Por Federico Pineda
Las esquinas de Floriano Peixoto y Condá congregan tristeza, dolor y resurrección. El memorial emplazado entre esas dos calles en una de las paredes del estadio Arena Condá muestra los nombres de los seis sobrevivientes y los 71 muertos que perdieron la vida el 28 de noviembre de 2016 yendo a cumplir su sueño y el de todos los hinchas de Chapecoense; jugar la final de la Copa Sudamericana frente a Atlético Nacional de Medellín.
“Al inicio todos esos jugadores nuevos y el nuevo cuerpo técnico parecían extraños a los ojos, estaban usando la camiseta del club pero no parecía que fuera mi equipo en el campo. Me llevó un tiempo la aceptación y el apego. El fútbol para mí nunca más volverá a ser divertido, entonces me cuesta volver a alentar nuevamente”, cuenta Fernando, hincha de la institución brasileña, que agrega: “Tal vez hoy en día el sentimiento no es el mismo. Amo a Chapecoense pero muchas cosas cambiaron con el accidente”.
Para algunas personas que no recuerden a ese equipo, lo describe como “la prueba real de que el trabajo duro y la dedicación dan resultados”. En esa competición, había superado a Cuiabá de Brasil, Independiente de Avellaneda, Junior de Barranquilla y San Lorenzo de Almagro. Su último escollo era el conjunto colombiano con sede en Medellín. El primer partido era el 30 de noviembre en tierras ajenas. Unos días después, se daría la definición en tierras cariocas.
Finalmente, nada de eso ocurrió y el Arena Conda fue testigo de múltiples ofrendas de propios y ajenos que significaron el llanto de toda la ciudad: “Muere una parte de vos, uno se pregunta por qué ocurrió, porque Chapecó no es una ciudad tan grande, era común ver jugadores en el centro. La sensación es que murieron personas cercanas a vos. Es triste pensar que hizo falta una tragedia para tener reflexiones sobre nuestro lado más humano y emocional”. Cada 29 de noviembre, los hinchas realizan una procesión en homenaje a las víctimas y hay una misa en la catedral para rendirles tributo.
Atlético Nacional -campeón de la Libertadores del mismo año- le cedió el título a su rival y la Confederación Sudamericana de Fútbol respetó y avaló la decisión. Paradójicamente, el año siguiente a la tragedia Chapecoense tuvo su mejor ubicación tras el ascenso a la máxima categoría en 2013. Fue séptimo en el Brasileirao logrando la clasificación a la Copa Libertadores. Allí perdió con Nacional de Uruguay y se quedó afuera de la fase de grupos. Parecía que todo seguía su curso.
“La nueva directiva tomó algunas decisiones dudosas que alejaron al club de los hinchas. La caída a la Serie B hizo que la institución diera un paso atrás que era necesario para repensar las situaciones. Sirvió para analizar cuál era la identidad del club y por qué estábamos huyendo de ella”, expresa el fanático sobre el descenso que se produjo en 2019 tras finalizar 19 sobre 20 equipos -el año anterior finalizó en el 14° lugar- y el proceso que conllevó la salida de muchos jugadores que carecían de rendimiento junto a la llegada de otros con poco cartel y a bajo costo que estabilizó las finanzas del club.
Rápidamente, Chapecoense se destacó por sobre los demás equipos de su divisional y, al cierre de esta nota, es líder de la Serie B con 47 puntos (a 10 de distancia de Juventude que ocupa el cuarto y último lugar que asciende). Solo perdió frente a Cuiabá y Cruzeiro en los 23 partidos que disputó. A falta de 15 fechas para el final, se encamina a volver a la Serie A con una base de jugadores que se asemeja a ese plantel que pasó a la historia; “El tablero parece estar tomando la dirección correcta esta vez”.
La batalla legal
La otra cara de la tragedia ocurrida en Cerro Gordo, lugar ubicado en la ciudad colombiana de Antioquia donde se produjo el accidente, fue y es la batalla legal a la que fueron sometidas las víctimas y los sobrevivientes. El vuelo 2933 de LaMia se dio en la única aeronave operativa con la que contaba esa empresa de aviación, cuyo piloto, Miguel Quiroga, era uno de los dueños de la compañía con base en Bolivia.
