Por Nehuén Azar
Su nombre es Frederico Guilherme Peisoto, pero es conocido como Fredy Sukata. Proveniente del noreste de Brasil, llegó a Buenos Aires en 1998 para difundir una disciplina de las artes marciales que hasta entonces no era practicada en la Argentina: el Brazilian Jiu Jitsu (BJJ).
Actualmente el BJJ es conocido en gran parte del mundo gracias al crecimiento de las Artes Marciales Mixtas (MMA, su sigla en inglés) y su gran difusión generada especialmente alrededor de los famosos combates en el octágono de UFC y Bellator. En este tipo de luchas se combinan disciplinas como el Karate, Kickboxing, Muay Thai, Taekwondo, Judo, Lucha Libre, Lucha Grecorromana, Aikido y BJJ. Esta última es considerada indispensable en estos combates: “Nadie puede subirse a un octágono sin saber Jiu Jitsu”, asegura Fredy, nacido en Recife en diciembre de 1975.
El concepto básico de esta disciplina es que un individuo pequeño y ligero, pero hábil, puede defenderse con éxito frente a un oponente más grande y fuerte mediante el uso eficaz de la técnica, llevando el enfrentamiento al suelo.
Pero para entender realmente de qué se trata esto, es necesario conocer un poco la historia del arte suave: El Jiu Jitsu nace en la India, como un método de defensa utilizado por los monjes budistas para protegerse de ladrones y demás peligros durante sus travesías. En uno de estos viajes llega a Japón, donde es adoptado y perfeccionado por los samuráis del siglo XII como método de defensa sin armas. Allí nace lo que se conoce como Jiu Jitsu Tradicional.
Este antiguo Jiu Jitsu japonés llegó a Brasil a principios del siglo XX por medio de Esai Mitsuyo Maeda, conocido como “Conde Koma”, que lideraba una comitiva de comercio en el estado de Pará, en el norte brasileño. Allí conoció a Gastao Gracie y le enseña el arte del Jiu Jitsu a su hijo mayor, Carlos. A su vez, Carlos se lo transmitió a todos sus hermanos exceptuando al menor, Helio, quien sufría de problemas físicos.
Helio era un joven débil, de contextura liviana y con problemas de salud que lo limitaban a pasar el día en su casa, por lo que tenía mucho tiempo para observar las clases de su hermano mayor. Tanto que aprendió las técnicas mejor que otros de sus hermanos, y con 15 años se animaba a desafiarlos.
El talento y la persistencia para compensar sus 60 kilos llevaron a Helio a perfeccionar la técnica hasta volverla casi imbatible, maximizando el uso de las palancas, las sumisiones y los estrangulamientos, permitiendo que hasta los más débiles se beneficiaran de esta práctica y dando origen a lo que hoy es conocido en el mundo como Gracie Jiu Jitsu, o Jiu Jitsu Brasileño. Helio Gracie murió en 2009 con 96 años de edad y es recordado como el Grande Mestre (Gran Maestro).
Esta es la doctrina que Fredy trajo a la Argentina. Hoy tiene una graduación de Faixa Preta 4 (Cinturón Negro, cuarto grado) y tiene el honor de haber aprendido directamente de la familia Gracie, ya que entrenó en reiteradas oportunidades con Carlson Gracie, sobrino de Helio que solía brindar seminarios en João Pessoa y en Río de Janeiro.
Pero el BJJ, también conocido como el arte suave o el arte marcial del piso, no era practicado en la Argentina de fines de los ‘90. Y ahí estaba Fredy Sukata, totalmente solo en Buenos Aires en 1998, con sus 22 años, presentándose cordialmente y diciendo que podía ganarle a luchadores de otras artes marciales sin siquiera golpearlos. “Al principio fue difícil. Como la gente no conocía el Jiu Jitsu, todos venían a desafiarme pensando que me iban a matar, y se reían cuando yo les decía que podía ganarles sin golpearlos. He peleado Vale Todo a mano limpia todos los meses con un desafiante distinto, y he mandado a varios al hospital”, cuenta El Mestre, que supo vencer en esa época a referentes argentinos del Kickboxing y del Muay Thai, como Gustavo Moia.
