Por Thomas Somoza
Leonardo Di Lorenzo viste la camiseta de Temperley desde 2013. Más de siete años lo unen al club del sur del Conurbano Bonaerense, pero existe una relación aún más longeva. En ella puede pensarse y entenderse a sí mismo para orientar con claridad qué es lo que desea. Cuenta, en una charla con alumnos y alumnas de Deportea, que la literatura lo transformó, lo mantiene sano y es con lo que puede leerse a sí mismo.
Karl Ove Knausgard es un escritor noruego que tomó notoriedad al publicar, desde 2009, seis novelas que conforman su autobiografía. La saga se llama Mi lucha y despertó controversias porque posee el mismo nombre que la que el genocida austríaco Adolf Hitler publicó en 1925. ¿Qué relación guarda esto con Di Lorenzo? Pues, que en tiempos de pandemia provocada por el coronavirus y, como consecuencia, aislamientos para prevenir el contagio, el exfutbolista de San Lorenzo compró el último tomo que publicó Knausgard en 2011: Fin. Explica, con un tono ameno a través de la videoconferencia, que es un libro de casi mil páginas y el primero que cruza su mente cuando refiere: “De lo último que leí, es donde más me puedo leer a mí mismo. Puedo pensarme de otra manera o desde otro lugar”.
“En un futuro me veo leyendo mucho, pero no creando textos. Es algo para lo que no me siento capacitado. Hoy por hoy, mi relación con la literatura es del lado del lector y disfruto desde ahí. La literatura es transformadora, y eso es lo que hizo conmigo. Pero tampoco me veo haciendo algo desde ese lado porque me cuesta más todavía porque está superalejado del fútbol”, admite y agrega: “Por eso yo hablo tanto o comparto tanto las cosas que leo: porque ese poder de transformación es algo que no tiene precio, no lo puedo explicar. Creo que a partir de ahí es donde pude empezar a ver realmente qué es lo que quiero. Yo jugué al fútbol porque era lo que tenía que hacer, más allá de que a mí me encantaba desde chiquito. Pero nunca me puse a pensar si era lo que quería hacer. A esta altura quiero intentar pensarme y ver qué es lo que yo realmente quiero”.
Tiki Tiki comenzó a leer textos en inglés sobre evolución y religión cuando jugaba en Canadá. En el país norteamericano tuvo un corto paso, en el 2006, en el que jugó seis partidos para el extinto Ottawa Fury —la franquicia fue vendida a Miami Football Club en diciembre de 2019— y estuvo cinco años en Montreal Impact (entre 2006 y 2011), equipo que actualmente entrena el francés Thierry Henry. “Me esforzaba para terminar un libro. Entendía el 10% de lo que el tipo me estaba contando. Pero decía ‘no importa, lo que entienda’ e iba hasta el final”, recuerda. Pero esa acción de ir casi en contra de su voluntad se debe a que, según sus palabras, nunca lo incentivaron a leer ni tampoco “era lo que tenía que hacer”, porque toda la vida le habían dicho que era una pérdida de tiempo.
Di Lorenzo rememora que, en su infancia, nunca asistió en abundancia a cines, circos o a cualquier actividad que suele disfrutar un niño o una niña. “Desde chiquito me pusieron la pelota y me dijeron: ‘vos jugás bien y vas a jugar en primera y en la Selección’. Yo pasé inferiores con eso”, asegura. Incluso le agrega a esa presión que, cuando no jugaba partidos en divisiones juveniles, tenía que dar buenos resultados en la escuela y se sentía abrumado por no saber qué iba a ser de su vida. Pero, en cuanto subió a la primera división, pudo relajarse un poco al pensar que ya había llegado. “El otro día mi viejo me mandó un video de un partido de San Lorenzo, donde yo jugaba, y me vi con inseguridad. Daba un pase y, por más que llegara a destino, me veía con tibieza”, comenta.
El perfil de Twitter del ex Argentinos Juniors y Rafaela, entre otros, posee una foto en la que se puede observar un pañuelo blanco y fondo verde con la inscripción “yo voto por el derecho a decidir”. En el inicio de su usuario yace un tweet fijado del 10 de junio de 2018 en el que escribió: “Soy futbolista y apoyo la lucha de las mujeres por #AbortoLegalYa #NoVotenContraLasMujeres”. “Es muy difícil salir de nuestra burbujita. Sí pasa en el ascenso, donde hay necesidades y urgencias. Hay otra mirada y participación. Se ven chicos que por ahí se expresan o intentan hacer algo porque la sufren”, reconoce. Problemas con los sueldos, malas condiciones para entrenar o el trato al jugador “como un producto” son cuestiones negativas que enumera. Y explica una situación que puede darle sentido a que los futbolistas no se expresen con causas sociales: “Es muy difícil que jugadores de primera división, que de chiquitos ya eran estrellas y tuvieron todo, puedan ver eso. Hay temor a perder privilegios, laburo, chances o algo. Y eso le pasa a los que tienen. Con los que no tienen, ese miedo no está y hay otro compromiso”.
El retiro del fútbol está cerca para Di Lorenzo, puesto que, a sus 39 años, tenía planeado dejarlo en junio de 2020. Pero, por el hecho de que el coronavirus mantiene al fútbol argentino en suspenso, puede que prolongue sus contactos con la pelota de manera profesional. Sin embargo, nunca podrá retirarse de la literatura, porque es un vínculo que lo hizo vivir una metamorfosis en la que salió de su cuerpo para poner en cuestión el mundo que lo rodea y de la que jamás podrá volver.