sábado, noviembre 23, 2024

Diego Biondi, nacido para jugar futsal

Por Agustín Kuc 

La cultura argentina se destaca por tener una tendencia a idolatrar a personajes que se desarrollan en diversos ámbitos de la sociedad. Por consiguiente, algunos obtienen un papel más protagónico que el de otros, que varía según la popularidad de dicho ser humano en la comunidad que se desarrolla. Este es el caso de Diego Biondi o Pepe, como se lo conoce en el mundo del futsal nacional. Líder silencioso de la escuadra, aclara con una risa irónica: “Llevar una cinta en el bíceps no te convierte en el dueño de un equipo”.

“Siempre trato de inculcar que, dentro de un grupo, existen los momentos para reírse y otros que requieren seriedad. Si no hay un buen clima en el plantel es muy difícil que lleguen resultados positivos”, destaca.

Aferrado a una pelota desde los cuatros años, el nacido en Villa Pueyrredón remarca que “el futsal es el deporte más hermoso que hay, porque tiene cosas de todas las disciplinas”, que “es una actividad que te genera vértigo a la hora de jugar” y que “estás siempre con la pelota entre los pies”.

“Me crié y toda mi carrera fue en el deporte amateur. Cuando era pibe me pagaban una changa y con eso cubría los gastos de la facultad, entre otros. Estoy acostumbrado a sostener mi vida futsalística por medio de otra fuente laboral”, señala el surgido en las inferiores de River Plate. Y asevera: “En la actualidad, muchas personas referidas al deporte tienen la posibilidad de vivir de este. Más allá de lo económico, la diferencia física y psicológica que se encuentra en esta gente es impresionante. Están, constantemente, preparándose para el partido. Correcta alimentación, descanso medido, entrenamientos específicos. Todos estos factores, dentro de la cancha, establecen un orden jerárquico entre jugadores de una misma disciplina”.

Bisnieto del ex Boca Juniors Salvador Biondi; nieto de Ignacio Biondi, ídolo en Platense, e hijo del histórico Ernesto Biondi, integrante del once titular de San Lorenzo denominado Los Carasucias, confesó: “Mi viejo me dijo que priorice el colegio y la educación, porque el fútbol a él no lo salvo de nada. Aun si tenés la oportunidad de debutar y vivir del deporte, uno tiene que saber administrar el dinero y organizar su vida de cara al retiro”.

“Siempre fui una persona que me manejé, dentro y fuera de la cancha, como un señor. No me caracterizo por ser un líder de grupo agresivo, de esos que te arengan y gritan, sino que me destaco por dar consejos técnico-tácticos, apoyar a quienes tienen un bajón anímico. Primero es la persona y luego el jugador de fútbol”, aduce el experimentado de 35 años, premiado en 2003 por la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) por la Caballerosidad Deportiva.

El alero izquierdo con presente en Alvear, club que milita en la Primera C del futsal argentino, acaricia la jubilación de la disciplina, aunque manifiesta: “Por suerte, el físico y la mentalidad me dan. El futsal es un cable a tierra y aun me siento con condiciones. Poder entrenar, disputar un partido, disfrutarlo con aquellas personas que son conocidas del ambiente de toda una vida, eso es lo lindo”. Y añade: “Sigo jugando porque me apoyan, ya es un hábito. Desde pequeño que mis padres me han inculcado ir a un club, ya sea a entrenar como pasar el rato. Si toca el retiro, seguiré como director técnico, ayudante de campo o lo que fuere, pero siempre voy a estar ligado a la actividad”.

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