Una década atrás, cuando tenía 12 años, Fredy había ingresado en el mundo de las artes marciales gracias a su padre, que lo llevó a él y a su hermano mayor Mario a clases de judo. Practicaron durante dos años hasta que conocieron a Luiz Barbosa en la Ciudad de João Pessoa, un profesor de BJJ que les hizo conocer a ambos hermanos la disciplina que practican desde entonces y hasta el día de hoy.
Fredy recuerda que “no sabía qué era el Jiu Jitsu” y Luiz le explicó que era algo parecido al judo, pero en el piso y con estrangulamientos y palancas a las articulaciones. “El tipo era flaquito, pesaba la mitad que yo y nos molió a palos a Mario y a mí en la primera clase”, agregó el luchador.
El Mestre Sukata fue creciendo y de a poco fue conformando su propia academia: “Di clases en Sucre y Cabildo, luego en Córdoba y Agüero, y después reuní a todos en Gallo y Lavalle y ahí arranqué. Empecé a salir en revistas de artes marciales y mi nombre fue sonando cada vez más fuerte”.
Mientras tanto, su hermano Mario formaba parte del Carlson Team, equipo de MMA de Carlson Gracie, considerado el mejor equipo del mundo durante muchos años, por lo que el apodo Sukata (sobrenombre que recibieron ambos hermanos por ser parecidos al bajista de una banda tradicional de punk rock de Sao Paulo llamada Garotos Podres) también sonaba fuerte en el resto del ambiente de las artes marciales.
Así fue sumando alumnos y agrandando su academia, que administra junto a su hermano y que lleva el nombre de Sukata Brothers. Actualmente la Academia cuenta con más de 20 filiales repartidas entre Capital Federal y el interior del país, y otras tantas en Uruguay, Paraguay, Inglaterra, España, Francia e Israel.
“Yo lo conocí en 2006 porque lo vi en la revista Judo-Karate, y me presenté en la sede de Gallo y Lavalle. Yo tenía 47 años y mi idea era poder formar atletas de competición en MMA, pero me faltaba algo”, recuerda Jorge El Samurai Ledesma, que desde entonces es alumno de Sukata Brothers. Con 61 años, entrena y da clases junto a Fredy en la sede central de la Academia, ubicada en Caballito.
El Samurai es cinturón negro 5° Dan de Kung Fu y campeón mundial de BJJ en la categoría Master 5 Cinturón Azul en el año 2009, a menos de tres años de comenzar a practicarlo. Asegura que “Fredy es un deportista y una persona excepcional, y todos los argentinos que sabemos tirar una kimura se lo debemos a él. Incluso la gran mayoría de los profesores que hay, sin desmerecer a nadie, salieron directa o indirectamente de la Academia Sukata”.
Al igual que Ledesma, mucha gente dice haber cambiado su vida a partir del BJJ, por lo que se muestran agradecidos tanto a Sukata como a la propia disciplina. Tal es el caso de Paula Serén, cinturón violeta de 27 años que también es instructora en la Academia y que conoció el BJJ en 2013: “La situación en la calle es muy complicada y todas necesitamos algo que nos dé seguridad. Lo que tiene el Jiu Jitsu es que si vos estás bajo una posición en la que el otro te está dominando, inmediatamente podés actuar y someterlo, invertir esa posición de dominio e inclusive atacarlo, dormirlo o romperle un brazo”, remarca la bonaerense.
“He vivido situaciones feas y he sufrido el acoso callejero que sufrimos todas las mujeres, pero hoy realmente puedo decir que me siento segura en la calle y en cualquier lado”, sostiene Paula, que además de dar clases en la sede central de Sukata, enseña BJJ a personas con distintas discapacidades utilizando un método llamado “Handicap” y adaptando las técnicas a la dificultad de cada alumno. Fredy afirma que “es el mejor método anti-violación”, y que “todas las mujeres que practican JiuJitsu pueden defenderse rápidamente de un eventual ataque sexual”.
Hace 21 años Fredy Sukata se puso un objetivo entre ceja y ceja y hoy puede decir que lo cumplió. Trajo el Brazilian Jiu Jitsu a la Argentina, lo hizo crecer de manera considerable y hoy es practicado a lo largo y ancho del país como deporte de competición, como método de defensa personal y como estilo de vida por gente de todas las edades, tamaños y géneros.