Por Alejo Zalazar
“Decidí seguir la carrera de boxeador, debido a que es lo que más amo, ya que desde muy pequeño me crié en el mundo del boxeo”, expresó con gran satisfacción el pugilista argentino Martin Coggi.
Rostro con forma rectangular, cabello ondulado de pigmentación dorado, cejas con pocas carencias de vello y ojos claros del color del cielo, es muy probable que por estas facciones fuera apodado el Principito. Coggi oriundo de Coronel Brandsen, ciudad ubicada al Sur del Gran Buenos Aires.
“Con tan solo un mes de vida ya estaba dentro de un cuadrilátero festejando junto a mi padre uno de sus títulos mundiales”, recordó con nostalgia Coggi, que desde muy corta edad poseía como referente e ídolo a su progenitor.
A medida que pasaban los años su amor por el deporte crecía cada vez más y más, sin embargo su padre no deseaba que su hijo siguiera su mismo camino, ya que no quería verlo sufrir. Para hacerlo cambiar de opinión, Látigo rememoró a El Equipo: “A los 13 años lo llevé a Martin a un gimnasio de la localidad de Berazategui, agarré a unos de mis mejores pupilos, que tenía alrededor de 10 o 15 peleas y le dije rompémelo”. Luego de esta situación el Principito terminó con su nariz hinchada y destrozada, pero con ese espíritu de perseverancia que lo caracteriza, jamás se dio por vencido y siguió luchando para seguir los mismos pasos que su padre.
En el proceso para convertirse en boxeador profesional, Látigo constantemente aconsejó al Principito para que se esfuerce y deje lo máximo en cada entrenamiento. Además le dijo que se mantuviera lejos de los excesos del alcohol y de las drogas, que lo alejarían de su sueño.
Con constancia y disciplina todos sus esfuerzos rindieron frutos, ya que el 25 de junio del 2005 logró debutar como pugilista profesional con un triunfo por nocáut técnico en el tercer asalto frente a Rubén Rojas. De ahí en adelante, hilvanó 14 victorias consecutivas y consiguió varios títulos sudamericanos; aunque luego padeció varias derrotas, siempre continuó de pie.
En 2011, se convirtió en comentarista de boxeo para el canal Fox Sports Latinoamérica. Es decir que en ese tiempo alternaba sus dos pasiones: el mundo de los guantes y el de estar frente a las cámaras.
Con 37 años, se encuentra estudiando actuación, una vocación que le genera enorme felicidad. “Participé como extra en la serie de Carlos Monzón y en la del Tigre Verón”, afirmó con orgullo. Asimismo una vez que se retire planea poder trabajar como actor.
Al ser el hijo de una leyenda, a lo largo de su vida siempre padeció cuestionamientos y presiones, pero Coggi con tenacidad lo supo sobrellevar de tal manera que pudo cumplir el sueño de su vida, el de ser boxeador.