Luciana Gentile
Si hay algo que tiene en común el fútbol argentino con el fútbol alemán es la pasión de los hinchas. ¿Pero qué pasa cuando un hincha está más aferrado a su club por las políticas y derechos por los que luchan?
Poder ser socio del club de tus amores y decidir en elecciones quién lo manejará da una sensación de cercanía aliviadora. Sin embargo, en Argentina, un hincha no puede interferir en las acciones financieras del equipo.
En Alemania, los clubes le ofrecen al hincha tener voz, voto y garantía mediante la regla 50+1, con la que el socio obtiene control para protegerlo de un inversor externo, ya que el 50%+1 de los accionistas tienen que ser los hinchas.
En la página oficial de la Bundesliga se lee: “El 50+1 requiere que el club en sí posea al menos el 50% más una acción adicional de la compañía de fútbol, la mitad más uno, asegurando que los miembros del club aún tengan la mayoría de los derechos de voto”.
Y este lazo de pertenencia no solo es fuerte allá y entre ellos. Varios clubes de fans de la Bundesliga en Argentina pueden reafirmar que sienten que forman parte de su club al igual que un socio alemán.
“No sólo lo futbolístico es lo importante, sino también el día a día”, dice Matías Grosso, el creador del fanclub de Borussia Dortmund en Argentina. Grosso afirma que se defiende mucho el tema de que los clubes sean un espacio de contención para la gente. También, cuenta que Dortmund a fin de año hace una cena navideña en donde todos los fanclubs del mundo están invitados, y se sortean dos pasajes entre ellos.
Julián Giacobbe, youtuber argentino de fútbol, llega a la conclusión de que tanto en Argentina como en Alemania se hizo fuerte la impronta de cada club y que cambiar su esencia podría ser un peligro para la generación de futbolistas en su país. Algo que vivió Alemania cuando -tras un proyecto histórico y realmente innovador- apuntó a modificar su estilo y adoptar criterios del fútbol de posesión que tanto dominó en Europa: enfocarse en los más jóvenes y alentarlos en academias de fútbol.
Giacobbe agrega que el valor más increíble que podría tomar Argentina de Alemania es su estructura, su forma de organizar el fútbol, pero también el entendimiento y difusión del valor social que el deporte tiene en sí mismo.
En 2021, el enfoque de la campaña “¡Nunca más!” -para no olvidar y conmemorar a los muertos por el Holocausto en la Segunda Guerra Mundial- se centró en la homosexualidad. Sin embargo, la UEFA prohibió que en el estadio Allianz Arena del Bayern Múnich se ponga la bandera del Orgullo LGBTI+ como muestra de apoyo. ¿Cuál fue la respuesta del arquero alemán Manuel Neuer? Usó como siempre su cinta de capitán, pero esta vez con los colores de la bandera de la comunidad LGBTI+.
En una época en la que la identidad es la mera base de la sociedad, los clubes alemanes no se quedan atrás y muestran su apoyo a los movimientos de diferentes formas: el fútbol ya no es sólo entretenimiento. Usa su poder de difusión, alcance e influencia como una herramienta para no invisibilizar más estos temas.
Lucas Torres, community manager de Bayern Múnich Argentina, afirma que Alemania está en obligación de limpiar la imagen del nazismo: “Cuando nombrás al país, automáticamente te hablan de Hitler o su ideología”. Torres asegura que Alemania asumió y sigue asumiendo su rol de reconstruirse a sí misma, ya que son los que tienen que dar el ejemplo.
En 2017, Borussia Dortmund, con el slogan “Los nazis y el fútbol no encajan”, grabó un video en el que un grupo de nazis intenta jugar un partido, pero erra todos los intentos que tuvieron de marcar un gol. En aquel año, los jugadores del Hertha Berlín se sumaron a la campaña estadounidense “Take A Knee” y se arrodillaron para manifestar su rechazo al racismo. Además, el club publicó en todas sus redes sociales: “El Hertha defiende la tolerancia y la responsabilidad. Por un Berlín tolerante y un mundo abierto, ahora y siempre”.
Si bien en Argentina hay acciones frente a las luchas sociales -como, por ejemplo, el comunicado de Atlético Tucumán que escribió el 20 de septiembre luego de que Luis Advíncula, jugador de Boca, haya sufrido un insulto racista en el Estadio Monumental José Fierro-, todavía queda mucho que pulir y mucho que aprender de las respuestas de los clubes alemanes a sus hinchas.
Cambiar una foto de perfil en Twitter, como hizo la mayoría de los clubes argentinos (Boca, Independiente y River, entre otros) por un arcoíris en el mes del orgullo LGBT+ no es activismo. Las grandes acciones son las que cuentan: desde junio, Racing habilitó la opción de incluir la identidad de género al asociarse o actualizar los datos de socio.
Es un largo camino de deconstrucción que, quizás algún día, después de tanto esfuerzo, las futuras generaciones podrán disfrutar.