Por Santiago Hanimian
Ingeniería en alimentos y modelaje son algunas de las actividades que María Belén Pérez Maurice realizó a lo largo de su vida, pero ninguna la llenó tanto como lo hizo la esgrima, de la cual se enamoró de muy pequeña, gracias a los artefactos que su mamá conservaba en la casa. Lo que para ella comenzó como un juego ahora es el intento de continuar con un legado.
A pesar de que durante varios años estuvo interesada en el flash de las cámaras, su compromiso con el deporte que tanto la apasiona nunca cambió y eso fue, entre otras cosas, lo que la llevó a estar donde está. “Al mismo tiempo que entrenaba, iba a los castings de modelaje y, cuando me contrató una agencia, me aconsejaron que afinara las piernas, algo que no iba a hacer”, reconoció la esgrimista nicoleña, quien nunca tuvo entre sus planes el dejar de practicar y perfeccionarse.
Si bien ya tiene 36 años y es consciente de que pronto no será capaz de rendir al más alto nivel, se imagina “tirando hasta vieja en los nacionales”, debido a que es algo que la divierte, que lo adoptó como un estilo de vida, luego de tanto tiempo, y que siente que agrupa a los “bichos raros” quienes, al igual que ella, no se sienten cómodos con los deportes en conjunto. Por otro lado, su carrera como ingeniera en alimentos se encuentra “en veremos” porque su máxima prioridad es continuar ligada a la esgrima.
A Pérez Maurice le cuesta mucho ocultar sus sentimientos a la hora de hablar sobre la disciplina que practica desde que tiene 13 años. El brillo en sus ojos marrones y la sonrisa en su rostro se intensifican cuando menciona la huella que quiere dejar a través de su trayectoria: “Con todas las complicaciones que tenemos acá, se puede estudiar y entrenar al mismo tiempo, sin tener la necesidad de irse a vivir afuera. Se necesita encontrar un balance, esfuerzo y estar dispuesto a hacerlo”.
Muchos de sus familiares tienen una historia con la esgrima y, entre ellos, se encuentran su mamá, quien no llegó a ser profesional, su suegro, Gustavo Saucedo, un referente del deporte, y su prometido Lucas, quien la entrena desde hace más de 15 años. Su relación con el sable tiene precedentes, lo que podría explicar que la ganadora de la medalla plateada en los Juegos Panamericanos de Lima 2019 sea la esgrimista argentina con más participaciones olímpicas, con tres, lo que para ella significa la continuación de un legado.
A pesar de que su eliminación en Tokio fue rápida, la bronca no duró mucho por la sorpresiva y particular propuesta de matrimonio que recibió por parte de su entrenador. Si bien vivió un momento repleto de emoción, su compromiso deportivo no cambió y no piensa decir “sí, acepto”, hasta dejar de competir en el alto rendimiento. “Yo sé que mi carrera va a seguir hasta París y, por ahí, nos pinta hacerlo ahí. ¿Qué mejor moño para cerrar?”, señaló.
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