domingo, noviembre 24, 2024

Diego Simeone, el gran motivador

Por Evelyn Leza

“Una vez estábamos comiendo unos alfajores, unas golosinas en el vestuario y justo entra el Cholo. Nos dijo que qué estábamos haciendo, nos mira y se va. Al rato vuelve con una bandeja llena de frutas, cereales, alimentos sanos”, recuerda José Shaffer, quien formó parte de Racing cuando Diego Pablo Simeone lo dirigió en 2006. Los detalles importan y hacen la diferencia a la hora de entablar una relación entre el  plantel y el cuerpo técnico. Sin ir más allá, a Shaffer le tocó debutar en Primera el 25 de febrero, el mismo día que Simeone dirigía por primera vez y recuerda esas palabras, las que le quedaron grabadas en el lugar donde comienza el extenso túnel del Estadio Presidente Perón: “Disfrutá el momento, es una gran oportunidad. Hacé lo mismo que hacías cuando jugabas en el barrio”.

Todo técnico tiene que transmitir a sus jugadores su idea de juego y principios. Simeone, entrenador de 51 años, hace hincapié en la importancia de jugar con pasión, de estar concentrado y motivado. Es aquí que se transporta al lugar donde todo pasa y que solo los jugadores y el staff tienen acceso: el vestuario. Varios de sus jugadores coinciden en la manera que tiene de hablar en la previa a un partido. Emiliano Insúa, quien fue dirigido por el Cholo en el Atlético de Madrid entre 2013 y 2015, es uno de ellos: “Lo que me quedó grabado es la motivación que preparan él y todo el cuerpo técnico antes de los partidos. Es algo único y que te hace salir a la cancha 120%. Le llega al jugador con los mensajes, que es lo más importante en el fútbol”. Valentín Viola, futbolista dirigido por Simeone en Racing en 2011, agrega que es un tipo muy eufórico y que está en todos los detalles.

Sin embargo, en todo deporte y más que nada en el fútbol, hay momentos complicados a causa de que los resultados no son los esperados y es allí cuando un técnico tiene que motivar a sus jugadores más que nunca. Un momento complicado fue cuando Gimnasia venció 2 a 1 a Racing por el Torneo local y Simeone, al finalizar el partido y con una tranquilidad que ni él sabe de dónde sacó, les dijo: “Dénse cuenta de que cuando se está mal, aunque estén dando todo, no se sale de la mierda. Entonces, cuando estén bien, peleen por seguir así. Aprendan de este momento, recuérdenlo, porque cuando uno está bien se olvida de que estuvo mal. Y de eso nunca hay que olvidarse”.

Ahora, por una cuestión de instinto, se piensa que fue formando la manera de comunicarse con sus dirigidos tras el paso de sus años como director técnico. Pero el Cholo, ya en su recorrido como jugador, fue desarrollando el modo de comunicarse en el vestuario, donde los tapones se escuchan nítidamente. Diego Maradona y Oscar Ruggeri, algunos de los que convivieron con él desde joven en el seleccionado argentino, fueron los que le marcaron la personalidad. Con solo mirarlos a los ojos, Simeone aprendía de los hechos que protagonizaron en el vestuario. De esta manera, cuando formó parte del Inter de Milán entre 1997 y 1999, protagonizó un acontecimiento con el brasileño Ronaldo en el que ambos tuvieron un cruce de palabras dentro del vestuario. Ronaldo era una figura reconocida a nivel mundial y Simeone ya era un apellido de peso, que había logrado dos títulos con el Atlético de Madrid: una Liga de España y la Copa del Rey. Quien rememora este hecho es su excompañero del Inter, el brasileño Zé Elías: “Ronaldo dijo que los premios eran iguales para todo el mundo, pero en esa escena intervino el Cholo, levantó la mano y dijo: No, los premios son para los que juegan y los que van al banco”.

Además de la charla previa de cada partido en el vestuario, existe la del entretiempo, cuando por lo general se habla más de táctica y, por ende, de lo que fue sucediendo en el primer tiempo. En un entretiempo ante el Barcelona por La Liga española en 2016, el Atlético de Madrid perdía 2 a 1 en el Camp Nou. Simeone cuenta que les dijo a sus jugadores que estén tranquilos, que el partido era de ellos en los últimos diez minutos. Aunque quiso motivarlos, en esas paredes mayoritariamente pintadas de color blanco, no pudo lograr el empate. Otra situación diferente ocurrió en la Argentina, cuando se percató que un jugador se iba a sentir más cómodo en otra posición. Ese jugador era Viola: “Una vez me mandó a jugar con un lateral y en el entretiempo, como no resultaba, me dijo que vaya a jugar contra el central que era más lento, que se me iba a facilitar, y tenía razón”.

Simeone admite que sus charlas técnicas son mínimas y que duran entre cinco y seis minutos en el vestuario. En la final de la Copa del Rey de 2013 ante el Real Madrid, el Atlético venía de 25 partidos de no poder ganarle al clásico rival. De este modo, buscó la manera de llegarles a los jugadores y que salieran a la cancha con corazón y alma. “Cuando llegamos al vestuario nos puso un vídeo de la película Un domingo cualquiera y yo en particular estaba súper emocionado”, relata Filipe Luís, lateral brasileño que disputó 273 partidos en el Atlético. Simeone elegía ponerles previo al encuentro esa mítica película protagonizada por Al Pacino, quien interpreta a un entrenador de fútbol americano que lucha contra todo y contra todos para poder lograr sus objetivos. Juanfran, jugador afín del Cholo en sus inicios, narra que la celebración en ese vestuario, particularmente rodeado por azulejos azules, fue inolvidable ya que pudieron dar vuelta el marcador y ganar 2 a 1. 

Ahora bien, no fue la primera vez que lo implementaba ya que previo al encuentro como director técnico de Estudiantes de La Plata ante Gimnasia, cuando sus jugadores derrotaron 7 a 0 a su clásico rival en 2006, recurrió al mismo video de la película Un domingo cualquiera. Meses antes, tras su primer partido en Copa Libertadores y la eliminación en cuartos de final por penales ante San Pablo, el Cholo entró al vestuario y al ver a sus jugadores cabizbajos, les empezó a gritar pese al dolor que sentía: “¡Vamos a salir campeones! ¡Esto trae algo, se los digo yo, vamos a salir campeones!”. Y no se equivocó: Estudiantes logró ese mismo año la consagración en Primera División, luego de 23 años sin dar la vuelta olímpica.

Así es que un entrenador, que ha conseguido la gloria en muchos clubes, como Estudiantes, River y sobre todo en el Atlético de Madrid, con títulos nacionales e internacionales, nunca deja que sus jugadores se den por vencidos y tiene el pensamiento de que ellos deben estar convencidos de lo que quieren para lograr sus objetivos. Una personalidad que se muestra tal cual es, incluso atrás de la línea de cal. Y que lo afirma en el vestuario, tratando de que sus dirigidos dejen todo por los colores que representan. Exigente, pero sobre todo apasionado por lo que hace. El uruguayo Diego Godín, segundo jugador con más partidos (344) en la era Simeone en el Atlético, lo ratifica: “Sabe sacar siempre lo mejor de cada uno. Es su gran logro, transmitir al vestuario la facultad de tirar para adelante. Si un vestuario no está convencido, es muy difícil conseguir objetivos. Se pueden ganar partidos, pero no logros a largo plazo. Y él lo consiguió durante muchísimos años. Es una de sus grandes virtudes como técnico”.

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