Por Alan Rappaport
El surf es el deporte que suele aparecer en la temporada de vacaciones de verano, cuando las redes sociales se llenan de posteos con personas con una tabla en la mano o algún video bajando una ola. ¿Por qué, si tanto divierte la adrenalina de estar parado arriba de una tabla en el medio del mar y pagamos increíbles cantidades de dinero para recibir una clase o alquilar un tablón, meses después parece que nos olvidamos que existe este deporte? ¿Cómo es la vida de alguien que se dedica profesionalmente al surf? ¿Es necesario vivir cerca de la costa para dedicarse al 100%?
“Después de tres días intentándolo, pude bajar la primera ola que se surfeó en Miramar”. Jose Zurga es esloveno, pero en 1958 llegó a Buenos Aires y se ubicó en la Costa argentina, donde después de estar cinco años viviendo al lado de la playa viendo las olas romper, una tarde logró proclamarse como el padre argentino del surf después de pararse en una tabla de madera y por fin surfear por primera vez en territorio nacional.
Este deporte tan exótico y llamativo viene de Estados Unidos, de las costas californianas, donde se comenzó a popularizar en los 60. Aunque años anteriores ya se practicaba, como en la década de 1930 y 1940, y hasta incluso mucho antes, debido a la Segunda Guerra Mundial el surf tuvo un parón bastante significativo. Aunque cuando los soldados tenían tiempo para relajarse podían presenciar algunos surfistas en acción en el caos de las zonas costeras. Se le llama “surf moderno” ya que se dejan de utilizar tablones de maderas grandes y pesados y se pasa a tablas cada vez más cortas y finas, con nuevos materiales como la fibra de vidrio y la espuma de poliuretano. La modernidad del Surf viene de la mano de los Beach Boys como bandera, una banda de rock estadounidense cuyo lema era la playa, los jóvenes en malla y una tabla bajo el brazo.
Los años 70, 80 y 90 son el salto definitivo. Modernidad absoluta a la hora de hablar de trajes de neopreno que permiten meterse en aguas heladas sin sentir ni una sola gota (esto beneficiaría a los surfistas argentinos), las tablas cada vez de menor tamaño y los atletas con más habilidad logrando trucos impresionantes como despegarse de la ola dando una pirueta de 360 grados. Y para los 2000, el surf ya es un deporte globalmente conocido. Las redes sociales nos permiten ver competencias del otro lado del mundo, conocer surfistas que son muy buenos pero no tienen tanta repercusión, y hasta ver olas magníficas o playas desconocidas.
En Argentina, el surf tuvo que esperar muchos años para tener la importancia que tiene hoy. Aunque el padre de este deporte es Estados Unidos, el máximo potenciador de surfistas hoy sale de Latinoamérica. Brasil, un país que a fines de los ochentas estaba muy golpeado por la economía, tenía muchísimos problemas tantos políticos como sociales pudo salir adelante y encontrar una manera de presentarse al mundo, primero gracias a estabilizaciones económicas del gobierno en los años 90´ como el “Plan Real” donde el objetivo principal era controlar la hiperinflación y posteriormente con un gran nivel de atletas que representaban a la nación a través del mundo entero. Las mejores olas siempre estuvieron en costas australianas o hawaianas, pero no fue impedimento para los latinoamericanos, quienes supieron a su manera surfear las olas que hay en sudamérica.
“El problema en Argentina es similar a lo que pasa en Brasil. Los surfers se tienen que adaptar a un tipo de ola que no va a tener a la hora de competir, ya que en las costas de Buenos Aires son de muy baja calidad”, comenta Fran Izzo, ex surfista profesional argentino y actual entrenador en Mar del Plata. “También las playas argentinas tienen el problema de que las olas son de viento, mientras que en toda la Costa Oeste del continente o más al norte, las olas son por movimiento del agua, tienen más fuerza y el fondo ayuda a que sean de mejor calidad”.
¿Cómo lograron los países de Latinoamérica ganarles a países tan lejanos como lo son Estados Unidos o Australia donde sus altos niveles competitivos hacen que sea muy difícil la competición? Este deporte tiene grandísimas historias a nivel competitivo. Como la del estadounidense Kelly Slater, el oriundo de Florida que a pesar de tener 50 años sigue compitiendo en las categorías más altas al punto de seguir ganando torneos y manteniéndose mejor físicamente que promesas de 20 años. También está el título que logró en 2014 el brasileño Gabriel Medina, rompiendo por primera vez el dominio de Australia y Estados Unidos. “No teníamos tanto dinero y no sabíamos cómo ganarles en el deporte que ellos mismos perfeccionaron, pero una vez que llegó Gabriel aquí el surf empezó a ser algo mucho más serio. Lo cambió todo”, declaró Mateus Herdy, surfista brasileño que se reconoce aprendiz de Medina, en una entrevista realizada en 2020 para la página oficial de Red Bull. La llegada de Medina no solo revolucionó Brasil, sino que también fue una motivación para Argentina. Atletas como Santiago Muñiz, Leandro Usuna y Josefina Ané se inspiraron en su juego luego de ver que en tierras sudamericanas si es posible llegar a las grandes ligas.
