viernes, abril 26, 2024

Bocha Maschio, memoria viva del fútbol

Por Pedro Duffau, Leandro Gambino y Marcelo López Aspuru

“Racing es mi segundo hogar. Soy socio vitalicio y hace 25 años que trabajo en el club. La verdad que es mi vida. Siempre le digo a mis hijos que Racing es lo más lindo que me pudo haber pasado”. Suscribe Humberto Dionisio Maschio, uno de los más grandes futbolistas argentinos de todos los tiempos.

-¿Encontrás alguna diferencia entre la época que jugabas y la actual?

-Antes, el mediocampista corría entre cuatro y cinco kilómetros por partido. Hoy hacen entre 11 y 12 por encuentro y al doble de velocidad. Es muy difícil jugar en estos días, hay muchas fricciones y los futbolistas se lesionan mucho más que antes. No pueden frenar de la velocidad que llevan. Antes te daban ventaja y uno podía dar un pase de 30 metros, te daban cierta libertad que ahora no te la dan. Hoy te enciman, te marcan, fijate que hasta a los grandes jugadores les cuesta.

El Bocha surgió en Arsenal de Llavallol, pasó por Quilmes hasta que llegó a Racing Club en 1954, el club de sus amores.  Después fue vendido al Bologna de Italia, donde también jugó en Atalanta, Fiorentina y en el Inter.

-Cuando llegaste al fútbol italiano, ¿viste algo diferente con respecto al fútbol argentino?

-La diferencia que encontré fue en la preparación física. En Racing entrenábamos tres veces por semana. Llegué a Italia para la pretemporada y entrenábamos a la mañana antes de desayunar, íbamos en ayunas y corríamos en la montaña. Después de desayunar, dormíamos y antes de almorzar hacíamos físico y con pelota. Luego almorzábamos, de vuelta dormíamos y hacíamos lo mismo que la mañana, seguíamos trabajando con la pelota.  A la noche, los jugadores salían a caminar o a tomar un café, pero yo me iba a dormir. Poco a poco me fui adaptando. El cambio que hice en la parte física fue tremenda, lo sufrí mucho al principio. Mirá que yo me cuidé siempre, pero igual me costó.

-En el Atalanta dejaste una huella muy grande.

-Sí, fueron mis mejores años en Atalanta (jugó de 1959 a 1962). Estando allí me nombraron el mejor mediocampista del siglo. Tal es así, que me compró el Inter. En Atalanta logré mi pico de rendimiento. Era un club chico, pero era difícil jugar contra nosotros porque jugábamos bien al futbol. Había jugadores de mucha categoría.

-¿Notaste algún cambio en el futbol argentino en cuanto al entrenamiento cuando volviste?

La verdad que cuando volví ya no noté esa diferencia en el fútbol argentino con respecto al italiano que había notado cuando me fui. Nosotros teníamos un preparador físico, Ojeda, que era un fenómeno, muy actualizado, estaba todo el tiempo informándose. Nos hacía entrenar muy bien, la verdad que me adapté perfectamente. Incluso me cargaban los muchachos, Juan Carlos Rulli (compañero en Racing) me decía: “Bocha deja de robar que ya estás grande”. Tiempo después, me confesó que yo jugaba mejor que ellos y era uno de los que más corría.

Maschio regresó a Racing y salió campeón del torneo local, la Copa Libertadores y la Copa intercontinental en 1967 ganándole al Celtic de Escocia 1 a 0 con el tan recordado gol del “Chango” Juan Carlos Cárdenas.

-¿Qué significó lograr la primera y única Copa Intercontinental con Racing en 1967?

-Fue una sorpresa muy grande para mí. Mi único deseo era terminar mi carrera dignamente en Racing. Yo hablaba con el entrenador Juan José Pizzuti y él me decía: “Yo necesito a alguien como vos que pueda darme un poco de pausa”. Cuando llegue acá, Racing tenía un invicto de 15 partidos. Tal es así, que salimos campeones y estuvimos 25 partidos más sin perder. En 1967, teníamos un equipo fantástico. Una vez estábamos ganando 4 a 0 y el director técnico nos dijo: “Ahora no se van a tirar atrás eh”. Pizzuti tenía una mentalidad ganadora tremenda, para mí un genio. Nos enseñaba mucho. Antes de cada entrenamiento nos hablaba 30 minutos de la vida y de futbol y nos decía que siempre había que atacar y nunca defenderse. La única vez que estudió al rival fue al Celtic. Nos dio un librito con todas las indicaciones a cada uno.

-¿Tenés alguna anécdota con Pizzuti?

