sábado, noviembre 23, 2024

La Casona en primera persona: cómo es la pensión de San Lorenzo

Por Carolina Ankia

Con una mochila cargada de esperanzas e ilusiones, llegan los chicos que vienen a instalarse en la pensión de San Lorenzo. Luego de pasar varias pruebas y de ser seleccionados por los entrenadores, logran tener un lugar en La Casona, como la llaman los futbolistas que viven ahí.

Llegan muy jóvenes, en su mayoría desde el interior del país. Son muy pocos los que viven en Buenos Aires. La mayoría necesita alojarse acá debido a que tiene problemas de traslado o vive en zonas conflictivas.

Todos vienen por el mismo objetivo: convertirse en profesionales, aunque para lograrlo deberán pasar distintos obstáculos que se les pondrán en su camino. Ya que, por correr detrás de la pelota, algunos deben dejar a un costado sus hogares, familias y amigos.

Las divisiones inferiores son las raíces de un club de fútbol, por eso el lugar donde crecen es fundamental. Son varios los equipos que cuentan con una pensión para que los chicos puedan instalarse y tener el crecimiento que se merecen. En el caso de San Lorenzo, los futbolistas pueden estar ahí hasta los 18 años, luego tienen que buscar un lugar para vivir.

“Al principio estaba medio dudoso, no sabía qué hacer. Pero después mi familia y mis amigos me dijeron que era lo mejor para mí y que me iban a apoyar. Ahí tomé la decisión de venir para acá y no lo podía creer”, recordó Nicolás Mallea en marzo del año pasado, cuando llegó desde San Juan hasta Buenos Aires. Ahora siente a La Casona como su segunda casa.

Nano, que es categoría 2004, explicó: “Es muy diferente la vida que tenía allá con la que llevo ahora. Donde yo vivía estaba todo el tiempo con mis amigos e iba a tomar algo con ellos. En cambio acá es todo más disciplinado y exigente, tenés que tener responsabilidad. Es todo muy distinto”.

“A la familia solo la podemos visitar en fechas importantes, como el día de la madre, del padre y también en las vacaciones de julio. Te dan varios días para ir, casi una semana”, expresó el marcador de punta y afirmó: “Cuando llega el momento de ir a verlos, los disfruto mucho”.

El chico de 15 años, que juega en la octava división, contó lo que se hace un día normal en la pensión: “A la mañana nos levantamos y nos entrenamos dos horas, luego nos bañamos y esperamos hasta las 12 para almorzar. Después tenemos un tiempo para la siesta y a las 15 debemos ir al gimnasio. Luego merendamos y vamos al colegio por tres horas. Cuando volvemos cenamos y a las 23.30 tenemos que estar durmiendo”.

San Lorenzo cuenta con dos lugares para alojar a los juveniles, que están ubicados en la Ciudad Deportiva. Uno, el más nuevo, fue inaugurado en 2017. Allí hay 48 chicos: desde los infantiles hasta la 2003. En el más viejo se encuentran los futbolistas más grandes, que son 12.

Gari Manases nació en Mar del Plata y jugaba al fútbol en River de su ciudad. “Gracias a una prueba que hicieron en el club donde yo estaba, me dijeron que tenía que ir una semana a la pensión. Después de esos siete días, me comunicaron que debía volver el 21 de enero para hacer la pretemporada”, recordó sobre sus primeros pasos en El Ciclón.

“Yo tengo bastantes amigos en donde vivo y me apoyaron mucho en la decisión que tomé. Me dijeron que me iban a extrañar y que era un momento difícil, pero que me apoyaban porque era mi sueño”, contó el marplatense que además remarcó el seguimiento de sus padres como algo fundamental para él: “Por suerte tengo una familia muy unida y podemos hablar todos los días, sea por llamada, audio o mensaje”.

Desde que llegó a la pensión, el chico de 14 años sintió que el cambio más grande había sido con su familia. “Aprendí a valorarla muchísimo estando lejos y yendo cada tanto. Cuando estaba todos los días con ellos era diferente”.

Además, el volante por derecha detalló sobre el sistema de semáforo para controlar el orden de los chicos en las 12 habitaciones que hay: “Para organizar que las piezas estén limpias, tenemos tres colores de tarjetas: verde, amarilla y roja, que las cuelgan en la puerta. Si tenemos puesta la primera, es que está ordenada; la segunda es que tenemos tres horas para arreglarla y si aparece la tercera tenemos una consecuencia”.

Luciano Noboa, oriundo de Gualeguaychú, Entre Ríos, y que arrancó a jugar al fútbol en Central Larroque, expresó: “Tus compañeros de pieza son como una familia para vos cuando arrancas a vivir acá”.

El marcador central confesó: “A las once de la noche nos sacan los teléfonos y después de media hora nos apagan la televisión para poder dormir bien”. Manases, su compañero de equipo, opinó: “Es algo bueno que nos hagan esto porque en mi casa me quedaba hasta cualquier hora con el celular”.

Noboa contó que cuando salen de la pensión tienen que mandar un video de autorización por sus padres que los dejan ir con un adulto responsable. “Esto se arrancó a hacer luego de lo que sucedió en Independiente con el tema de los abusos en los chicos”, confesó el coordinador general de las inferiores, Fernando Kuyumchoglu, quien comentó que en la pensión había un psicólogo, pero que no estaban obligados a ir. “Nos manejamos con él cuando alguien tiene problemas o alguna dificultad con la familia”, afirmó.

Adolfo Gaich, Alexander Díaz y Gianluca Ferrari, entre otros, son jugadores que pasaron por la pensión del Ciclón y hoy se encuentran jugando en la Primera División del club que les abrió sus puertas para su crecimiento, cuando recién arrancaban con su carrera.

¿Serán ellos los próximos?

 

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