Como en todo deporte que hay grandes historias también está su contracara, el lado negativo. El surf es una actividad que necesita una zona playera con olas y esto no se encuentra en cualquier lado. Brian Rappaport es un surfista amateur de 28 años, pero al vivir en la Capital Federal no se pudo dedicar profesionalmente al deporte. “Cada vez que puedo hacerme una escapada a la Costa subo la tabla al auto y viajo las cinco horas en la ruta, pero se hace muy difícil no oxidarse, porque si no practicás constantemente, perdés la técnica. Argentina, a pesar de tener a Mar del Plata como la capital nacional del surf, parece no ser de mucha ayuda ya que se practica este deporte en diez playas como máximo y no es muy beneficioso para la práctica a nivel competitivo”, dice. También una situación no muy favorable para los surfers argentinos es su propio mar, porque a pesar de que los brasileños tienen olas muy buenas los 365 días del año y clima súper cálido, al igual que los estadounidenses, en Argentina las mejores olas se producen en invierno, cuando el mar está a temperaturas muy bajas. Por eso se requiere de trajes de neopreno muy avanzados para resistir el frío del agua hasta el punto de no sentirse mojados.
El surf nunca fue muy mediático. Pocos canales pasan sus competencias y si se pasan es por algún motivo muy específico. Pero este año todo cambió ya que fue una competencia en los Juegos Olímpicos de Tokio. La Asociación Internacional de Surf viene trabajando en la idea de que se convierta en deporte olímpico hace años y fue un avance muy grande en el deporte. Todo cambió con Fernando Aguerre, el argentino que hace 27 años es el presidente de la asociación y que fue el primero que propuso formalmente que sea considerada una disciplina olímpica. “Recuerdo que durante los Juegos Panamericanos de 1995 en Mar del Plata, un amigo en común me consiguió una reunión con el mexicano Mario Vázquez Raña, un muy influyente líder político que, me dio ánimo y me entusiasmé, meses después tuve una reunión con el presidente de la COI (comité olímpico internacional). Ahí le llevé tablas de surf y le mostré hasta como pararse en una tabla. Me dijo que no afloje, que algún día se podría dar. Imagínate yo creía que podía ser para Sídney 2000, luego pensé que entrar para Río 2016 sería perfecto, pero tampoco se dio. Fue muy loco porque ese mismo año, volví a Río para recibir la noticia oficial de la inclusión olímpica. Fue un momento único de mi vida, que nunca olvidaré”, declaró Aguerre para el diario “La Voz Deportiva” en julio de este año.
En 2021, la selección argentina estuvo representada en los Juegos Olímpicos de Tokio por Leandro Usuna luego de ganar la medalla de oro en los Juegos Panamericanos de Lima 2019.
Dejando de lado las competiciones y los altos rendimientos, los que practican este deporte, ya sea de forma recreativa o con constancia, admiten que hay una conexión muy fuerte a la hora de meterse al mar ya que es un momento donde absolutamente todo depende de las decisiones que tomes encima de la tabla. En los deportes típicos como el fútbol o el tenis los jugadores ya conocen cómo es la cancha, las medidas de la misma y vayan a donde vayan las medidas van a continuar siendo similares, caso que en el surf no sucede jamás. Cada playa es completamente diferente a otra, el viento es distinto, la corriente que fluye por debajo del agua es otra y nunca existirán dos olas completamente iguales.
“El mar es algo único, es uno de los pocos lugares donde podés jugar como un nene teniendo la edad que tengas, es increíble. En la escuela, cuando doy las clases, lo primero que decimos es que vamos a ir al psicólogo y cuando nos ven con cara de desentendido apuntamos al mar, porque ahí entrás con todos los problemas pero salís con una cabeza nueva”, dice el marplatense Fran Izzo. “El mar es paz. El contacto con el agua y ser uno con las olas es una sensación única”, afirma Brian Rappaport que a pesar de vivir en la Capital Federal no se olvida de sus días y las sensaciones que le generaba estar en la costa. Seas profesor de surf y estás viviendo todos los días en la playa rodeado de las olas y la arena o vivas en el centro de Buenos Aires repleto de edificios y caos sin conocerse comparten el mismo pensamiento sobre lo relajante y la alegría que genera meterse al mar.
Un deporte que es catalogado en la categoría de “deportes extremos” pero que a su vez es sumamente relajante y tranquilizante. Eso es el surf, un deporte que cuando se practica al menos una vez queda guardado como una aventura y un recuerdo para la eternidad. Eso es el surf, un deporte que en invierno sobrevive únicamente gracias a sus atletas y en verano es la atracción de toda la playa. Eso es el surf, pero por sobre todas las cosas es un deporte que sea tu primera vez parado sobre la tabla o seas un atleta que se dedica profesionalmente, la experiencia que vivas será única e irrepetible y eso, es realmente el surf.