Por Fernando Bajo
Iván Marcone tenía 12 años cuando, en el primer entrenamiento grupal de la novena división de Arsenal de Sarandí, el entrenador reunió a todos los chicos y les dio un mensaje crudo, pero real:
-Solo uno o dos de esta categoría va a poder llegar a primera.
Aquella frase resonó en la cabeza de Marcone y, mientras volvía a su casa luego de la práctica, decidió hablar con sus padres.
-Yo voy a ser uno de esos dos- les confió.
Dieciocho años después, el actual jugador de Boca, quien cumplió con el objetivo que se propuso aquel día, sigue manteniendo la misma convicción que cuando era un niño. Pero ahora, uno de sus principales motivos es ayudar a los demás.
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Iván Marcone gira su cabeza a ambos a lados. Antes de recibir la pelota ya sabe a cuál de todos sus compañeros va a asistir en un próximo movimiento. El cinco de Boca se para en la cancha igual que en la vida. Ahora, sin poder entrenar por la pandemia, mira a su alrededor y se dispone a asistir, esta vez con alimentos, a quienes más están padeciendo la crisis.
Desde que llegó el coronavirus a Argentina colaboró con distintos comedores: realizó donaciones en Dock Sud, Avellaneda e incluso estuvo en Villa Azul, ubicada en la localidad de Quilmes, que es una de las zonas más afectadas por la Covid-19. “No pasa nada Azul, no están solos. Ayudándonos es más fácil. Estamos juntos”, escribió luego en una publicación que realizó en su cuenta de Instagram.
Sin embargo, esta faceta del futbolista no comenzó ahora. “Siempre fue una persona con muy buenos sentimientos, siempre pensando en el otro”, cuenta con orgullo Stella, su madre, y continúa: “Siempre estuvo en contacto con los chicos de las inferiores de Arsenal, les conseguía botines y les brindaba contención y consejos”. Durante sus años como jugador profesional, Marcone colaboró con Arsenal Solidario, Fundación Lanús y, también, con las movidas que ha organizado Boca.
No luce tatuajes. No da demasiadas entrevistas y la mayoría de las fotos que comparte en sus redes son jugando al fútbol, con sus amigos o con los chicos a los que asiste en esta época. Marcone no actúa como la mayoría de los jugadores de fútbol, quizá porque, como lo resume su mamá, es tímido y reservado. Pese a esas cualidades, ha sabido liderar planteles y llegó ser capitán en Lanús.
Su segunda casa
Además de Boca, hay otro club con el que Marcone está muy comprometido: el Club Social y Deportivo Belgrano de Sarandí, del cual es presidente y entrenador de baby fútbol. Debido a su cariño por la institución, durante la gestión del exprimer mandatario de la nación, Mauricio Macri, marchó en la movilización que realizaron los clubes de barrio contra el tarifazo. “Es su segunda casa, es el club más cercano y donde frecuentó desde niño con su padre”, resume Stella.
Tal es su compromiso que ni la fama ni la exposición que tiene desde que es parte de una de las instituciones deportivas más importantes del país lograron que el hombre de Sarandí se dejara encandilar por los flashes y, hasta antes del aislamiento, visitaba el club día por medio.
“Su objetivo fundamental -dice su madre- es sacar a los nenes de la calle y darles la contención que necesitan, transmitirles sus experiencias, consejos y valores para que el día de mañana sean, más allá de buenos profesionales, excelentes personas”.
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En una entrevista con el diario Olé, el futbolista contó que desde que conoció a Dios su vida cambió. Hace un tiempo compartió una historia en su cuenta Instagram con la siguiente frase: “No temas porque yo estoy contigo. No te angusties porque yo soy tu Dios. Te ayudaré, te sostendré. Yo estaré contigo todos los días hasta el fin del mundo”. Los chicos de la Villa Inflamable de Dock Sud, que lucen barbijos con imágenes de dibujos animados, saben que en esta crisis, en la cual los más afectados hasta el momento fueron los sectores en los que escasean las necesidades básicas, no deben temer. Marcone está con ellos.