Por Ian Rodriguez
Pocos detalles dejó librados al azar Pep Guardiola en su debut absoluto, hace siete años, como entrenador del Bayern Múnich, tras su paso por Barcelona en el cual ganó 14 títulos de 19 posibles. Sin embargo, un hilo se deshilachó y fue, entonces, un futbolista aficionado el encargado de marcarle un gol por primera vez en su ciclo en el club muniqués. El estadio, repleto, se vino abajo para festejar el tanto que era ajeno al contexto del partido. Jürgen Förster, el encargado de dicha epopeya.
Lumpeano como pocos, a través de un Hotmail, el alemán se comunicó con El Equipo desde su hogar en el municipio de Wildenau, en Weiden in der Oberpfalz (a 200 km del Allianz Arena), ciudad que albergó el TraumSpiel (partido de ensueño) de 2013. ¿Qué es este evento? Es un encuentro amistoso que organiza todos los años el conjunto de Múnich contra un club de fans de los bávaros al principio de la temporada, en el cual los jugadores profesionales juegan frente a 22 aficionados en una experiencia- según Förster- inolvidable. En ese año, la suerte fue de los oriundos de Wildenau, que tuvieron la chance de ser el primer adversario del Bayern dirigido por Guardiola.
Aquel 29 de junio de 2013, de los 41.689 habitantes, 11.000 fueron al Stadium am Wasserturm. La mayoría con ánimos de ver los primeros pincelazos de Pep en el equipo que venía de ganar el triplete (Bundesliga, la Copa de Alemania y Champions League) con Jupp Heynckes como DT. Los pedidos de autógrafos y flashes encandilaron a Manuel Neuer, Phillip Lahm y Thomas Müller, entre otros. Todos ellos fueron campeones del mundo en Brasil al año siguiente.
“De ese gol siempre me hablan”, recuerda con “indescriptibles” sentimientos Jürgen Förster a sus 33 años. Vistió la camiseta blanca con el número diez de color rojo para enfrentar al máximo campeón de ligas locales en Alemania. Un delantero nato, con olfato de gol sin importar el rival, fue capaz de interceptar con viveza un pase corto que el defensor Jérôme Boateng le había hecho al arquero Tom Starke, que no pudo recibirlo porque Förster los presionó y, sin dudarlo, remató al arco para que la red se inflara, generando así un estallido de las miles de personas que presenciaron ese momento. “Fue el primer gol que sufría el equipo de Pep”, lo describe con la precisión en su redacción que tienden a manejar los alemanes. Los contenidos audiovisuales son irrefutables y dicha anotación se festejó como si valiera un campeonato.
“Mi vida la verdad no cambió por ese gol”, reconoció, desde su teclado más sincero, el delantero que actualmente percibe un sueldo en una fábrica de vidrios y, como hobbie, es futbolista en el SV Wildenau 1962. Su equipo participa en la liga FuPa, la cual no volverá hasta principios del 2021 a causa de la pandemia por el COVID 19, la misma que -a criterio de Förster- no infectó a mucha gente en su ciudad, ya que la población se adaptó a las medidas sanitarias propuestas.
Lastimosamente, para el lado más exitista de la historia, su gol fue el 1 a 6 en los primeros minutos de la segunda mitad. El marcador final demostró un abismal 1 a 15 a favor de los de Múnich, aunque igualmente las tribunas estaban tan desbordadas de gente como de felicidad. El encuentro fue una fiesta y Pep fue bien recibido, como esperaba Marcus Fritz, el presidente del club de fans del Bayern. “No tuve la chance de hablar con él (Guardiola) porque estaban pasando muchas cosas en el momento. De todos modos, al finalizar el partido pudimos sacarnos una foto todos juntos”, rememora Jürgen Förster, a quien nadie le quitará haber sido el primer verdugo de Pep Guardiola en la era de Bayern Múnich.