Por Yanella Palacios
Corrían los últimos días del invierno de 1984, se percibía el cambio de clima en el ambiente. El 11 de septiembre, justo en el día del maestro, nació una maestra de la vida. Giselle Muñoz, jugadora de tenis de mesa adaptado clase 7, que integra el seleccionado Nacional desde muy chica.
Esta hincha de San Lorenzo desde que era bebé trabaja en la Secretaría de Deportes de La Matanza y asistió a cinco JJ.OO. consecutivos desde Sydney 2000, al que concurrió con tan solo 15 años.
Al octavo mes de gestación, su madre sufrió un pico de presión del que Giselle sufrió las consecuencias. Esto le causó una hemiplejía, que es un acortamiento de tendones de la mitad del cuerpo, en el lado derecho. Pero ningún diagnóstico la frenó.
Su familia está conformada por sus padres y cuatro hermanos, de los cuales ella es la más chica: “Imagínate, estaba en una burbujita de cristal, que nadie me tocara, que nadie me hiciera nada, porque saltaban todos”, relata entre risas.
Once años después, una asistente social le sugirió a la familia que debía comenzar a hacer alguna actividad física para poder mantenerse, ya que la recuperación iba a tener un límite, por lo que la discapacidad quedaría para siempre.
Así conoció el Centro de Discapacitados de La Matanza (Ce.Di.Ma), pero no fue tan fácil. Cuando llegaron al playón de estacionamiento había un grupo de chicos jugando al básquet en silla de ruedas, deporte de mucho contacto físico. La madre al ver eso se asustó tanto que le dijo: “No, yo acá no te dejo, te van a lastimar, te van a fracturar la cabeza, te voy a sacar en una ambulancia”. Sin embargo, esa niña de 11 años no se quedó de brazos cruzados, insistió y persuadió tanto que al mes regresaron y fue ahí cuando arrancó todo.
El tenis de mesa llegó por casualidad o causalidad. Un día su profesora de recreación se ausentó, por lo que fueron al sector de ping pong; con una gran sonrisa en su rostro y la voz teñida de felicidad cuenta que fue amor a primera vista.
Al año, ya formaba parte del conjunto nacional y viajó sola por primera vez a un torneo que se disputó en Estados Unidos.
“En el momento que yo empiezo a viajar, había dos federaciones diferentes, que estaban separadas por discapacidad. Una era la de silla de ruedas y otra era la de parálisis cerebral, que era a la que yo pertenecía. Yo tenía más relación con los de silla de ruedas. Los chicos de mi federación se iban a ir a Miami, pero yo me quedé en Houston con los de silla de ruedas. Hice un tramo sola a los 12 años, al estilo Mi pobre angelito, me subí al avión para ir a Miami. Cuando bajo y los busco, ellos no estaban. Empecé a caminar sola, y por suerte encontré un policía mexicano que hablaba español. Estuve treinta minutos sola hasta que los encontré. Antes de abordar el vuelo que venía a Bs.As. de vuelta se me ocurrió llamar a mi mamá y decirle: ‘mamá los encontré’ y ella me dijo: ‘¿a quién encontraste?’ Pobre, la pasó mal. Creo que esa experiencia marca el antes y el después de cómo el deporte para una persona con discapacidad te da un montón de apertura mental, de cosas que quizás pensaba que no podía hacer y que en realidad el límite se lo pone uno”, dijo en una anécdota que refleja a pleno su personalidad y la forma de afrontar las distintas situaciones que se le presentaban.
Cosecha una vasta cantidad de títulos y medallas, pero hubo una que, según sus propias palabras, fue la más significativa y la frutilla del postre, ya que detrás de ese logro hay una gran historia.
Post Londres 2012 se iba a retirar para ser mamá, planificó todo y así sucedió. En junio de 2013 nació su primera hija, Martina, un mes después y con una cesárea encima volvió a los entrenamientos. El torneo Panamericano que debía disputarse en Brasil se suspendió dos veces. Finalmente lo pasaron para diciembre de ese año en Costa Rica. Llegó a jugarlo, salió campeona y clasificó directo al Mundial de Beijing 2014. El esfuerzo, amor, dedicación y constancia pudieron más. Logró ganar una medalla de bronce. Después de 20 años Argentina volvió a estar en un podio mundial y gracias a ella.
Es una gran referente en su disciplina y siempre le habla a los más jóvenes con la intención de generar conciencia de que el deporte es bueno y también es bueno estudiar. “Lo que constantemente les digo a los chicos es que lo primero que tienen que hacer es cursar una carrera, ya que el tenis de mesa no va a ser para toda la vida. Que se reciban y luego le dediquen todo el tiempo que quieran al deporte, siempre y cuando estudien”, cerró.
Como actual Presidenta de la Comisión de Para Atletas, rol que asumió hace un año, trabaja codo a codo con el Comité Paralímpico Argentino para defender los derechos de los deportistas o actuar en caso de injusticias. Así lo hizo hace unos meses atrás, cuando el Ministerio de Turismo y Deportes autorizó la vuelta a los entrenamientos para todos aquellos que vayan o tengan chances de clasificar a Tokio 2021, dejando afuera al entorno adaptado. Entonces ella junto a otros representantes se pusieron al hombro la situación y alzaron la voz para ser escuchados y tenidos en cuenta.
“El tenis de mesa es mi vida, porque no sé qué hubiese sido de mí sin haberlo conocido. Me dio libertad, independencia, sostén económico. Es todo”, cierre.