jueves, noviembre 21, 2024

Imola, el circuito maldito de la Fórmula 1

Por Ramiro Ohana

A causa de la pandemia por el coronavirus que trajo como consecuencia cancelar todas las carreras a disputarse en América, la Fórmula 1 decidió cubrir estas competencias agregando tres grandes premios en Europa, entre ellos el de Imola, que vuelve a aparecer en escena 14 años después.

El último GP que se celebró en Imola fue el de San Marino en 2006, que tuvo como ganador al piloto alemán Michael Schumacher, cuya jornada fue más que especial aquel fin de semana del 23 de abril: batió el récord de Ayrton Senna al sumar su pole número 66 (llegó a un total de 68 en su carrera, hoy superado por las 90 de Lewis Hamilton) el sábado y el domingo se coronó con un primer puesto heroico después de una batalla “rueda a rueda” con el Renault de Fernando Alonso. Lo mismo había ocurrido un año antes, en el mismo circuito y casi en la misma fecha (24 de abril de 2005), pero aquella vez con el español como vencedor sobre el de Ferrari.

La región de Emilia-Romaña, en Italia, tiene un estrecho vínculo con el mundo automotriz. Por eso, no fue una sorpresa cuando se inauguró un circuito en la ciudad de Imola en abril de 1953. Su primer evento oficial fue el Gran Premio Coni, perteneciente al Campeonato Italiano de Motociclismo, que se disputó en el Autodromo Enzo e Dino Ferrari, cuyo nombre fue puesto por padre e hijo respectivamente, al ser los primeros que probaron el autódromo con sus autos.

Enzo Ferrari, piloto y fundador de la de Scuderia Ferrari.

La región italiana alberga varios constructores de automóviles de carreras, como Ferrari, Lamborghini y Maserati. Al terminar la Segunda Guerra Mundial, la ciudad de Imola lanzó un programa para mejorar la economía local. Cuatro entusiastas de las carreras automovilísticas propusieron la construcción de una nueva vía, para que se uniera a las vías públicas existentes, y que pudiera ser utilizada por los fabricantes locales para probar sus prototipos. La construcción se inició en marzo de 1950 y las primeras pruebas de vehículos se llevaron a cabo dos años más tarde, cuando el empresario italiano Enzo Ferrari, fundador de la Scuderia Ferrari, mandó a probar uno de sus vehículos.

Para 1963, la Fórmula 1 tuvo su primer acercamiento con esta pista que, en un futuro, albergaría uno de los capítulos más oscuros de su historia. En esa ocasión, la carrera no repartió puntos pero, de cualquier modo, fue conquistada por el eventual campeón de ese año: el británico Jim Clark, del equipo Lotus Climax.

Fue hasta 1979 que la F1 regresó a Imola, aunque nuevamente sin validez para la clasificación. De hecho, la cita se disputó bajó el nombre de “Gran Premio Dino Ferrari”. El podio del evento, pactado a 40 vueltas, estuvo conformado por el austriaco Niki Lauda (Brabham), el argentino Carlos Reutemann (Lotus) y el sudafricano Jody Scheckter (Ferrari).

Dicho ensayo, en conjunto con algunas modificaciones que se hicieron en los ´70 para la seguridad de los pilotos, valió para que el trazado fuera integrado formalmente a la competencia. Primero como sede del GP de Italia y, luego, como GP de San Marino, prueba que se corrió de 1981 a 2006. De inmediato, se convirtió en una de las fechas más atractivas para los fanáticos del automovilismo, pero también de las más peligrosas.

Uno de los primeros sustos que se llevó un piloto de la máxima categoría en Imola fue el austríaco Gerhard Berger, en 1989, cuando en la famosa curva Tamburello no pudo girar ni frenar, por lo que salió disparado hacia el paredón. En un abrir y cerrar de ojos, su Ferrari estaba envuelta en llamas. La estremecedora imagen “solo” le dejó lesiones de quemaduras en sus manos.

La Ferrari del austríaco Gerhard Berger prendida fuego en 1989.

Pero en la edición de 1994, el drama no dio tregua. En las prácticas del 29 de abril, Rubens Barrichello voló con su monoplaza del equipo Jordan y se estrelló contra el muro en la curva Variante Bassa. Morí durante seis minutos. Me apagué totalmente en el acto. Fue un impacto de 90G, 90 veces 72kg. En el golpe me tragué la lengua. Me quedé un mes, más o menos, con memoria corta”, delcaró.

Los oficiales de pista llegaron rápidamente al lugar y pusieron el monoplaza en la posición correcta, pero vieron que el brasileño de 21 años no se encontraba bien. Poco después, el equipo médico comandado por el Dr. Sid Watkins llegó para ayudar al piloto. Según el doctor, el piloto se había tragado la lengua y estuvo “muerto” durante unos minutos. La eficiencia del equipo de rescate fue fundamental, dada la violencia del impacto.

Rubens Barrichello en el momento del impacto, que luego declaró: Morí durante seis minutos”.

Barrichello fue atendido durante 10 minutos y enviado al centro médico del circuito, donde recibió la visita de Senna, quien inmediatamente había abandonado el garaje de Williams para visitar a su amigo y compatriota. El tricampeón del mundo se sintió aliviado: “Rubinho” estaba lesionado, pero consciente y su vida ya no corría peligro.

Pese al susto del piloto de Jordan, lo peor estaba por venir. El 30 de abril, en el día de la clasificación, al austríaco Roland Ratzenberger se le desprendió el alerón delantero de su Simtek a la altura de la curva Villeneuve. Esto produjo una sustancial pérdida de adherencia en la parte delantera del auto, lo que motivó que el monoplaza siguiera derecho, golpeándose fuertemente contra el muro y casi de frente a más de 300 km/h. Tras el impacto, el coche se deslizó varios metros y quedó tendido cerca de la curva Tosa, donde murió casi al instante.

Para el día de la carrera, el 1 de mayo, Ayrton Senna tenía planeado rendir homenaje a Ratzenberger, por lo que guardó una bandera de Austria en su monoplaza. No obstante, el gesto nunca se concretó porque el tres veces campeón de la F1, en aquel entonces al volante de Williams, falleció tras salirse de la pista en la curva Tamburello.

El Williams de Ayrton Senna después de estrellarse en la curva Tamburello.

Al momento del percance, el monoplaza impactó contra un paredón de cemento a 218 km/h. La rueda delantera derecha se desprendió y golpeó su casco, mientras que un perdigón de la llanta delantera le atravesó el casco y la visera, ocasionándole fracturas en el cráneo con pérdida de masa encefálica. Si el perdigón hubiera pasado 2 cm más arriba de su cabeza, la leyenda de la Fórmula 1 no habría muerto en el Autodromo Enzo e Dino Ferrari.

Un año después de aquel doloroso fin de semana, el circuito de Imola sufrió modificaciones en las curvas Tamburello, Tosa y Villeneuve, así como en la zona conocida como Acque Minerali, y se añadió una chicane para reducir la velocidad de los monoplazas en la curva donde falleció Senna a sus 34 años.

El GP de San Marino se mantuvo dentro de la Fórmula 1 hasta 2006, pero el 2020 volverá a ser testigo, del 31 de octubre al 1 de noviembre, de uno de los circuitos que más tragedias causó en la historia del deporte.

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