Por Micaela Delzart
El capitán del Barcelona, Lionel Messi, decidió quedarse en el club de sus amores y en donde jugó la mayor parte de su vida. En Argentina, en Independiente, hubo un jugador que ganó todo y nunca se fue de su institución: Ricardo Enrique Bochini.
El máximo ídolo de Independiente opinó sobre la permanencia del capitán del club español y afirmó: “En estos momentos pienso que es lo mejor para Messi, porque la situación como se estaba dando era bastante complicada y él tiene que terminar bien su carrera con el Barcelona. Messi aclaró que el tema fue con el presidente, con quien no estaba bien”.
Perfil bajo como el capitán del Barça, Bochini nunca fue de meterse en problemas mediáticos. No le interesaba la vida privada de los demás: a él solo lo movía la pelota. Tenía una inteligencia para poder parar y ver el juego en un segundo y lograr jugadas que muy pocos preveían. No por nada que es el ídolo de Diego Maradona.
En Argentina hubo varios jugadores que pasaron por un solo equipo en toda su vida. Entre ellos, Antonio “Rata” Rattin (Boca, 1956-1970), Natalio Pescia (Boca, 1942-1956), Reinaldo “Mostaza” Merlo (River, 1969-1984), Miguel Ángel Russo (Estudiantes, 1975-1988), Abel Ernesto Herrera (Estudiantes, 1957-1975), Ángel Allegri (Vélez, 1946-1960), Omar Asad (Vélez, 1992-2000), Carlos Ruiz (Arsenal, 1993-2008), Guillermo Ríos (Independiente, 1984-1997), Víctor Paredes (Atlanta, 1990-2002) y Gastón Turús (Belgrano, 2000- 2016), pero ninguno es tan recordado por esa permanencia como Bochini.
Comenzó a jugar desde chico en el Club Atlético Belgrano de Zárate, pero a los 15 años un exjugador del Rojo, Miguel Ángel Giachello, lo llevó a probarse al club. No lo paró ni siquiera las cuatro horas que tenía que hacer para ir y volver de Zárate a Avellaneda, hasta que se sumó a la pensión del club. Su mundo era el fútbol e Independiente, y lo fue por 19 años.
En la actualidad, es muy difícil retener jugadores, ya sea porque el club necesita dinero, el jugador quiere un mejor contrato o competir en otras ligas, o no se siente cómodo en el equipo. Que un deportista del nivel del excapitán de Independiente se quede tantos años es un logro indiscutible.
“El caso de Bochini es excepcional porque terminó en Independiente. Hay jugadores que están 15 años en un club, pero cuando se retiran van a jugar a categorías más bajas. Lo habitual desde muy temprano, desde antes del profesionalismo, era que los jugadores cambiaran de club. Por eso yo lo tomaría como un caso excepcional, sumado a su talento”, expresa el sociólogo y autor de Historia social del fútbol, Julio Frydenberg.
El ídolo del Rojo jugó 714 partidos y anotó 108 goles. Como en esa época no se llevaban las cuentas como ahora, no se sabe con exactitud, pero se calculan más de 200 pases suyos que terminaron en gol.
Logró conseguir en su carrera cuatro Copas Libertadores (1973, 1974, 1975 y 1984), tres Copas Interamericanas (1973, 1974 y 1976), dos Intercontinentales (1973 y 1984), dos campeonatos de Primera División de Argentina (1983 y 1989) y dos campeonatos nacionales (1977 y 1978).
Además de su participación en la Selección Argentina, aun con sus altos y bajos con los técnicos, logró conseguir su lugar en el Mundial de 1986 y salir campeón del mundo.
Bochini fue de las personas más importantes para conseguir la mística del club de Avellaneda. Que nunca se haya ido a jugar al exterior tiene muchas explicaciones y una de ellas es que no eran tan populares los traspasos afuera del país. Podemos ver el caso de la Selección Argentina de 1978, en la que el único jugador que estaba en un club extranjero era el delantero Mario Kempes, quien jugaba en el Valencia de España.
“En esos años, el fútbol del exterior era más rústico que el juego de acá. Los jugadores de ese estilo no eran tan requeridos y Bochini se destacaba más por su inteligencia que por lo físico”, explica el autor del libro Partido Rojo, Claudio Gómez.
También era un tema de comodidad. Su familia estaba cerca de él y el club hacía lo posible para que El Bocha tuviera todo lo que pidiera, aunque hubo algunos problemas al final de su carrera con los pagos de su salario. “Ningún presidente hubiera querido haber quedado en la historia como la persona que vendió a Bochini. Haberlo vendido sería una mancha para esos dirigentes”, dice Gómez.
El ex enganche tampoco se fue a ningún otro club de Argentina, aunque aparecieron rumores que lo vincularon con Boca, pero no pasó a mayores. Además, el hincha del Rojo no hubiera permitido que su mejor jugador se fuera. “No me hubiera cambiado en esa época porque Independiente era el mejor equipo de Argentina y Sudamérica, estaba muy cotizado en el mundo, jugábamos cosas importantes y uno estaba muy cómodo con la gente y todo”, argumenta Bochini, y recuerda: “El otro día estaba viendo un reportaje de cuando vine de Italia y le hice el gol a la Juventus. Tenía 19 años, y dije: ‘Me gustaría terminar en este club mi carrera’. Lo dije en el ´73, 17 años antes, y jugué hasta 1990”.
Además del cariño que tenían y tienen los hinchas de Independiente, muchos aficionados de otros clubes lo respetan sin importarles la camiseta. Hasta sus excompañeros lo tenían de referente en el equipo. “Bochini fue mi ídolo de chico, lo veía en la tele de chiquito desde La Rioja y siempre quería jugar como él. Después se cumplió mi sueño al jugar a su lado y salir campeón. Para el hincha de Independiente es Dios. Es su máximo ídolo y nadie lo va a igualar”, comenta Gerardo “La Vieja” Reinoso.
Hubo una sola vez que el jugador no pateó la pelota para el Rojo, sin contar los partidos amistosos, por una gestión rápida de la Asociación de Fútbol Argentino (AFA) y la firma con Barracas, que entonces hacía de local en Bolívar. El 25 de febrero de 2007, Bochini usó la camiseta que debajo de su nombre decía: Homenaje a Barracas Bolívar. Jugó 41 minutos del primer tiempo y término ganando 2-1 frente a Deportivo Argentino de Pehuajó. Igualmente, este partido fue 16 años después de su retiro.
Actualmente, Bochini recluta jugadores en las inferiores del club. El cariño de los hinchas sigue siendo tan grande que tiene su propia calle “Ricardo Enrique Bochini” en la cuadra del estadio. Lo único que ve malo de su época es la poca difusión que había en los medios, pero tampoco niega que sería diferente si él jugara en estos momentos: “Hoy el jugador no aguanta más de uno o dos años porque se tiene que ir por un montón de cosas. El club necesita vender jugadores, los jugadores ganan fortunas afuera, pueden ir con toda su familia y no están tan distanciados como podía ser antes”.
Hoy la mística que dejó el jugador junto a sus compañeros se ve apagada. Los jugadores no están conformes con el club y por eso deciden marcharse. La diferencia que marcó Bochini es enorme. El amor por el club que le dio todo lo pudo más que cualquier otra cosa. Messi tuvo que tomar la misma decisión en Barcelona, con conflictos diferentes, pero sentimientos parecidos.