lunes, octubre 7, 2024

La culpa es de este pueblo Sabalero

Por Joaquín Méndez

Setenta y cinco minutos del segundo tiempo. Un partido de fútbol. Sábado 9 de noviembre. En este día histórico me encuentro en el sillón de mi casa observando la final de la Copa Sudamericana. Vuelvo a repetir, histórico. Sí señor. Para todos o casi todos o lo que sea que supongamos que sea el todo para nosotros. Pocas veces me sentí identificado o me sentí representado como hoy. Es Colón de Santa Fe y está perdiendo con el conjunto ecuatoriano Independiente del Valle. 2 a 0. Por dos malditos goles, pero la alegría que invade cada rincón de mi corazón, no me la va sacar nadie.

Disculpe, siempre me enrosco y comienzo a cuestionar lo que está impuesto. Es más, me permito realizar una construcción para mi beneficio en estas líneas. Ni el penal que erró Luis El Pulga Rodríguez me va quitar lo bailado. Flor de jugador, hermano. Ni la lluvia que intentó en vano arrebatarnos este encuentro. Ni siquiera cómo termine este partido, ni siquiera que gane Colón y sea todo fiesta. No me vengan con que lo único que sirve en estas instancias es salir campeón.

¿Qué es ganar y qué es perder? El conjunto santafesino perdió con su hincha fallecido por las altas temperaturas del territorio paraguayo, mientras caminaba con su sobrino, sufrió un paro cardíaco. Espere. Son las 20:20, gol de Colón. Ángel Ramón Monzón desde donde se encuentre ahora, empujó con su recorrido hacia la esperanza, la de un golcito más. Por favor. El árbitro del encuentro adiciona 7 minutos más, no piensen que voy a cambiar alguna letra de lo que escribí. No es orgulloso, no. Escúcheme. Tengo la suerte de escribir por placer en este instante y por el momento, no me encuentro bajo la precarización laboral que sufren muchos colegas. Cómo no pensar en vos, Ernesto Rodríguez, periodista incansable que falleció transmitiendo el conocimiento de nuestra profesión este año, gracias por llenarme de preguntas.

Pablo Lavallén se toma la cabeza. El técnico sufre y es un reflejo de la hinchada rojinegra. Esta esperanza de los últimos minutos del partido la construyeron ellos. La construyó Alberto Nini, quién pedaleo 900 kilómetros desde San Javier, Santa Fe.

Por mi piel escapa el alma Sabalera.

Renato y Aimé, hermosa pareja que postergaron su fecha de casamiento por alentar al club de sus amores, o su amor, mejor dicho.

Si ganara yo al infierno, por ser negro y nada más. Moriré llevando negro el corazón.

Otro fanático, se lanzó al mundo con sus pies como sostén de una larga caminata y con su pulgar, para encontrar un alma de sangre y luto, que lo lleve hasta Paraguay. La encontró, un camionero lo acercó hasta la frontera para gritar por su equipo.

Ah eh Ah yo soy Sabalero, ah eh ah, Sabalero, Sabalero.

Un hombre se refriega con sus dedos los ojos humedecidos por sus lágrimas. Su Colón, está en la final en Paraguay y él está ahí para vivirlo.

Más de 40 mil personas arribaron a La Nueva Olla, el estadio de Cerro Porteño y la olla, se llenó. ¿Y por qué? Los Palmeras, se lo seguirán contestando…

Sabale, Sabale, la culpa es de este pueblo sabalero., Sabale, Sabale. ¡Que todo el mundo grite dale negro!

Estoy finalizando el texto, el Sabalero perdió 3 a 1 con Independiente del Valle. Más que digno papel en esta Copa Sudamericana, pero como recalqué, no interesa el resultado. ¿O acaso estas historias no merecen ser reivindicadas a pesar de tener o no éxito? No me venga con fracaso, Cólon ganó el segundo puesto, sí lo gano, hombre. Aprendí mucho estos días del pueblo rojinegro, muchísimo.  Se lo agradezco, perdí prejuicios y gané problemas, que haré mierda para seguir construyendo juntos. Por si le quedó alguna duda, le dejo las últimas frases de la canción “El Sabalero”.

He nacido en las orillas roja y negra.

Yo me entiendo con la gente sabalera,

soy amigo del ciruja y del maestro,

con el tordo y con el punga yo me entiendo.

Y en mi mesa se codea la pobreza y el señor,

canta río y también canta pastor…

¡Y aunque me ganara el cielo por cambiarme de color, moriré llevando negro el corazón!

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