Por Julieta Grillo
Para algunos un Mundial es un tema aparte. Es un momento, un torneo, que puede aumentar de un segundo a otro tu ego, tanto en lo deportivo como en lo personal. Pero para otros, lo primordial es el desarrollo del futsal. ¿Por qué? Porque cuando defendés a tu deporte, hay cosas más importantes para ganar que una reputación.
Según el jugador Constantino Vaporaki, más conocido como Kiki, la conquista mundial en Colombia 2016 la usaron para que la disciplina creciera en el país, a fin de hacerles creer que los jugadores no son los que no llegaron a primera en fútbol o no triunfaron en cancha de once, sino algo aparte y muy distinto. Y que, si apuestan por ellos, van a ganar.
Se consagraron hace cinco años y eso sirvió. “Muchos chicos se incentivaron para practicarlo. Todos pudieron ver que es un deporte muy lindo, que se puede competir a nivel mundial y también llegar a vivir de esto”, confesó el nacido en Ushuaia.
A partir de ese momento, el futsal empezó a tener otro color. Las canchas para ver al seleccionado masculino comenzaron a llenarse y los entrenadores a capacitarse. Las inferiores tomaron forma, porque cuando llegan a primera división ya están preparados físicamente, con hábitos saludables y entendiendo los diferentes sistemas de juego. O, por lo menos, así lo explicó Kiki: “Nosotros tuvimos que aprender eso de grandes, en el camino. Yo, hasta los 18 años, antes de llegar a Buenos Aires, me entrenaba con el papá de un amigo o algún apasionado por el fútbol que tenía un rato libre”.
Pero, a pesar de los grandes avances, los sueños de los jugadores siguen siendo para el futuro. “Quiero ayudar para que el torneo local sea más competitivo, que haya estadios de primer nivel por todo el país, un equipo fuerte en cada provincia, que los jugadores tengan contrato profesional y que no la tengan tan difícil como nosotros. Ojalá podamos dar otro empujón más”, relató el actual jugador del Meta Catania de Italia.
Hay muchos agujeros que tapar. Para el ala derecho la consagración en Lituania este año es una puerta que, si la logran abrir, podría ayudar al futsal a ser uno de los deportes más sobresalientes y destacados de la Argentina.