viernes, abril 19, 2024

Los hinchas en Vietnam, con barbijo y distancia social

Por Matías Cavallero

La pandemia cambió los hábitos y las costumbres. Falta mucho para que el ritual de los futboleros vuelva a producirse: la llegada en manada de los fanáticos a las canchas, los cánticos y las banderas, y el agolpamiento que suponen las tribunas de los estadios del deporte rey argentino, casi sin asientos en muchos establecimientos deportivos. El olor del choripan y de la hamburguesa en los entretiempos, y los gritos de gol –o de angustia- cuando nuestro equipo recibe o sufre un tanto, van a tener que esperar.

Algunos especialistas se animan a advertir la imposibilidad de que haya público en los partidos hasta la aparición de una vacuna para el coronavirus, que se espera entre octubre de este año y marzo de 2021. Otros, como el ministro de Turismo y Deportes, Matías Lammens, son más optimistas. Y mientras el fútbol aguarda su reanudación para la segunda mitad de 2020 en Argentina, en otros países ya empezó a rodar la pelota. 

Buena parte de las ligas europeas –incluida la Bundesliga alemana- volvieron al ruedo o lo harán en las próximas tres semanas. En América, la pionera fue la liga costarricense, que retomó las actividades profesionales con menos de mil contagios de COVID-19 en su territorio y un protocolo estricto. El torneo de Nicaragua consagró a Real Estelí como campeón, pero aquella competencia se había disputado sin suspensiones. Sin embargo, algunas competiciones locales comienzan a recibir público en las tribunas. 

En el Viejo Continente, el puntapié lo dio Islas Feroe, una pequeña isla de apenas 50.000 habitantes con un fútbol humilde y apenas diez equipos en su liga. Proclamado como el primer país “libre de coronavirus” en Europa, tras afrontar apenas 187 infectados ya recuperados, puede albergar hasta 100 personas durante los cotejos. A medida que el tiempo pase, aquella capacidad irá en aumento. De todos modos, la sorpresa se produjo en Asia, epicentro del comienzo del virus. En uno de los países fronterizos con China la gente asiste a los estadios en masa, pero con distanciamiento social. En Vietnam, parece haber llegado el fútbol del futuro. ¿Cómo lo hicieron?

Ocurre que el país del sudeste asiático, con una historia muy particular, prestó atención a la información poco detallada que llegaba desde China apenas la enfermedad comenzaba a propagarse. Gobernado por el Partido Comunista, a principios de enero decidieron hacer obligatorio el uso de barbijo para toda la población, a instancias de la primera determinación de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Rápidamente, se decretó el cierre de fronteras, el rastreo de contactos y la cuarentena en distintos puntos clave. Cuando la misma se dispuso, la pandemia estaba lejos de establecerse como tal y los casos no llegaban al millar en China. La velocidad a la hora de la toma de decisiones tuvo como consecuencia apenas 325 infectados y ningún muerto, en una población de casi 100 millones de personas.

Adentrados en la “nueva normalidad”, la vida no dista mucho de lo que era antes del COVID-19. Con fuertes precauciones, el fútbol volvió a jugarse. El 23 de mayo, el Nam Định enfrentó al HAGL por la Copa de Vietnam. La coyuntura positiva permitió que se pusieran a la venta 10.000 entradas para los fanáticos, que acabaron agotadas tras una jornada caótica en las boleterías. Las autoridades dispusieron la separación de hinchas locales y visitantes en diferentes tribunas, en las que debían atenerse al distanciamiento social. Salvo en un sector, la pasión pudo más. Ni un metro ni dos: todos juntos. Con un cumplimiento de protocolo, ¿modelo para exportar?

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