martes, abril 23, 2024

El Powerchair Football y su capacidad transformadora

Por Franco Welter

Garra, lucha y esfuerzo son algunas de las características que identifican a los guerreros de la vida que disfrutan y viven a flor de piel el Powerchair Football, un deporte que llegó a la Argentina para cambiar vidas.

Una cancha de básquet, una pelota N°10, dos arcos, una silla de ruedas motorizada y pasión por el fútbol fueron lo suficientemente necesarios para dar pie a lo que hoy se ha convertido en un deporte mixto y busca transformarse en paralímpico. Cientos de deportistas a lo largo y ancho del país sueñan con ser convocados a la Selección Argentina y dar lo mejor en cada competencia.

La lucha por ver feliz a un hijo fue el puntapié inicial. Mariano Zegarelli y su esposa Lorena Lardizabal tuvieron como principal objetivo, desde un principio, permitirle a su hijo Valentino disfrutar de lo maravilloso que es el fútbol. Este pequeño gigante, fanático de River y de Lionel Messi, atraviesa una patología llamada atrofia espinal muscular, que le imposibilita caminar, pero no perseguir sus sueños día a día. Por eso mismo, en un viaje al exterior, sus padres conocieron el fútbol en silla de ruedas motorizada, algo que les llamó la atención y les hizo notar que era la actividad perfecta para que su hijo pudiera desenvolverse y practicar un deporte junto a sus amigos que se encontraban en su misma condición.

Muchas veces, una discapacidad se convierte en un impedimento que transforma a quienes la padecen en simples espectadores del fútbol. Powerchair llegó para cambiar eso: su misión es que esas personas cambien sus roles y se conviertan en protagonistas, probablemente de manera adaptada, pero protagonistas al fin.

El inicio fue duro. La planificación, los objetivos y la búsqueda de profesionales para llevar a cabo el proyecto no fue sencilla ni simple. Tras la creación de la Fundación Powerchair Football Argentina en 2012, sus presidentes, Zegarelli y Lardizabal, decidieron abocarse ciento por ciento al nuevo objetivo y sus primeras medidas consistieron en la difusión y el reclutamiento de deportistas que quisieran formar parte.

Pablo Giralt, periodista argentino, es uno de los padrinos de la Fundación y, desde el primer momento, notó que el proyecto que comenzó en la Argentina con la familia Zegarelli era realmente serio y que nació desde el corazón. “Powerchair es maravilloso, por el trabajo inmenso que hacen los chicos, pero principalmente por el apoyo de sus familias que los acompañan, que no faltan nunca, que los aplauden, que los aman, que están ahí al pie del cañón y que son los verdaderos artífices del crecimiento de cada uno de ellos”, comentó Giralt en DirecTV.

Poco a poco, el tiempo transcurría, distintas personas comenzaron a conocer el deporte y a sumarse a un proyecto que prometía y mucho. Cada pelota, cada jugada, cada instante y entrenamiento compartido no solo funcionaba como unión entre los jugadores, sino que también los llenaba de felicidad permitiéndoles cumplir su sueño.

Khaleb Manzur, quien conoció el deporte en abril de 2013 y actualmente juega en Los Tigres de Pacheco y la Selección Argentina, demuestra su felicidad por formar parte del Powerchair desde la fundación: “Desde un principio ha sido una experiencia única. Conocer a personas en mi misma condición y que todos podamos coincidir en el fútbol en silla de ruedas motorizada realmente me cambió la vida. Ser convocado a la Selección es algo incomparable. En cada momento que me pongo la camiseta, los nervios me ganan y la felicidad se apodera de mí, pero siempre que quiera y el nivel lo permita voy a dar todo para representarla de la mejor manera”.

Poco a poco, los deportistas comenzaron a elevar el nivel y la Fundación veía con buenos ojos la realización de competencias a nivel nacional. Los Tigres de Pacheco, Las Máquinas Guerreras de Rosario y Los Titanes de Córdoba fueron los primeros conjuntos que comenzaron a formarse en el país.

Mariano Zegarelli, presidente de la Fundación, comparte las sensaciones al ver a los deportistas dentro de la cancha: “Me encanta verlos crecer y jugar. Amo la competencia y, por eso mismo, siento que cumplo dos roles: uno como presidente de la Fundación, en cuanto a lo institucional, y el otro como hincha. Cada vez que los chicos entran al campo de juego, me transformo, pierdo la cabeza y me olvido de todo lo que pasa fuera de eso”.

Actualmente, son 11 las sedes que forman parte de la Fundación y compiten entre sí con el objetivo de transformarse en el mejor equipo de la Argentina. La Primera División de Powerchair está compuesta por siete equipos y se disputa a lo largo de siete fechas en las que todos son locales como mínimo una vez (el último campeón en 2019 fue Los Titanes de Córdoba).