“La falta de información clara sobre la falta de pago de las indemnizaciones generó indignación entre los senadores de la Comisión Parlamentaria Investigadora (CPI)”, declara Juninho Mello, presidente de la CPI compuesta por senadores y diputados federales, sobre el accionar de las aseguradoras y la empresa de aviación.
Uno de los argumentos que esgrimió BISA para declarar que no iba a pagar los 25 millones de dólares de la indemnización a los familiares de las víctimas fue la falta de combustible. Tras el informe de la Aeronáutica Civil de Colombia, se divulgó que el avión se había abastecido con 1636 litros de gasolina para recorrer el trayecto de Santa Cruz de la Sierra hasta el aeropuerto de Rionegro -9300 kilómetros-. “La cantidad mínima debía ser 11.603″ decía hace dos años Miguel Camacho, jefe del grupo de investigaciones que llevó adelante el informe en tierras cafeteras.
Esto se suma a que la aerolínea contaba con atrasos en el pago del servicio. La aseguradora le echó el problema al piloto -ya fallecido- mientras que las familias siguen luchando para que esto no quede impune. Conocida la postura de BISA, Chapecoense decidió tomar cartas en el asunto y los demandó civilmente junto a órganos del gobierno boliviano.
“Actualmente hay una demanda en la corte brasileña. La Fiscalía Federal solicitó una indemnización de US$ 300 millones para los familiares de las víctimas. Ese monto es una condena global y está previsto en la política inicial de la aerolínea LaMia”, cuenta el político de Brasil, que está cargo de la comisión que investiga el hecho y agregó que, desde que inició la pandemia de coronavirus en el mencionado país, no ha vuelto a sesionar la CPI.
En declaraciones para El Equipo, Mello manifiesta su cuestionamiento al grupo estratégico que habría actuado junto a BISA, la reaseguradora Tokio Marine y Aon Benfield Brasil “con el fin de favorecer a LaMia” y sentencia que estás instituciones “se habrían preocupado únicamente por la rentabilidad financiera, dejando de lado la evaluación de riesgos. Por tanto, las aseguradoras tienen la responsabilidad de pagar indemnizaciones a las familias”.
Sin embargo, al ser consultado por la postura de BISA sobre que el seguro estaba suspendido por atrasos en la paga y, sumado a esto, había una cláusula que tampoco cubría los vuelos a Colombia, el hombre oriundo de Santa Catarina manifestó su desconocimiento al respecto.
Dada la demanda que impulsó el Chape, Mello declaró que las empresas están imputadas y agregó que “si estas compañías son declaradas culpables, tendrán que cumplir con lo que ordena el tribunal brasileño”.
Los seis supervivientes:
Rafael Henzel -periodista que cubría al club- tenía 45 años cuando falleció en marzo del 2019 producto de un ataque cardíaco mientras jugaba al fútbol con sus amigos. Tras la tragedia, había escrito el libro “Vive como si cada día fuera el último”.
El arquero Jakson Follmann se retiró con solo 24 años después que le amputaron su pierna derecha. Es embajador de la institución y, dado su gusto por cantar, fue invitado y ganó la edición famosos del reality de canto PopStar, el más importante del país. Eso posibilitó iniciar su carrera como cantante.
El zaguero Helio Neto anunció su retiro a fin del 2019 tras muchos intentos por volver a las canchas. Nunca más disputó un partido oficial con el club. El accidente lo inspiró a escribir “Puedo creer en el mañana”. Además trabaja junto a Follmann dentro de la institución.
El defensor Alan Ruschel volvió a jugar al fútbol el 7 de agosto de 2017, ni más ni menos frente al Barcelona por el trofeo Joan Gamper. Hoy en día, integra el plantel del Chapecoense en la Serie B.
Ximena Suárez fue la única mujer que sobrevivió al accidente. Era integrante de la tripulación de ese vuelo. Tiempo después, retornó a su trabajo como azafata y, tras el hecho fatídico, publicó el libro “Volver a los cielos”.
El mecánico del avión, Erwin Tumiri, estaba junto a Suárez en la parte trasera al momento del accidente y sufrió pocas heridas. Fue el primero en ser dado de alta. En la actualidad, estudia para ser piloto.