viernes, abril 19, 2024

Horacio Elizondo: el sueño mundialista de principio a fin

Por Camila Valente 

En un Mundial de fútbol hay muchos protagonistas, no solo los jugadores. Un gran número de personas intervienen en el desarrollo del juego, aunque no sean aquellos que corren detrás de la pelota. El Mundial que se disputó en Alemania en 2006 tuvo un protagonista especial. Un hombre que llegó a Europa desde Argentina, destinado a dirigir el partido inaugural y que terminó impartiendo justicia en la final que disputaron Italia y Francia, que quedó grabada para siempre en la memoria de todos los futboleros.

El argentino Horacio Elizondo, que actualmente tiene 56 años, es ese árbitro, ese hombre que dirigió los dos partidos más importantes del Mundial de Alemania 2006.

Elizondo nació en Quilmes y siempre tuvo el sueño de ser futbolista, pero la vida tenía otros planes para él. Con el tiempo, se dedicó al atletismo y después se recibió de profesor de Educación Física, aunque su sueño de participar en las grandes competencias del fútbol mundial no había desaparecido.

Inició como árbitro en 1994 y, desde entonces, empezó a trabajar para llegar al máximo nivel. Diez años después de su debut en las Selecciones, llegó el momento esperado. Tres años antes de la cita mundialista, Elizondo comenzó la puesta a punto. Fueron años de trabajo, de preparación y de entrenamiento para llegar de la mejor manera al momento que esperó toda la vida.

El día llegó. El 9 de junio, Alemania y Costa Rica daban por inaugurado el Mundial en el Estadio Allianz Arena de Múnich, al que concurrieron 59.416 espectadores. En ese partido, el equipo “dueño de casa”, venció por 4 a 2 a Costa Rica. Philipp Lahm, Miroslav Klose, en dos ocasiones, y Torsten Frings fueron los autores de los cuatro goles de Alemania y, por su parte, Paulo César Wanchope convirtió en dos oportunidades para la visita.

Horacio Elizondo junto con Rodolfo Otero y Darío García, con quienes conformó su equipo arbitral, fueron espectadores de lujo del partido inaugural y, además, les tocó dirigir cinco encuentros en dicho Mundial: en la primera ronda también estuvieron presentes en los partidos entre República Checa y Ghana por el Grupo E y Suiza frente Corea del Sur por el Grupo G, sumado a los cuartos de final entre Inglaterra y Portugal, además de la recordada final. Por otra parte, en esos cinco partidos, Elizondo mostró 26 tarjetas amarillas, expulsó a tres jugadores (el checo Tomáš Ujfaluši, el inglés Wayne Rooney y el francés Zinedine Zidane, en la final), y sancionó dos penales, uno de ellos en el partido decisivo. Durante toda la competencia, esta terna arbitral tuvo una de las más destacadas labores según la FIFA, que los eligió para arbitrar la final.

Exactamente un mes después del partido inaugural llegó la tan ansiada final. El 9 de julio, el Estadio Olímpico de Berlín fue el escenario del encuentro más importante de la competencia y se convirtió en un partido que marcó para siempre la historia de las Copa del Mundo.

La final inició a las 20 y, según reportes oficiales, 69.000 espectadores asistieron al evento, entre los que se contaba una amplia asistencia de franceses y, en menor grado, de italianos. Antes de que comenzara el encuentro, se realizó la ceremonia de clausura, que contó con la participación de Il Divo y Toni Braxton, que interpretaron Time of our lives, canción oficial de dicho Mundial. Durante este evento, el trofeo que se llevaría el ganador fue colocado en la entrada de la cancha, a la espera de su nuevo dueño.

Ante la atenta mirada de Horacio Elizondo y sus colaboradores comenzó el juego. En los primeros instantes, Francia se adueñó del partido y, siete minutos después del pitazo inicial, el árbitro debió hacer su primera intervención importante: Florent Malouda fue derribado en el área por Marco Materazzi y, ante esta infracción, Elizondo sancionó un penal a favor de Francia. El capitán francés, Zinedine Zidane, abrió la cuenta al derrotar al casi imbatible Gianluigi Buffon.

El gol de Francia despertó a los jugadores italianos que salieron en busca del empate. A los 17 minutos, Materazzi recibió el balón tras un córner de Pirlo y con un cabezazo preciso, puso la pelota en el arco defendido por Fabien Barthez, e igualó el marcador. En la segunda etapa, Francia se recuperó del golpe que sufrió tras el empate e intentó buscar el gol para ponerse nuevamente en ventaja, pero la sólida defensa italiana lo impidió. Como consecuencia, los 90 minutos de juego finalizaron con el marcador empatado 1 a 1 y, por lo tanto, Francia e Italia debían jugar el tiempo suplementario.

Ninguno de los dos equipos pudo sacase ventaja durante los primeros 15 minutos del alargue y, cuando se estaba jugando el segundo tiempo del complemento, ocurrió el hecho que marcó la historia del fútbol: Zinedine Zidane, quién previamente había anunciado que ese sería el último partido de su carrera, le pegó un cabezazo en el pecho a Marco Materazzi, luego de que ambos jugadores intercambiaran algunas palabras.

En ese momento, Horacio Elizondo tuvo que hacer uso de toda su preparación para poder tomar una decisión difícil. “A mí me tomó muy lejos de la acción. Detengo el juego y voy hacia el lugar donde estaba el jugador italiano. Pregunto por los intercomunicadores a mis asistentes si habían visto algo. Ambos me dicen que no. Y ahí aparece Luis Medina Cantalejo, que fue el cuarto árbitro, que me dice ‘terrible cabezazo del 10 de los blancos a…’, no me acuerdo qué número tenía Materazzi. Medina Cantalejo me dijo ‘cuando lo veas, no lo vas a poder creer’. Ahí pensé: ‘Ah, no, acá pasó algo terrible’. Y esa construcción de esos tres años de trabajo, de la confianza, del trabajo en equipo, era creer en lo que me estaba diciendo Luis en ese momento. Dije ‘bueno, ya está, con eso Zidane se va afuera’”, declaró Elizondo, quien, finalmente, expulsó al capitán francés en lo que fue el último partido de su carrera.

Ya sin su estrella en cancha, la Selección francesa decayó en los últimos minutos del partido y la final se definió en la fase de penales. Italia se consagró campeón tras vencer por 5 a 3 a Francia y Horacio Elizondo dio por terminada la Copa del Mundo 2006 y su carrera profesional como árbitro. “Muchos podrían pensar que mi logro máximo fue arbitrar la final de la Copa Mundial, pero no es así. El más importante, y el más complejo, ha sido el poderme retirar. No es sencillo tener la capacidad para ver que luego de conseguir los objetivos soñados, ya no queda nada más por lograr. Y yo no quería ocupar un lugar que podía venir a llenar otro con mayores fuerzas y energías, ni despedirme con algunas batallas perdidas. Lo mejor era hacerlo así, victorioso”, concluyó.

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