Sin embargo, la Primera División no es la única competencia. También se disputa la Segunda, con una modalidad diferente que consiste en una sola fecha durante un fin de semana con formato de torneo en el que los equipos que acaban en las dos primeras posiciones ascienden a la Primera. Además, en diciembre de cada año, se juega la Copa Argentina, que reúne a todos los equipos del país.

Quienes también ocupan un papel importante en el fútbol en silla de ruedas motorizada son los árbitros. Pablo del Puerto, exárbitro de la AFA, recibió en 2015 la propuesta de dirigir los encuentros de Powerchair y desde un principio no dudó en dar el sí. Además, acompañó a la Selección Argentina al Mundial disputado en Estados Unidos en 2017 y luego convocó a colegas para realizar clínicas de capacitación. “Antes había personas que hacían de árbitro, imagino lo difícil que debía ser. Nosotros tenemos una experiencia de 20 años y hasta hay árbitros profesionales que dirigen en Primera que también se interesaron en el Powerchair”, asegura del Puerto.

Año tras año, los mejores jugadores de cada sede son convocados para formar parte de la Selección Argentina de Powerchair y disputar varias competencias internacionales, como la Copa América, la Copa Sudamericana y el Mundial organizado por la Fédération Internationale de Powerchair Football Association (FIPFA).

La Selección Argentina no tardó demasiado en amoldarse a la competencia internacional y ya en 2015, con un equipo unido y una idea de equipo consolidada, logró su primer título tras derrotar en un triangular a Brasil y a Uruguay en la Copa Sudamericana. La felicidad era inmensa, las familias alentaban y los jugadores se emocionaban tras la obtención de la Copa. Al siguiente año, la Selección repitió la historia, volvió a ganar la Copa y se convirtió en bicampeona de Sudamérica.

Tras un 2017 en el que no lograron hacerse nuevamente con el título, llegó el momento de renovar las esperanzas e ir en busca de la próxima edición. Para eso, desde la Fundación contrataron a Sebastián Tisera, quien se convertiría en el nuevo técnico de la Selección. Ya en 2018, y con un nuevo planteo de juego, Argentina volvió a coronarse en la Copa Sudamericana y fue tras la clasificación al próximo Mundial.

En 2018, Argentina se consagró campeona sudamericana por tercera vez.

Otra de las competencias de mayor nivel en las que participa el seleccionado argentino es la Copa América. Se disputa cada cuatro años y su primera participación fue en 2019, en la que no solamente logró un impresionante tercer puesto, sino que también dio batalla hasta el final ante una de las mayores potencias a nivel mundial, como Estados Unidos. “Gracias a los excelentes resultados y la clasificación final conseguimos el pase al próximo Mundial. Los chicos mejoran constantemente, tanto en la relación social con sus pares y familia como también en el aspecto deportivo”, afirma Tisera.

El 2020 iba a ser el año de preparación para la Copa del Mundo de Australia 2021, pero la pandemia de coronavirus imposibilitó la continuidad de los entrenamientos y la organización, ya que quienes practican el Powerchair son personas que integran el grupo de riesgo y deben tomar precauciones a un nivel extremo para resguardar su salud.

El desgano y la desmotivación por parte de los futbolistas, e incluso de sus familias, comenzaron a hacerse visibles tras la difícil situación atravesada. Por eso mismo, desde la Fundación, y gracias a la autorización del gobierno nacional, decidieron retornar con los entrenamientos tanto a nivel clubes como Selección junto a un plan de estrategia para recuperar el ritmo, que se transformó prácticamente en una “refundación”.

Los ojos están puestos en la Copa del Mundo de Australia que, como consecuencia del covid-19, se disputará en 2022. Zegarelli cuenta cómo se prepara el plantel: “Es nuestro próximo objetivo. Arrancamos con un plan sectorizado que consistió en que cada sede entrene en su club y luego formar un mix entre jugadores históricos de la Selección y otros deportistas que tendrán su primera experiencia para entrenar una vez por mes todos juntos y sellar nuestra idea de juego”.

La Fundación Powerchair Football Argentina es sinónimo de futuro. Como próximos objetivos planea centrarse tanto en el aspecto deportivo como en el institucional, con el propósito de seguir creciendo. En el ámbito relacionado al deporte tiene como idea continuar ampliando sus sedes y crear un gran centro de alto rendimiento para entrenar. Y en lo organizacional, buscar que los integrantes tomen un mayor protagonismo y lograr que la asociación junto a otras fundaciones se conviertan en una fuente de trabajo.

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