Por Wenceslao Plesky, Manuel Mel y Agustín López Nicolas
En tiempos de pandemia, el actor César Bordón se encuentra pasando la cuarentena junto a su esposa e hija, en el barrio de Boedo. En pocas ocasiones, sale de su casa para comprar alimentos y medicamentos, cuando es necesario. Afortunadamente para él, el virus llegó en un momento de paz y tranquilidad, que le permite aprovechar más el tiempo para disfrutar con su familia.
Bordón actúa en Luis Miguel: la serie, interpretando a Hugo López, representante del cantante. Además trabajó en Campanas en la noche, Relatos Salvajes y un sinfín de películas. Pero tiene una vida paralela que pocas personas conocen: su pasión por el deporte. Es hincha de River y allí jugó al básquet durante toda su infancia y adolescencia.
Tuvo una vida muy relacionada a El Millonario. Allí ha vivido momentos que le quedarán para siempre en su memoria. Desde haber pisado el Estadio Monumental y alentar desde las gradas, como el hincha fanático que es, hasta bailar, junto a sus amigos, la música disco de principios de los ’70 y ’80, en los carnavales que organizaba el club.
A los 25 años dejó de jugar en River y, hasta hace poco, se juntaba con sus viejos compañeros para despuntar el vicio. Ahora no juega por miedo a lesionarse, pero no se pierde ningún partido que pasan por la televisión, ya que disfruta de verlos. Durante su juventud, mientras estaba en la categoría cadetes, fue árbitro de básquet y dirigía los encuentros de los más chicos.
-¿Cómo y cuándo nació tu fanatismo por River?
-Nací como hincha y conviví con eso durante toda mi vida. Siempre digo que yo no soy de River, yo soy River. La diferencia es que me críe en el lugar, mi papá es hincha, entonces desde siempre he ido a la cancha pero, más que ir al estadio, siempre fui al club, a las actividades sociales.
-¿Cómo describirías tu infancia y adolescencia alrededor de River?
-Fue maravillosa. Era fantástica, con compañeros, que eran vecinos, nos juntábamos e íbamos, a veces con un sándwich o con un bife crudo y le pedíamos a alguien que nos lo haga en la parrilla. Pasábamos el día, nos quedábamos en la pileta, jugábamos al básquet, al fútbol. Era un chico que estaba diez horas en un lugar. Cuando crecí, iba a los bailes de carnavales, que se hacían en el club, me juntaba con chicos y chicas, nos metíamos a la pileta y jugábamos mucho al truco.
-¿Cómo surgió la idea de que River apareciera en la serie de Luis Miguel?
-Fue bastante casual el asunto. Cuando fui seleccionado para trabajar, me pidieron algunas fotos personales, para ilustrar mi casa, y era como una especie de mimo para tratarme bien. Me preguntaron de qué equipo era hincha y dije de River Plate. Pusieron un cuadro del Beto Alonso, que creo que ni yo, ni nadie, pensaba que iba a tener tanta importancia de la que finalmente tuvo.
-¿Cómo fue haber conocido al Beto Alonso?
-Fue fantástico. Resulta que, en algún momento, se lesionó y yo estaba en el club, dentro de un auto junto con mi mamá. Ella se acercó y me dijo de saludarlo. Yo en ese momento era chico, tenía 11 o 13 años, pero mi madre le pidió que me saludara, por lo que él me dio la mano y me saludó con total normalidad. A partir de ese momento me dije a mi mismo ‘si en algún momento soy famoso, voy a ser como este tipo, que es amable y saluda a la gente’.
-En 2018, tomaste una popularidad muy grande y River ganó la Copa Libertadores contra Boca, ¿cómo describirías ese año?
-Hay años en los que todo sale, así es la vida y así es el mundo. Lo vivo con mucha alegría, pero trato de ser equilibrado y de no salirme de tono. Pienso que todo es producto de un esfuerzo y una circunstancia, que confluyen en un momento determinado. Así lo vivo, como si fuera un proceso de siembra y cosecha constante.
-Practicaste básquet en River, Obras, Náutico Buchardo y en Club Palermo, ¿Alguna vez pensaste en llegar a ser jugador profesional?
-Cuando era más chico, jugaba de base, pero cuando crecí me fui quedando bajo de estatura. A medida que fui juvenil, salí un poco de ese lugar. También jugué de llevador y de ala. Yo quería ser jugador profesional, pensaba en eso, era mi plan, pero, por mis limitaciones basquetbolistas, se fue cambiando un poco lo que había planeado, y después empecé a estudiar teatro.
-¿Fue difícil tomar la decisión de dejar de jugar al básquet y dedicarte a la actuación?
– Fue un proceso natural, a medida que fui estando más tiempo en el banco que dentro de la cancha, se hizo difícil. A pesar de ser alto para la vida normal, me fui quedando bajo para ser jugador y empecé a jugar cada vez menos. No era tan bueno o no me destacaba. Como estaba estudiando teatro y empezaba a salir de noche, no fue una decisión muy difícil de tomar. Cada vez iba a entrenar menos y un día lo dejé por completo. Lo sigo disfrutando, pero desde otro lugar.