domingo, noviembre 24, 2024

Carlos Dittborn, el soñador de mundiales

Por Victoria Falabella

Pensar en organizar un mundial no debe ser nada fácil, menos cuando sabes que no contás con una estructura sólida, ni de estadios, ni de todo lo que se necesita. Pero en esos casos queda una sola cosa: soñar.

Carlos Dittborn soñó y en grande, quién sabe desde cuándo, pero lo cumplió. Aunque no pudo verlo. Organizar el mundial de Chile 1962 no habrá sido lo soñado: sufrir un terremoto en plena construcción que afectó a gran parte del país y que deje decenas de muertos es un gran problema.

Dittborn nació en Brasil en 1921, el 16 de abril, ya que su padre ocupaba cargos políticos. A los cuatro años fue a Chile. La vida deportiva de Carlos Dittborn fue importante desde joven, siempre le gustó el fútbol y era fanático de la Universidad Católica de Chile, socio desde los 15. Pronto se convirtió en el tesorero a sus 24 años, renunció para convertirse en el tesorero de la Asociación del fútbol chilena y de allí pegó el salto a la presidencia del club, en 1954.

Su carrera internacional comenzó en 1956 cuando fue elegido como presidente de la Confederación Sudamericana de fútbol. Y fue, junto a Juan Pintó Durán, uno de los los organizadores del comité de la copa de Chile. La candidatura del país trasandino ocurrió en 1954 y dos años después la FIFA organizó el evento en Lisboa para votar sede, que se disputaba entre Argentina y Chile.

El argentino Raúl Colombo, muy confiado, terminó su discurso diciendo “podemos hacer el mundial mañana, lo tenemos todo”. En la época se daba por hecho esa sede. Al día siguiente le tocó al soñador Dittborn dar su porqué Chile debía serlo. En su discurso quedó marcada la frase histórica “porque nada tenemos, lo haremos todo”, aunque fue desmentida por uno de sus hijos. La elección fue arrasante: 32 votos para Chile y 10 para Argentina.

Se puso en marcha toda la preparación, pero no todo fue tan fácil. El domingo 22 de mayo de 1960 Chile se sacudió, no una, sino dos veces, dejando el país destruido ya que es, hasta ahora, el terremoto más fuerte de la humanidad. Dittborn se reunió con el presidente Jorge Alessandri para devolver el dinero que había invertido el estado, pero el mandatario se negó. De hecho se creó un movimiento para mantener en pie el torneo, y se unieron varias confederaciones para ayudar la causa.

Las sedes de Talcahuano, Talca, Concepción y Valdivia estaban completamente destruidas y renunciaron a la idea de reconstruir estadios de urgencia, cuando la realidad de las personas era otra. Así fue como las ciudades de Arica, Viña del Mar, Rancagua y Santiago fueron las encargadas de recibir semejante evento. Fue uno de los mundiales con menos estadios.

El pueblo chileno se levantó de terrible desgracia y recibió la alegría de unos de los eventos más importantes, el 30 de mayo de 1962. Pero para el Comité organizador no fue tan fácil, tanto así que sus dos grandes soñadores no lo pudieron ver: Juan Pintó Durán falleció en un accidente automovilístico en 1957 y Carlos Dittborn falleció de una pancreatitis aguda a solo días de poder ver su sueño hecho realidad, el 28 de abril de 1962. Tampoco pudo ver el nacimiento de su séptimo hijo: Tomás.

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