Por Tomás Nucerino
La Argentina, manteniendo una política de aislamiento internacional con respecto al fútbol, no participó del Mundial de Suiza 1954, pero la AFA envió como observador al entonces entrenador de la Selección argentina, Guillermo Stábile, con el objetivo de recaudar información de las distintas Selecciones. A su regreso, Stábile presentó un informe de seis carillas que él mismo calificó como “Resumen de las diversas observaciones hechas en cumplimiento de una honrosa distinción”.
Hubo una época en que la Selección argentina no participó de los mundiales, por decisiones políticas, tanto de la AFA como del Gobierno Nacional de turno. Fueron 24 años los que la Selección no disputó la Copa del Mundo y se privó de haber podido conseguir algún otro título. Fueron tres los Mundiales que el conjunto albiceleste vio desde afuera. El primero en Francia 1938. Luego de que se efectuó el congreso de la FIFA en 1936, la Argentina creyó tener asegurado ser anfitriona de la competencia de 1938, sin embargo, Francia fue la sede elegida, generando el enojo de la dirigencia argentina y eso la llevó a renunciar a participar de aquella copa.
La Segunda Guerra Mundial impidió la realización de los certámenes de 1942 y 1946. La FIFA decidió retomar la organización de los Mundiales a partir de 1950 y el único postulante fue Brasil. En esta ocasión, la Argentina no fue por dos motivos: el primero, porque las relaciones con el país anfitrión estaban deterioradas luego de que un amistoso entre ambos terminó en una batalla campal y el segundo fue una cuestión ordenada por el presidente de la Nación de entonces Juan Domingo Perón.
El último Mundial del cual no formó parte la argentina fue Suiza 1954. El motivo más firme de la no participación fue una estrategia política del gobierno de Perón sin embargo, la mala relación de AFA con otras asociaciones sudamericanas y el resentimiento de haber podido organizar ningún Mundial, colaboraron con la decisión de no disputar aquel certamen de 1954. La diferencia fue que en la mente de los dirigentes de la AFA ya estaba la idea de volver a formar parte de un Mundial en 1958 y gracias a eso el entrenador de la Selección argentina de aquella época, Guillermo Stábile, que era el entrenador desde 1939 y que en 1953 había sido designado técnico permanente, fue como observador del Campeonato.
Con la consagración de Alemania Federal frente Hungría, Stábile regresó a la Argentina y presentó un informe en AFA. Entre otras cosas, Stábile hace referencia a cómo le hubiese ido a la Selección argentina si participaba de aquel Mundial: “En mi opinión, apreciando el actual poderío del fútbol nuestro y recordando lo que he visto en otros campeonatos del mundo, este de 1954 no ha de figurar entre los mejores en cuanto a calidad del término medio, pudiendo afirmarse que la selección argentina hubiera tenido una figuración destacada. Europa, en general, ha desterrado de su fútbol todo aquello que no sea efectivo, práctico, directo”.
En aquella época los jugadores argentinos tenían un estilo de juego diferente a los europeos. El fútbol era más vistoso mientras que en Europa, que era directo y efectivo. Viendo el estilo de juego de los europeos, Stábile tenía la intención de mezclarlo con el argentino: “Estoy convencido de que se puede establecer un equilibrio entre lo útil y lo vistoso, especialmente cuando se dispone, como nosotros, de tantos elementos de extraordinarias condiciones. No creo que en nuestro país lleguemos a cometer la tontería o el error de disciplinar el juego tan exageradamente con tácticas y sistemas, quitando al jugador la libertad necesaria para mostrar personalidad y creación, virtudes que también son productivas. No por sí solas, exclusivamente, sino unidas a las otras. Pero tampoco esas ‘otras’ -tácticas, sistemas, marcaciones, sobriedad, espíritu de equipo- consiguen transformarse en triunfos importantes cuando falta talento personal”
En el extenso informe, el goleador del mundial de 1930 también destacó: “Lo mejor de que disponen los jugadores argentinos son sus recursos naturales. Su genio futbolístico es magnífico y mi opinión a este respecto es terminante. Lo que se impone es insistir en que tales recursos sean empleados en la proporción justa y no en demasía. Como un medio para llegar a un fin, que es el gol, y nunca como fin exclusivamente. Para algo se han puesto los arcos. Me parece muy bien que nuestros jugadores sepan gambetear, dominar la pelota, realizar toda clase de malabarismos, pero estableciendo el término medio indispensable entre la retención de la pelota, el uso del dribbling y la velocidad del juego, de manera que sus mejores y más preciados atributos no se conviertan en defectos”.
Hungría llegó al Mundial como el gran candidato. En semifinales fue el responsable de la primera derrota de la historia de Uruguay en un Mundial (4 a 2). Así, llegó a la final, el 7 de julio, ante una Alemania Federal a la que ya le había ganado en la fase de grupos. Pero los alemanes tenían algo que los húngaros no, los nuevos tapones atornillados de los botines Adidas que les permitieron mayor agarre en el campo embarrado ya que el día de la final diluvio sobre Berna. Alemania Federal consiguió su primer Mundial ganándole a Hungría por 3 a 2 y aquel partido fue catalogado como “El milagro de Berna”.
En el informe hay una parte en la que Stábile hace referencia al subcampeón: “El equipo húngaro, pese a haber perdido el Campeonato Mundial, fue el mejor de todos los que compitieron en el certamen. Me apresuro a manifestar que son buenos, que son excelentes jugadores y practican un juego de alta calidad pero, entiéndase bien, no son fenómenos del fútbol. Los húngaros tienen una defensa nada más que discreta y una magnífica línea delantera”.
El entrenador argentino aprovechó, además, para hacer una comparación entre el fútbol argentino y el húngaro: “Marcan como en nuestro medio, aunque tienen siempre la precaución de no adelantarse en demasía, y se advierte una diferencia con respecto a lo que se acostumbra entre nosotros: cuando atacan se adelanta un solo half de apoyo, por lo general el volante derecho, mientras que el izquierdo (en nuestro fútbol Pescia o Gutiérrez) queda reforzando la defensa y ésta se constituye, así, con tres defensores en línea y el restante algunos metros más atrás. Pensando en nuestro medio, no creo que sea cuestión de aceptar de plano: habría que tener en cuenta el adversario, la cancha donde se juegue el partido y, sobre el mismo terreno, proceder de acuerdo con las alternativas del juego y del score”.
El gran objetivo que tenía la AFA y por el cual envió a Stábile a observar aquel Mundial fue para recaudar información y preparar el Mundial de 1958. Lo que nadie se imaginaba era que aquel Mundial terminará siendo uno de los mayores papelones de la historia del fútbol argentino: El desastre de Suecia.