Por Iván Lorenz
El problema de que se cuente una sola versión de la historia, es que se cuenta una sola versión de la historia. El Gráfico es, indiscutiblemente, la Biblia del deporte argentino. Pero no puede abarcarlo todo. Y se perdió contar vivencias como la de Lito Trabes, un hincha fanático de Racing, que de sus 75 años tiene 65 como socio del club. Se sabe de memoria las formaciones de categorías inferiores de épocas de antaño. Estuvo presente en la epopeya que escribió la Academia en 1967, cuando derrotó al Celtic por 1-0 y se convirtió en campeón mundial. Lito recuerda, con ojos vidriosos, una de las alegrías más grandes de su vida.
-El primero fue en Escocia, perdieron 1-0 con el Celtic, ¿cómo te llegó?
-Lo vi después. Nos pasaron por arriba. Se veía nublado, en blanco y negro. Me dijeron los jugadores y los pocos que fueron que les dieron un baile asqueroso.
-El 1 de noviembre de 1967 fue la vuelta en el Cilindro y casi no se juega…
-Sí, es verdad. No les pagaban a los jugadores. Se jugó porque les dieron cheques que después no pudieron cobrar. No querían entrar, estaban podridos. En el ’66 arreglaron cobrar en el vestuario. El tesorero y ellos iban caminando hasta la sede de Avellaneda y Roberto Perfumo recibía la guita y le daba con cambio a los jugadores.
-Se habla del fútbol como un reflejo de la sociedad. En aquel partido se le dedicó una silbatina al dictador Juan Carlos Onganía, ¿cómo era por entonces?
-En ese tiempo el fútbol era vale todo. Los partidos de Copa eran terribles. Si se pudiese ver la grabación del partido en Avellaneda, empieza y Perfumo y Alfio Basile, cuando avanza Racing, van al lado de Jimmy Johnstone y le pegan sin pelota. No podías mirar el partido porque a un lado estaba la pelota y en el otro se estaban cagando a trompadas. Lo ganamos de guapos. Ellos no tenían tanta maldad. No eran boludos. Fueron a Uruguay y pegaron como nosotros porque sabían que iban a la guerra.
-Ganaron 2-1, terminó el partido y, ¿qué hiciste?
-Fui a comprar el pasaje para ir a Montevideo. Yo no tenía plata. Horacio, un amigo, me pagó pasaje y estadía. Fuimos a la conquista del mundo. La salida del barco fue algo que llevaré en mi vida grabado a fuego en mi corazón.
-¿Cómo fue el viaje y qué escenario encontraron en el estadio Centenario?
-Cantar, cantar y cantar. El 3 salimos para allá y el 4 fue el partido. Racing jugó un sábado. Estaba nublado. Fresco, pero no frío. Los nervios de jugar una final del mundo. En mi caso, sabía que Racing iba a ser campeón del mundo. Me cargaban los muchachos porque yo les había dicho que, cuando salió el barco, miré para el cielo y dije: “Dios, no quiero más nada”. Estuvimos 35 años sin ser campeones.
-Hay un documental que sacó Celtic TV que cuenta que la hinchada estaba a favor de Racing, pero El Gráfico narra lo contrario.
-Era todo Celtic. En la Tribuna América estaba Racing. Yo estaba arriba. No quise ir al vestuario cuando terminó el partido porque me puse a llorar de una manera terrible.
–En el Gráfico hay una foto de Agustín Cejas en el Centenario junto a una paloma blanca, el símbolo de la paz, pero hubo 5 expulsados esa vez.
-Fue una guerra campal. A la gente le queda la visión del equipo que vio y a medida que pasan los años te agrandás más. Vos te recordás en el ’66 con veintipico de años y era otra vida, otro fútbol. Pero no debemos perder el valor de lo real. Y lo real es que el fútbol argentino era muy, muy agresivo.
-Carlos Duval, periodista que cubrió la final para La Prensa, tiene la sensación de que la pelota del gol todavía está volando, ¿a vos qué te pasa?
-A mi también me pasa eso. En el gol del Chango lo primero que hice fue decir: “¿Por qué no le da el pase a Maschio?” Estaba solo. Cuando vuela la pelota, grito el gol. Perfumo me contaba que cuando llegaron al micro, se sentó al lado de él y le dijo: “¿Vos sabés lo que hiciste? Quedaste en la historia de Racing por el siglo de los siglos. Porque el primer campeón mundial, el que hizo el gol, fuiste vos” y lo abrazó. Después de eso, cada vez que iban a los entrenamientos, lo hacían patear desde el mismo lugar y nunca la metió en el arco. Nunca más, según Perfumo. Al Chango no le pregunté por una cuestión ética.
