jueves, noviembre 21, 2024

¿Una patada puede llevarte de tu peor derrota a tu mejor victoria?

Por Tomás Dufurena

Suiza fue elegido como el anfitrión para albergar el Mundial de 1954. La competición volvió a disputarse en Europa después de la Segunda Guerra Mundial y la decisión se basó en que este este país era el que mejor infraestructura tenía en aquella época. También fue la primera vez que se televisaba el campeonato. Sin embargo todas las miradas se las llevó Basilea, la ciudad que fue testigo de una paliza histórica que es recordada hasta el día de hoy en los Mundiales. Era 20 de junio de 1954 se disputaba la segunda fecha del grupo B, quizás con el partido más duro y atractivo del Mundial hasta ese momento: Hungría y Alemania se verían las caras, en el estadio St. Jakob Park. Los 56.000 mil espectadores que había esa tarde de domingo quedaron impactados con la victoria de los húngaros por 8 a 3 ante los alemanes, aunque tal vez la sorpresa más grande fue la alineación del conjunto alemán que puso siete jugadores suplentes por orden de su entrenador, Sepp Herberger.

“Nos vimos obligados a perder deliberadamente con Hungría, para permitir que se clasificaran en primer lugar, ya que ellos habían ganado su primer partido por 9 a 0 ante Corea del Sur y nosotros evitamos de esta manera a los rivales sudamericanos. Tuvimos la autorización del presidente de la Federación Alemana para jugar contra los húngaros con siete suplentes”, reconoció años más tarde Herberger. Alemania venía de vencer por 4 a 1 a Turquía por la primera fecha de la Copa del Mundo. Se dice que equipo que gana no se toca, pero ese no fue el pensamiento del director técnico alemán, ya que puso un once en la cancha con siete variantes, y solo repitieron Posipal, Kohlmeyer, Eckel y Fritz Walter respecto al primer cotejo. Debido a la dura derrota, los alemanes tuvieron que jugar un partido desempate ante los turcos, nuevamente para ver quién pasaba a la siguiente ronda.

La humillante derrota de Alemania fue un terremoto en su país. Los hinchas y la prensa alemana mostraron su descontento con la decisión de Sepp, y el diario Der Spiegel tituló: “Llegó el momento de colgar al traidor Herberger de un manzano”. Sin embargo la idea del entrenador alemán tiempo después fue exitosa ya que se consagró campeón de dicho Mundial.

Al final del primer tiempo el marcador estaba 3 a 1 a favor del seleccionado húngaro, hasta el momento era de esperarse un resultado así. Ya en la segunda parte se completaron los goles restantes. Ante la lesión del mejor jugador de Hungría, Ferenc Puskas, Alemania intentó acercarse en el marcador anotando dos goles, pero no pudo debido a que enfrente tenía un equipo que funcionaba de maravilla. La Selección dirigida por Gusztav Sebes era una de las mejores del mundo, había revolucionado el fútbol de esa época, ya no se paraba más en la cancha con la famosa “W-M” (3-2-5) e implementó el 4-2-4, que cuatro años después también usaría el Brasil de Pelé.

Puskas era el mejor jugador de Hungría por lejos, pero en la segunda parte del partido ante los alemanes se lesionó, debido a una dura entrada por parte de Werner Liebrich. En una jugada aislada, el jugador alemán cae sobre el húngaro, que se dobla el tobillo. La torcedura fue grave ya que no pudo seguir en el terreno de juego y la recuperación le llevó varias semanas. “Fue el partido que más me pegaron. No es una excusa, pero no me recuperé de una lesión que me dejó al margen de los cuartos de final y de la semifinal”, expresó Ferenc. Por otro lado, el defensor de Alemania quedó en el ojo de la tormenta, fue criticado duramente por los periódicos de su país, la prensa no tuvo piedad, pedía que fuera expulsado de la Selección y que no lo convocaran más.

El crack húngaro que jugaba en el Budapest Honved FC, y por la lesión que sufrió frente a los alemanes, tuvo que perderse los partidos de cuartos de final ante Brasil y las semifinales frente a Uruguay ya que le demandó un par de semanas recuperarse. Sin embargo, Hungría llegó a la final y se enfrentó ante Alemania. Puskas jugó ante los alemanes, no llegó en buen estado, no estaba recuperado del todo pero era un partido que no se quería perder. “Mirando atrás, aquélla fue la patada que decidió el campeonato. Ferenc aseguró más adelante que la entrada había sido deliberada”, afirma el periodista Inglés Brian Glanville, en La Historia de la Copa Mundial.

Después de la humillante derrota, los alemanes se midieron ante Turquía, por el partido desempate para ver quien accedía a la próxima instancia del Mundial. Alemania vapuleó al seleccionado turco por 7 a 2,  y obtuvo el boleto a cuartos de final. En la siguiente instancia venció 2 a 0 a Yugoslavia y en semifinales a Austria por 6 a 1 y así obtuvo el pase a la gran final. La final se jugó el domingo 4 de julio, en Berna, con un clima espantoso debido a la cantidad de lluvia que cayó esa tarde en la capital de Suiza.

El encuentro lo comenzó ganando Hungría, a los seis minutos ya iban 2 a 0 pero los alemanes rápidamente pudieron descontar y a los 18 del primer tiempo llegaron al empate. Ya en la segunda parte, a los 84 minutos el delantero alemán Helmut Rahn fue el encargado de anotar el tercer gol para Alemania y así darle la victoria al equipo dirigido por Herberger. También fue la primer Copa del Mundo que obtuvo dicho país.

Con el paso del tiempo se puede decir que los alemanes sabían del poder de juego que tenía la Selección de Hungría, ya que el entrenador de Alemania había visto jugar a los húngaros frente a los ingleses un año antes en Wembley. Desde ese momento, Sepp sabía que integraría grupo B de la Copa del Mundo con ellos y solo podía ganarle a los dirigidos por Sebes si les embarraba la cancha, y eso fue lo que sucedió. Quizás la forma no fue la más adecuada, que era lesionar al mejor jugador en ese momento y sacarlo por completo del Mundial, pero sí resultó efectiva.

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