Florencia Lavallén Bazarbachian
Mucho se habló del bajo rendimiento que hubo en los Juegos Olímpicos de Tokio 2020 por parte de la delegación argentina y la realidad es que, si bien fue la peor cosecha de medallas desde Barcelona 92, donde solo consiguió una de bronce, dados los factores externos como la pandemia, una de las cuarentenas más largas de todo el mundo y el apoyo por parte del ENARD -que muchas veces no es suficiente para cubrir todos los gastos-, los atletas superaron las expectativas previas a la cita olímpica y consiguieron tres metales -de los cuales uno fue de plata y los dos restantes de bronce-, nueve diplomas y, por lo menos, tres deportistas batieron sus mejores marcas personales y rompieron récords a nivel nacional.
Si bien en comparación con Río 2016 el rendimiento de Argentina parece haber decrecido en cuanto a logros obtenidos y presentaciones destacadas, es importante resaltar que los Juegos de Tokio tuvieron el récord de cantidad de países que consiguieron una presea olímpica. 93 fueron los que, por lo menos, lograron subir a un podio y que Argentina haya accedido a tres en deportes en conjunto resulta entendible, ya que fue la cuarta nación con mayor cantidad de equipos enviados.
Uno de los factores que influyó en cada uno de los deportistas que participó del evento, sin importar disciplina o nación, fue la pandemia por covid-19, que derivó en una gran cantidad de restricciones e imposibilidades para que pudiesen prepararse de la mejor forma. En Argentina, particularmente, la cuarentena fue bastante prolongada y, si bien trajo desventajas para los deportistas, más de uno considera que fue un tiempo que le sirvió para replantearse muchas cosas y crecer, como el caso de la esgrimista argentina Belén Pérez Maurice, quien aseguró: “Entrenar en burbuja me ayudó a llegar con un gran nivel para disputar lo que considero mis mejores Juegos”, o el caso de Horacio Cifuentes, único representante de la República en el tenis de mesa, quien afirmó: “Mi deporte no fue de los más perjudicados si se lo compara con la natación o el atletismo, en los que es necesario mantener y mejorar una marca constantemente”.
“Creo que si hubiera tenido más apoyo, más ordenado, podría haberme desempeñado mejor”, opinó el judoca argentino Emmanuel Lucenti, quien después de Río tuvo muchas reducciones hasta quedarse sin sustento económico, que lo volvió a obtener nuevamente unos meses antes de Tokio, por lo que durante todo el ciclo olímpico debió pagar todos los viajes y competencias de su bolsillo. En los últimos años, el sistema de financiamiento del ENARD sufrió una importante baja de recursos por más de un motivo. El primero es que en el 2017 la fuente de ingresos cambió y, si bien este factor afectó a la disponibilidad de recursos, la inflación y la pérdida de valor de la moneda nacional respecto al dólar fueron determinantes para su decrecimiento, ya que si bien el monto en pesos aumenta todos los años, la conversión hace que en divisa extranjera cada vez haya menos, y mucho del equipamiento, los viajes y la hotelería se costea en esa moneda. En el 2017 ingresaron casi 750 millones de pesos y, con el dólar a 16,66, la conversión daba casi 44 millones de dólares. En cambio, en el 2020, entraron 1.125 millones de pesos y, con un cambio de 70,65, la divisa extranjera quedó en casi 16 millones.
Muchos deportistas sostienen que se sienten privilegiados por el apoyo del Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo, como es el caso de de Cifuentes, quien desde sus comienzos pudo contar con el respaldo del ENARD, o como Pérez Maurice, quien confesó que una de las razones por la cual pudo alargar tanto su carrera fue la creación del ente, que le llegó de más grande. Cada uno de los atletas contó con distintas becas, dependiendo de su posición -o la del deporte- en el ranking, las posibilidades de conseguir un podio y teniendo en cuenta los resultados en los campeonatos previos.
Además de la ayuda económica por el nivel del deportista, también se les brinda apoyo a los entrenadores y cuerpos técnicos, se les otorga cobertura médica privada, seguros de viajes, materiales y equipamiento de última generación, entre otras cosas. Si bien las becas que los atletas recibieron en el mes de junio empezaban en los 17.820 pesos y tenían un techo de 85.524 para los deportistas con excelencia olímpica, la realidad es que la gran mayoría no puede vivir únicamente con este ingreso, por lo que ven la necesidad de conseguir algún sponsor u obtener ayuda de alguna federación, como es el caso del rugby seven, que recibe un gran apoyo extra por parte de la UAR.
A la hora de evaluar los Juegos se debe hacer teniendo en cuenta todos los factores y, si bien la cosecha de medallas no fue la mejor, los deportistas consiguieron grandes logros, como el bronce en vóley masculino después de 33 años y la primera medalla para el rugby seven, además de la sensación de satisfacción por parte de los atletas.