Por Facundo Scapparone
El paro agropecuario patronal de 2008, también conocido como “el conflicto de la 125”, fue uno de los hechos que marcó la historia política moderna de nuestro país. Para muchos también trazó el comienzo de una grieta que polariza a la sociedad hasta el día de hoy. Con una opinión pública fragmentada, los debates se hicieron cada vez más frecuentes. La lectura y las discusiones con amigos en el secundario llevaron a Sebastián Vidal a plantearse la necesidad de involucrarse.
Con Néstor y Cristina Kirchner como bandera política, Sebastián empezó a militar a sus 17 años. A los 20 hizo su debut como profesional en la CAI de Comodoro Rivadavia. “El activismo en el fútbol me parece fundamental. Creo que el jugador tiene muchísima llegada y, a partir de eso, puede hacerles llegar algunas cuestiones sociales a los más chicos que lo tienen de referente”, asegura.
Vidal acompañó su carrera profesional y su militancia política con estudios superiores: tiene un título terciario en comunicación y actualmente cursa economía en la Universidad de Avellaneda. “El impedimento a estudiar es una construcción cultural de lo que debe hacer y lo que no debe hacer un futbolista. No es una cuestión de falta de tiempo”, analiza. Un caso anómalo en un ámbito que hoy en día se mueve en función de otros intereses.
Las elecciones presidenciales de 2019, con la posibilidad de una nueva gestión de Mauricio Macri al frente de la Casa Rosada luego de cuatro años de endeudamiento, suba de tarifas, desempleo y pobreza fueron para Sebastián el momento de ir más allá: firmó, junto a más de 100 personalidades vinculadas al fútbol, una solicitada en apoyo al actual presidente Alberto Fernández. También organizó Futbolistas Unides, un espacio donde jugadores y jugadoras expresan su compromiso político y social. “Encontré mucha aceptación porque evidentemente muchos futbolistas sintieron también que era el momento de expresarse y lo hicieron. Haber encabezado esa movida es muy gratificante”, afirma.
A sus 30 años, Vidal anunció un precoz alejamiento de la práctica profesional de fútbol para aceptar la propuesta de ser Secretario de Deportes de la Ciudad de Avellaneda. Sebastián elige pararse en la vereda de enfrente de los jugadores a los que se les ofreció un cargo por el mero hecho de patear una pelota. “No soy un futbolista que se volcó a la política. No es mi caso, yo soy un militante”, alega. Quizás sea eso lo que lo diferencie en un deporte que, como él bien define, se vende como apolítico.