viernes, noviembre 22, 2024

Pepe Sand: el caballo ganador

Por Joaquín Alberto Méndez

El ceño se frunce. Se frunce a más no poder y sugiere enojo, pero no. Los puños se cierran, se cierran tanto que parece indicar un golpe en lo inmediato, pero no. No hay golpe. Las venas se marcan en el antebrazo, pero no van a reventar. Los dientes rechinan, se muestran aguerridos como los escudos de un ejército espartano, pero no van a combatir. Se van a expresar, se van a manifestar con todas sus fuerzas y cada partícula que compone a ese individuo va ser partícipe de esa alegría desenfrenada. La cámara se acerca a ese rostro y captura el momento. Minuto 47 y 40 segundos, en la última jugada del primer tiempo. El grito no cesa, es el grito de gol del Pepe Sand.

Sus compañeros lo abrazan, todo comienza a ordenarse nuevamente en el estadio de Newells, en Rosario. Acaba de ocurrir algo maravilloso y polémico. El bochazo partió largo del botín del central Lautaro Valenti, la pelota cruzó la mitad de cancha. Alan Franco estiró su pie derecho en busca de la pelota. Falló y le quedó mansita en frente al Pepe, que obvio, ni bien salió el pelotazo, ya estaba corriendo hacia la espalda del jugador de Independiente que no lo pudo ver, porque el delantero se encargó de que no le siga el rastro.

Una de las claves para el goleador es la ubicación, diría en una entrevista con Diego Borinsky en La Nación.

Y así se ubicó en frente de Martín Campaña. Ya se estaba acomodando cuando apareceó Franco de nuevo (incansable, jamás da una por perdida). Sand no es rápido, es consciente de ello. Con sus dos brazos lo sacó en una picardía casi indetectable y el defensor perdió estabilidad. Él ganó un segundo. Un segundo más fue gol, gol de Lanús, la pelota que ingresaba al arco tras escaparse entre las piernas del arquero uruguayo. Allí comenzó el desahogo de la victoria por 2 a 0 sobre el conjunto de Avellaneda, que depositó al granate en las semifinales de la Copa Argentina. Allí se reflejó el arte de gritar el gol, de hacerlo como lo hace Sand, con amor y con pasión.

Así  vive la vida Sand, por eso su semental se llama Lenin, como su abuelo, tal como lo había prometido. Con amor y con pasión, cumplió el sueño de ser jugador de fútbol, como su papá, Raúl, que debutó en 1971 y que jugó dos partidos, hasta que tuvo que volverse a su Bella Vista natal, por problemas económicos. Me corrijo, perdón. Es que su padre fue arquero, José también, pero le duró poco y, fue con amor y con pasión que él lloraba después cada partido que perdía, cuando su papá lo preparaba en el arte de volar bajo los tres palos. Entonces, su mamá, Amancia del Carmen convenció a don Pepe que lo empezó a colocar de 9.

La Vaquillona fue el primer objetivo por el que inflaba las redes el delantero granate, para comer con los amigos luego de los torneos relámpago que jugaba en Corrientes. A los 13 años, debutó en la liga local. Al tiempo, llegó a la pensión de River, donde convirtió goles a lo pavote, pero cayó en la desilusión del préstamo, no lograba afianzar su confianza en el plantel de primera.

Siempre admiró la fortaleza mental de Batistuta.

Pasó por dieciséis clubes, en alguno de ellos no rindió. No hizo muchos goles. Descubrió que por momentos en su vida, perdía la fe que lo hacía un nueve goleador. Pensó en retirarse por momentos. No era la salida. Empezó el psicólogo para recuperarse. Volvió a su provincia, Corrientes. Vistió la casaca de Boca Unidos, volvió a anotar. Lo llevaron a Aldosivi y luego, a Lanús nuevamente. Se reencontró con la redonda, la hizo besar varias veces con la red. Goleador de la Copa Libertadores 2017, con eliminación a River y San Lorenzo incluida, logrando un Subcampeonato, a los 37 años.

Esta vez, permítame tomarme el atrevimiento de sugerirle algo: Apueste al caballo ganador.

Gorra roja hacia atrás, gritos desaforados, saltos y puño arriba. Como un nene con juguete nuevo, no sabe cómo expresar semejante alegría. Su yegua acaba de ganar una carrera. Su andar es muy similar al del animal en cuestión, su tranco empuja y empuja su cuerpo que lucha por llegar y ganar en el momento justo la pelota. Posición perfecta, siempre, al acecho y cuando por fin llega la oportunidad, a mandarla a guardar, ni lo dude, no es necesario hacer notar, simplemente haga que el esférico cruce la meta. Por eso, el francés delantero del Barcelona Antonie Griezmann le asignó la cinta de capitán en el Gran DT,  plataforma donde compiten miles de amantes del fútbol. ¿Qué espera? Vamos, apueste usted también por el caballo ganador: José Pepe Sand.

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