Por Sebastián Madre y Matías Huberman
Gerardo Alcoba debutó en Wanderers en 2004. A partir del siguiente torneo se haría con la titularidad y el 24 de septiembre de 2005 anotó su primer gol como profesional.
En 2008 fichó por Peñarol, equipo con el que consiguió tres títulos locales y rendimientos que lo llevaron a la selección de Uruguay. Colón de Santa Fe fue su próximo destino en 2014, pero rápidamente fue cedido a Liga de Quito y luego a Pumas, donde fue premiado como el mejor defensor del fútbol mexicano. Su peregrinaje continuó en Santos Laguna, donde en 2018 fue campeón del torneo Clausura, y un año después regresó al equipo de Victoria, al que ayudó a obtener la primera estrella de su historia tras vencer a Boca en la final de la Copa de la Superliga en 2019.
Hoy su equipo milita en la Primera Nacional, pero también se prepara para retomar la disputa de la Copa Libertadores de América, para la cual ya hay fecha de reanudación. Su entrenamiento en cuarentena, sin embargo, no le impide hacer una pausa y dialogar con El Equipo para reflexionar sobre el extenso parate por la pandemia de coronavirus y acerca del fútbol en general.
– ¿Cómo estás viviendo la cuarentena?
– La verdad es que es algo inexplicable. Nunca nos imaginamos que el virus llegaría a Sudamérica y estamos todos sorprendidos. En la familia estamos siendo precavidos y tomando todos los consejos que nos dicen los especialistas. Somos privilegiados porque, por suerte, nadie se contagió. Lamentablemente esto trae consecuencias laborales, económicas y también mentales.
– ¿Cómo es tu rutina en el día?
– Por suerte tengo el día marcado y varias actividades. Me levanto muy temprano, me preparo el desayuno y luego ayuda a mi familia con la limpieza del hogar, lo que me lleva un tiempo. Después de eso me contacto con el resto de mi familia por llamados con el celular y luego hago una rutina de entrenamiento de una hora. Almorzamos, duermo una siesta y algunas veces voy al fisioterapeuta del club para hacerme controles por la molestia en el aductor, hasta que regreso a casa.
– Si no hubieses sido futbolista, ¿qué te hubiera gustado hacer?
– Me hubiera gustado ser músico. Admiro a quienes se dedican a esa actividad. Creo que el de la música es un talento hermoso para desarrollarse.
– ¿A lo largo de tu vida qué otros trabajos tuviste?
– Cuando era muy chico ayudaba a mi papá en un local de golosinas Estuve dos meses con él. También trabajé en un bazar acomodando vasos y vajillas de vidrio, después labure en una cancha de tenis y por último me dediqué a pintar cabañas en la playa en Punta del Este.
– ¿Cuál era tu ídolo de chiquito?
– Nunca fui de tener ídolos, pero todos los jugadores de Peñarol para mí eran héroes. Por suerte, con el paso de los años me empecé a hacer amigo de la mayoría de los jugadores y tuve la oportunidad de jugar con varios de ellos, y también los tuve como directores técnicos.
– ¿Qué opinas del fútbol femenino?
– Me parece perfecto que esté ganando terreno. Creo que las mujeres deben tener la oportunidad de ocupar un lugar más importante en el mundo del fútbol. En México la movida del fútbol femenino es enorme. Lo profesionalizaron hace poco y tiene mucha más popularidad que acá. Me gustaría que se le diera más bola, más prensa, más herramientas y que también se les pagara un salario a todas las jugadoras.
– ¿Con qué jugadores sentías que tenías más química a la hora de jugar?
– Durante mi carrera con el compañero que más cómodo me sentí fue con Carlos Izquierdoz, en Santos Laguna. En Tigre me complementé bien con (Sebastián) Prediger, el “Marciano” Ortíz, (Lucas) Mennosi, (Néstor) Moiraghi y Gonzalo Marinelli.
– ¿Qué consejos o mensajes les dejarías a los chicos que recién están empezando a jugar?
– Mi mejor consejo que puedo dar es que tengan disciplina. Cuando yo fui disciplinado logré mis objetivos, cuando dejé de serlo porque empecé a jugar en Primera División y comencé a ganar mis sueldos caí en un pozo, y cuando retorné a ser disciplinado volví a tener éxito.