimnasia y Esgrima La Plata. Incluso jugó al fútbol y al tenis paralelamente cuando era niño, hasta que se decidió definitivamente por el segundo. Le gusta ver películas, sobre todo de acción, como la saga de Rocky. Merbilhaa lo describió como una persona “muy alegre, simpática y buena gente, aunque un poco individualista, como todos los tenistas”. Su pareja, Belén Raimondi, lo acompaña en los viajes y torneos.

El vínculo laboral con su primer entrenador terminó de manera abrupta. Los sponsors se metieron en el medio y comenzó a entrenar en una academia. El cambio no fue fácil para ninguno. A pesar de ésta situación, siguen en contacto actualmente y hablan con frecuencia. Etcheverry lo definió como un “padre” para él, en una entrevista con Daniel Spatz. De hecho, su mejor amigo es Manuel Merbilhaa, hijo de Gustavo. Podría decirse que son familia.

Se hizo profesional en 2017. El paso de Junior, donde llegó al Top 10, a Future fue duro para el platense. La fuerte mentalidad de los rivales y la exigencia fue la principal diferencia que notó en esa transición. Su explosión llegó en 2021, año en el que ganó sus dos primeros títulos de challengers en Perugia y Trieste, Italia.

En épocas donde el COVID-19 era el cuco del mundo, Tomás Etcheverry tuvo que atravesar una odisea digna de ser contada por Homero. La historia sucedió en septiembre de 2021. Después de disputar el US Open, viajó a Madrid para continuar su entrenamiento. La mayoría de los torneos del circuito estaban en Europa y era complicado volver a Argentina por la cuarentena que tenían que realizar los provenientes del exterior. En plena gira, fue demorado en Alemania por haber excedido el límite de 90 días de permanencia en la Unión Europea. Etcheverry intentó explicarle a un policía que era tenista profesional y que iba a Polonia para jugar un importante torneo. Sin embargo, lo escoltaron hasta la comisaría y lo enviaron a Croacia. Tres días después pudo regresar al país, pero dio positivo de COVID-19 en su arribo al aeropuerto de Ezeiza. Esto lo obligó a frenar su ascenso deportivo.

No obstante, Etcheverry volvió más fuerte que nunca de este cuento de terror. Llegó hasta cuartos de final del Challenger de Buenos Aires y coronó en el de Concepción en marzo. Hoy está 90° del ranking ATP. Ahora, el platense disputará Roland Garros, la catedral del polvo de ladrillo. El lugar donde Guillermo Vilas y Gastón Gaudio escribieron su nombre a fuego en los libros de historia del tenis. En declaraciones a El Equipo, Daniel Miche, periodista y escritor especializado en este deporte, opinó sobre la forma de juego de Etcheverry: “De los sub-23, es uno de mis preferidos. Tiene muy buen físico y actitud. Juega un poquito retrasado para mi gusto, podría ser más ofensivo. Quizás está relacionado con su seguridad y madurez. Roland Garros no va a ser fácil, pero será una buena experiencia para él”. Por su parte, Gustavo Merbilhaa declaró que su ex alumno “viene en alza” últimamente, y agregó: “Siempre se ha motivado mucho con los torneos grandes. Ojalá que lo disfrute y que le vaya muy bien. Le tengo mucha fe”.

El tenista de 22 años afrontará su Grand Slam favorito con las mismas ganas y competitividad con las que enfrentaba a sus adversarios en los torneos infantiles de La Plata. Y con la misma pasión con la que peloteaba tardes enteras en la ardiente arena de las playas de la Costa Atlántica, bajo la atenta mirada del sol radiante. Porque, como dijo Berlocq en 2021, Tomás Martín Etcheverry tiene “alma de tenista”.

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