Por Mariana Maydana Rodriguez
Florencia Sánchez se fue a Bolivia cuando aún no se conocía al hockey en las escuelas donde trabajaba en La Paz y además utilizó la actividad como medio para ayudar a mujeres de bajos recursos que no tenían acceso a la educación.
-Cuando eras chica te fuiste a vivir sola al exterior… ¿Porqué Bolivia?
-Sí, yo quería ayudar a las personas, dedicarme a un proyecto educativo, siempre me movió la ayuda por los demás, y elegí Bolivia porque sentía era un lugar con mucha necesidad, aunque no lo conocía de antes.
-¿Cuáles eran tus expectativas?
-Mi idea era dar un taller de hockey en un colegio y a su vez jugar en un equipo, pero cuando llegué allá me encontré con que… ¡No existía el hockey! (Risas).
-¿Cómo hiciste para proponerlo?
-Al principio, fue muy difícil, primero tuve que resignar jugar y después dedicarme de lleno al proyecto. Empecé atrabajar en un taller y mis alumnas me decían que la idea de jugar con un palo les parecía violenta.
-Me imagino, algo totalmente nuevo para ellas.
-Sí, y fueron años, pero valió la pena. Con el tiempo conocí otra chica argentina que también jugaba hockey, ella me ayudó a llevar materiales desde acá y con apoyo de clubes y otras entidades fuimos creciendo.
-¿Cómo continuó el proyecto?
-Empezamos a organizar torneos en los que a veces hacía de árbitro, entrenadora, o ayudante en general. Además con el tiempo también pedí prestado un espacio en el colegio que trabajaba y una vez a la semana daba talleres de hockey, alfabetización y computación a mujeres con bajos recursos de zonas periféricas de La Paz.
-La verdad emociona tu pasión, visión y valores para con este deporte…
-Gracias… Pienso que el deporte, la lectura, escritura y todo tipo de educación son herramientas fundamentales para la inclusión en la sociedad. Las chicas que ayudaba no tenían ni siquiera la posibilidad de asistir a una escuela.
-¿Cómo tomaste la decisión devolver después de todo eso?
-(Piensa)Fue muy duro, pero tenía que hacerlo, mis próximos objetivos ya estaban acá y justamente elegí la Ciudad de Buenos Aires porque quiero hacer lo mismo que hice allá pero en otro contexto, en villas o cárceles tal vez… ¡Y jugando yo también en otro equipo!
-Una vez instalada en Buenos Aires, ¿Cómo llegaste a San Telmo?
-Buscando clubes cerca de casa… ¡Por Instagram! La verdades que hoy lo vuelvo a elegir, ya es como mi familia, vine acá a sumar; al principio me costó mucho reincorporarme física y técnicamente después de 13 años sin jugar, pero hoy ya estoy adaptada.
-¿Cómo es tu día a día actualmente, tus actividades… ¿Qué resignas para entrenar?
-Trabajo por la mañana en un colegio de La Plata dando clases de hockey, a la tarde estudio Psicomotricidad y a la noche entreno… ¿Qué resigno? ¡Horas de sueño! Incluso llego muchas veces cansada a entrenar, pero cuando tengo el palo en la mano, me motivo.
-Respecto a esto que me contás y con una rutina tan cargada… ¿Qué opinas de la profesionalización de los deportes?
-¡Qué tema! El hockey justamente tiene la particularidad de que sus materiales para practicarlo son muy caros (un buen palo está más de siete mil pesos y ni hablar de los botines), jugar este deporte es casi una inversión (¡Ja!).Pero así como tiene la desventaja de que a veces estás cansada o no llegás a fin de mes, para mí, que este juego no esté manchado con la plata te ayuda a valorarlo por lo lindo que es jugarlo, y no por cuánto ganás.