-¿El hincha de Racing tenía noción de lo que acababan de hacer?
-La mayoría sí. Juan José Pizzuti hizo algo para ir a Montevideo que muy poca gente sabe, creo que El Gráfico lo dijo. Llevó hinchas de Racing como periodistas para defenderlos de la gente de Uruguay. Pegaron algunos, lo supe después. Yo era amigo de todos, no fui a verlos, estaba ocupado en Racing.
-¿Cómo fueron la vuelta en barco y los festejos?
-Tremenda, nos querían matar. Me salvé por una piba de Racing, Cristina, que le había cambiado a alguien del Celtic un pañuelo del Celtic. Con eso pasamos y nos salvamos de que nos cagasen a trompadas. No pudimos ver la fiesta que se hizo en la cancha. Fuimos al otro día, dimos la vuelta con la Tita Mattiussi y la barra que estaba conmigo. Vinimos caminando por Avellaneda, pasamos por la sede de Independiente y nos aplaudieron. Se dice que el pueblo salió a la calle. Cejas siempre decía que el Mundial 78 no fue tanto como el campeonato de Racing.
-¿Por qué el Racing de José fue una revolución?
-Fue una cosa de locos. Nadie esperaba todo lo que pasó, mucho menos con Perfumo de 2 y Basile de 6. Ni Perfumo lo creía. Roberto le discutía a Pizzuti el estar de 2. Había un director técnico uruguayo que decía que Pizzuti mandaba a todos a atacar porque era soltero. Me contaron muchas cosas, soy muy amigo de Basile, pero no tanto como de Perfumo.
-¿Cómo surgió tu relación con Perfumo?
-Nos conocimos de pibes. Después él hizo su carrera y yo me abrí porque cuando empezó a ser famoso empezó a salir a lugares que yo no podía ir. Ellos me quisieron llevar igual y yo no quise. Siempre decía que, cuando fuésemos grandes, algún día íbamos a estar todos juntos. Me pasa algo después, lo más grande que yo pude haber hecho en Racing.
-¿Qué te pasó?
-Un día me llama uno de los amigos que estaba en la barra, ya había muerto Roberto, y me dice: “Lito, se cumplen los 50 años del campeón del mundo, quieren que vayas vos”. Me llama el hijo de Perfumo y me dice que vaya a buscar la medalla en lugar de su papá. Salí en Clarín con la de Roberto y me dieron una a mí. Dios me agradeció lo que tengo adentro por Racing. Como si Roberto me hubiese elegido.
-¿Leías El Gráfico? ¿Qué leíste de esa final?
-De esa final leí tanto. Y lo viví. No me pueden contar nada porque lo viví. Siempre digo: “Fui un elegido”. Haber sido primer campeón del mundo no se paga, Racing no puede tener nada tan glorioso.
–Cuando se coronaron, El Gráfico tituló: “Gracias, Racing”, ¿el fútbol argentino estaba detrás de ustedes?
-Eso es indiscutible. Yo viajé con hinchas de Independiente, ni hablar de Boca y de River. El mundo era Argentina. Soy fanático de Racing, yo escribo. Y escribí un verso que se llama El futuro campeón del mundo, en diciembre del 66. Es largo. Quería que ese equipo quedase en la historia de Racing, quería yo quedar en la historia. No sé bien cómo explicarlo.
-Querías que Racing fuese para el mundo lo que era para vos.
-Cuando salió campeón del mundo, yo salía por mi barrio y la gente se cruzaba de vereda. Siempre viví con Racing al lado. Lo siento en la piel, es un poco mío. Mis hijos son fanáticos. No hice mucho por Racing, no todo lo que tendría que haber hecho.
Toma aire y recita:
Racing brindará emociones al balompié nacional
cuando le toque jugar por la copa de campeones
y si esa copa bendita queda aquí en la Argentina
habrá que alquilar balcones, tirar globos, serpentina
pintar a franjas las calles, las veredas, hasta el puente
porque Racing Club va a hacer, lo que no hizo Independiente.
El hombre que vivió su propio El Gráfico, termina de susurrar sus antiguos versos, abre los ojos y ya no sabe si se llama Lito o Funes, porque Borges, en su cuento acerca del hombre que recordaba todo, no se dio cuenta, pero contó a este hincha que, como él mismo dice, nació con el don de ser de Racing.