-Yo le había dicho a Pizzuti que dejaba el futbol. Entonces siempre me sacaba todos los partidos. Un día me enojé y le pregunté porque siempre me sacaba, insultándolo y al otro día me respondió: “Cómo me puteaste ayer”. Pizzuti era tan inteligente que no te contestaba ahí en el momento porque por ahí el jugador estaba tan embalado que no sabía dónde podía terminar esa conversación. Pizzuti era un genio como técnico. Yo era muy amigo de él. De joven yo iba a su casa o él venía a la mía.  Pero después en la cancha le teníamos que hablar de “usted”, no quería que nadie lo tutee. Ahí éramos todos iguales. Pizzuti no hacía diferencia y nos enseñó mucho a todos.

El Bocha jugó en la selección argentina entre 1956 y 1957 y en la italiana, en la que participó en el Mundial de Chile en 1962.

-¿Cómo fue jugar en dos selecciones, tanto en la italiana como en la argentina?

-Jugué en la selección italiana de casualidad ya que el número 8 de ellos, Giampiero Boniperti se lesionó y entonces me convocaron a mí. Participé de cuatro partidos antes de ir al Mundial de Chile. Fui porque se lesionó ese hombre que era un fenómeno a último momento. En la Selección Argentina salimos campeones del Sudamericano en Lima en 1957 (hoy Copa América).

-¿Cómo fue salir campeón con la Selección Argentina?

-La verdad que fue un equipazo el que jugó en Lima. Estaba Orestes Corbatta, Antonio Angelillo, que jugó poco en Argentina, un jugadorazo con mucha categoría. Fue el goleador del Inter durante muchos años. Estaba Enrique Sivori, otro genio, y Osvaldo Cruz que jugaba de extremo izquierdo. Le ganamos a todos por goleada. Ganamos 8 a 2 a Colombia, 3 a 0 a Ecuador, 4 a 0 a Uruguay, 6 a 2 a Chile, 3 a 0 a Brasil y salimos campeones. Hubo una anécdota: el técnico Guillermo Stábile nos dio una noche libre y salimos todos. Al otro día, perdimos 2 a 1 contra Perú y el embajador argentino en aquel país, el General Dalton, se enojó con nosotros y nos dijo: “Ahora esta gente nos va a cargar, por favor hagan la revancha”. Entonces el entrenador nos reunió a todos y nos dijo: “El que quiere ir a Buenos Aires se va. El que se queda, vamos a hacer la misma vida que hicimos antes”. Desayunábamos en el hotel e íbamos al club “El revolver” a 20 kilómetros, ahí entrenábamos y almorzábamos. A la tarde entrenábamos de vuelta y a dormir. Les ganamos 4 a 1 a los peruanos. Fue un equipo fantástico.

-¿De dónde surgió el apodo Carasucias? 

-En ese tiempo, había una película que se llamaba “Los Carasucias” sobre muchachos que eran de la vida, de casas pobres. Jugamos tan bien en Lima que nos pusieron “Los Carasucias”. La verdad que era un equipazo.

-En el Mundial de 1962 jugando para Italia, ¿la pasaron mal en el partido contra Chile en la famosa “Batalla de Santiago”?

-Había un periodista italiano que se equivocó, habló de la pobreza y el sistema de vida que había en Chile. Al escuchar eso, todos los chilenos estaban en contra de nosotros. No podíamos dormir porque venía toda la gente a la madrugada y nos tiraba piedras, ponía música, cantaba y tocaban el bombo. Y cuando jugamos contra ellos en la primera ronda, el referee era un inglés y nos perjudicó. Al principio expulsó a uno nuestro y a los 29 minutos nos echó a otro. Jugamos todo el partido con nueve hombres y perdimos 2 a 0.

-¿Cuál fue el mejor jugador que viste adentro de una cancha?

-Mirá, vi a Alfredo Di Stefano, un genio. Jugué contra él varias veces. Era veloz, jugaba en toda la cancha, metía goles y daba pases gol. Después lo vi a Pelé. Otro fenómeno. Jugué un par de veces contra él también. Además, la humildad de ese hombre, no te podés imaginar. Después lo vi a Johan Cruyff, a Diego Maradona y a Lionel Messi. Cada uno en su época fueron los mejores. Otro gran futbolista actual es Cristiano Ronaldo, gran jugador y goleador.

Humberto “Bocha” Maschio fue un mediocampista excelso y que a la vez hacía goles. En 1968, terminó su carrera en Racing con 44 goles en 139 partidos. Y en la Selección Argentina marcó 12 goles en 12 encuentros.

El destino quiso que sea entrenador de Independiente. Salió campeón de la Copa Libertadores y la Copa Interamericana en 1973. En Racing tuvo un paso breve como técnico, hizo dupla con Gustavo Costas en la temporada 1999/2000.

Con el paso de los años, está más vigente que nunca y, para todos los hinchas de Racing y del fútbol, el Bocha será una leyenda.

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