Por Lucas Pacheco
A pesar de poseer alrededor de 140 mil habitantes, una de las poblaciones más extensas de la Patagonia Argentina, la Liga de Fútbol de Bariloche no ha desarrollado todo su potencial. De hecho, nunca llegó a tener un equipo profesional o que integre las categorías más importantes de ascenso. Eso se debió a diferentes factores como la falta de inversión en las bases infantiles, la ausencia de proyectos de crecimiento en infraestructura, y el carácter cosmopolita de la ciudad, que tiene como consecuencia la cantidad de cuadros locales: 16 conjuntos de barrio -en su mayoría sin predio-, enemistados entre sí y con similar masa societaria, buscan representar a la localidad andina, en detrimento de los otros.
Si bien el sur del país no tiene el historial futbolístico que otras regiones sí tienen, lo cierto es que hay aglomeraciones urbanas cercanas a Bariloche que, con la mitad o menos de residentes, sí alcanzaron la élite del deporte. Por un lado están Cipolletti y Villa Regina, que han tenido a sus clubes homónimos en Primera División, y por el otro están Puerto Madryn, Cutral Có y General Roca, que con frecuencia presentan equipos en categorías profesionales. Hay un factor común entre ellas: no tienen liga propia, por lo que sus cuadros juegan en campeonatos que las reúnen con poblados aledaños.
De ello se desprende uno de los principales problemas en la localidad andina: a diferencia de las ciudades mencionadas, su liga no posee un cuadro que represente a la mayoría de la gente, y eso se debe a la heterogeneidad de sus habitantes, producto de diferentes procesos de inmigraciones. Bariloche históricamente fue integrada por descendientes de pueblos originarios y naciones europeas, y hace no más de tres décadas comenzaron a llegar migrantes porteños en búsqueda de oportunidades. De allí la cantidad de barrios que integran la aglomeración urbana y las diferencias entre ellos, que se plasman en rivalidades entre cuadros vecinos, que no se apoyan siquiera cuando alguno de ellos compite en certámenes de relevancia.
En sintonía, otro factor fue la ausencia de proyectos de infraestructura. Sí hubo campañas de fortalecimiento deportivo como la de Boca Unidos en el Torneo Regional de 1984, en el que alcanzó las semifinales del certamen. Pero, Gabriel Lefián, capitán de aquel plantel, reconoció: “Al terminar el proyecto al club no le quedó nada, porque no creció en infraestructura, era sólo un equipo de fútbol con mucha gente de afuera”.
No obstante, en la actualidad los protagonistas tienen intenciones de potenciar la liga local. El presidente de aquella, Horacio Fuentes, afirmó que hoy se rechazan inscripciones de equipos nuevos, y se aumentaron los requisitos de participación: “Ahora pedimos que todos tengan los papeles estatutarios y de personalidad jurídica al día, que tengan planteles en todas las divisiones inferiores dirigidos por profesionales, y que estén por lo menos en búsqueda de la cancha propia”. Además, señaló que se otorgará un predio para el fútbol infantil, que hasta entonces jugaba en canchas de tierra.
Por el otro lado, la municipalidad de Bariloche y la provincia fomentan esta idea de mejora institucional. Marcelo Szczygol, subsecretario de Deportes de Río Negro, puso entre sus objetivos de campaña “Trabajar en conjunto con las Federaciones y Clubes para el desarrollo del deporte de competencia”; y eso se tradujo en subsidios económicos y la facilitación de herramientas de manejo administrativo.
De todos modos, hay clubes que sí crecieron en infraestructura en la última década, como consecuencia de resultados deportivos positivos. Dos ejemplos claros son Puerto Moreno y Cruz del Sur que disputan el Torneo Regional Amateur, la cuarta categoría del fútbol argentino. El primero, fundado en 1975, colocó este año torres de iluminación en el estadio, que jamás hubo en la región. El segundo, que nació trece años después, se encuentra a punto de terminar su estadio propio. Quien preside a los Cruzados, Marcos Rehel, manifestó la necesidad de afianzarse en la sociedad: “Tener nuestra cancha nos dará identidad, y ayudará a generar esa pertenencia colectiva que la zona no tiene. Las bases hoy están sentadas para que por fin los clubes crezcan a nivel institucional, en vez de sólo hacerlo deportivamente”.
La liga barilochense está lejos de alcanzar su potencial, y sus propios protagonistas lo reconocen. Quedará en manos de ellos poder revertir la situación e incluirse en la élite del fútbol argentino.