Por Nicolás Venier
Fastidioso. Enojado. Así se encontraba Lisandro López luego de la oportunidad desperdiciada en el minuto 47 del segundo tiempo que le podría haber dado la victoria a Racing en el Estadio Presbítero Bartolomé Grella. No lo podía creer. Tampoco quería hacerlo. Con los brazos en la cintura y mirando el suelo por unos segundos. Cristian Tarragona, delantero del equipo local que terminó en su propia área para colaborar en la marca, suspiró y luego alzó su brazo derecho, acariciándole a Licha el poco pelo que le queda, como gesto de consuelo.
Patronato hacía poco más de 20 minutos que había marcado el empate parcial con un tanto de Gabriel Díaz. El local, ansiaba con ganarlo. A partir de su gol, el equipo visitante se dividió y comenzó a buscar variantes para lastimar al rival. Tiempo cumplido y el equipo de Mario Sciaqua perdió una pelota clave cerca de la raya central. En ese instante, nació la contra de Racing, comandada por Darío Cvitanich. Seis veces tocó la pelota el número 20 en conducción para luego filtrarle el pase al paraguayo Rojas que, a su vez, recibió el balón a 5 metros del área.
El volante zurdo de 23 años llegaba con velocidad e ingresó al área rival, cerca del vértice, sin aún haber tocado la pelota. Previo a ese primer y único toque levantó la cabeza y lo vió solo a Lisandro López a pocos metros del punto de penal, que venía como una bala de un fusil para rematar o eludir al arquero Ibáñez. De primera y con pierna derecha, fue el pase de Rojas para su capitán.
López es de esos delanteros que tiene un tiempo más en el área rival. Es de aquellos que definen con categoría. De los centro atacantes de experiencia que, dentro de ese rectángulo y a pocos metros del arco, no perdonan. Cuando recibió el pase, debió decidir en pocos segundos que decisión tomar, ante el achique de un arquero que, a medida que pasaba el tiempo, se hacía cada vez más gigante.
En el banco del conjunto local se cruzaban los dedos para que el delantero experimentado de la Academia falle. Por el otro lado, también los cruzaban, pero para que la pelota termine donde suelen terminar las pelotas que le quedan así a Lisandro López: bajo la red. El estadio enmudecido, aterrado por la peligrosa contra de Racing, pero haciendo lo suyo, e intentando, sin poder hacer nada, pero intentándolo igual, que la pelota no ingrese.
Las pulsaciones se vivían a mil, en Paraná y en Avellaneda. Licha tenía varias opciones: eludir al arquero, ejecutar por alguno de sus costados, fusilarle el arco, o picarla por encima del mismo. Esta última, fue la decisión del número 15.
Matías Ibáñez, el 1 de Patronato, que en realidad utiliza el dorsal número 12 intuyó esa opción, por la calidad del delantero que tenía frente a sus ojos. Le cerró todos los espacios de la mejor manera posible, atajó ese balón en el minuto 47, y le dio vida al Patrón. Por supuesto que en ese momento recibió abrazos de sus compañeros y la ovación de su hinchada.
Por el lado de Racing, lamentos. No podían ni querían creer. Igual que Lisandro, con bronca. Con calentura. Airado por no haber tomado otra decisión, otra de esas opciones que se le pasaron por la cabeza en esos milisegundos.
No obstante, el capitán iba a tener otra jugada más un minuto más tarde. En lugar de asociarse con los mediocampistas como sucede de manera constante, decidió picar a las espaldas de los defensas rivales y esperar por un balón filtrado entre líneas.
Nuevamente, luego de un espléndido pase de Matías Rojas al ras del piso, Licha tenía la oportunidad de quedar cara a cara con el arquero Ibáñez. En esta ocasión, falló con el control. La pelota se le fue larga, y en ese momento se fue la última oportunidad para Racing de llevarse los 3 puntos hacia Avellaneda. Era la última jugada en ataque del partido. Al terminar sin peligro, fue la que decretó el final del encuentro y el reparto de puntos para Racing y Patronato en la Fecha 12 de la Superliga, y la tristeza del campeón vigente que intentó por diferentes caminos, pero no lo logró.