jueves, abril 25, 2024

A 34 años de Chernobyl: la historia que pateó al fútbol

Por Pablo Barresi

1:23 de la madrugada del 26 de abril. A 3 kilómetros retumba un fuerte estallido que vislumbra un brillante resplandor en la noche de Pripyat. Una falla, pero también una negligencia en la prueba de seguridad, provocan una sobrecarga de energía generando una explosión en el reactor 4 de la central nuclear Vladimir Ilich LeninMurieron 31 trabajadores y una innumerable cantidad de personas sufrieron las secuelas de esta catástrofe. La radioactividad fue incluso quinientas veces más potente que la bomba atómica de Hiroshima lanzada por Estados Unidos a Japón en 1945. Construida en 1970 con el propósito de albergar y dar hogar a los trabajadores de la planta, el accidente afectó a más de los 40 mil habitantes que debieron evacuar la ciudad. Miles de actividades y recintos como la Noria del parque de diversiones también tuvieron que ser abandonadas. Y entre ellas, también está el fútbol.

Como todas las comunidades que empiezan a formarse, también nació el FC Stroitel Prípiat, conocido como El Constructor, equipo de fútbol de la ciudad que estuvo a un paso de estrenar el Avanhard Stadium, que contaba con una tribuna para cinco mil personas y una pista de atletismo. Los jugadores formaban parte de la central nuclear -estaban inscriptos, aunque no trabajaban- pero sólo eran del equipo, ya que entrenaban de manera casi profesional. “Tenemos gente en cuatro turnos de trabajo. Nadie se va a relajar en ninguna parte más que yendo a ver fútbol y bebiendo una botella de cerveza”, fueron las palabras de Vasili Kizima Trofimovich, jefe de construcción de la planta y primer y único presidente de la institución. Para la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) era un lujo presentar a Prípiat y sus actividades pues era una ciudad modelo. Querían que el fútbol de esta ciudad participara en el profesionalismo, pero todo ese anhelo se vio interrumpido.

Después de la evacuación de toda la población, los mismos habitantes fundaron una ciudad bajo el nombre de Slavutych, a 45 kilómetros de la ciudad de Prípiat, dónde también formaron el FC Stroiel Slavutych. Pero no funcionó. Los integrantes del equipo no pudieron sanar las heridas de aquel irreparable episodio que dejó como víctimas a cinco de sus compañeros. Dos años fueron suficientes para que las actividades cesaran y se dieran por terminadas.

Años atrás, Andriy Shevchenko, histórico jugador y actual entrenador de Ucrania, exfutbolista en el Milán de Italia y Balón de Oro en 2004, fue uno de los afectados en 1986 y se refirió al accidente: “Recuerdo que mi padre llego un día a mi casa con un aparato que medía la radiación. Yo jugaba al fútbol en mi barrio y el balón terminó en una casa muy alta. Como era largo logré trepar y me encontré con varios balones. Me los traje a casa y cuando hicimos la medición de radiación en ellos nos dimos cuenta de que estaba muy alta. Hoy, en tiempos donde el temor se hace presente por la pandemia del Covid19 y las cuarentenas decretadas en muchos países del mundo se hacen largas, también hizo referencia: “Viví algo muy similar con la explosión en Chernóbil. Vivo en Londres y hace 10 días que estoy encerrado”.

Ya decía Mijaíl Gorbachov -exjefe de Estado de la Unión Soviética- en 2006 que posiblemente una de las causas de la disolución de la URSS se debió en gran medida al accidente nuclear más peligroso en la historia de la humanidad. Mientras, en la actualidad, la zona de exclusión es una fuente de ingresos utilizada para el turismo y visitada por miles de viajeros, pero con algunas restricciones propias de las secuelas que ha dejado la radiación, como sentarse y tocar objetos. Se calcula que aproximadamente deben pasar 24 mil años para la eliminación natural del ambiente tóxico, sin embargo, no fue un impedimento para las trescientas personas, en su mayoría de la tercera edad, que decidieron volver.

Lo cierto es que quedará una incógnita en la historia si en vez de forestación en el estadio hubiera veintidós jugadores detrás de un balón o si los habitantes de Pripyat hubieran podido festejar aunque sea un gol. Porque ese sentimiento de relajación que manifestó Trofimovich de ir por unas cervezas y ver fútbol después de turnos incansables de trabajo no podrán ni pudieron ser.

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