sábado, diciembre 7, 2024

Por qué los grandes medios todavía miran de reojo al deporte femenino

Por Francisco Blason

En esta última década se han desafiado muchas normas sociales y se ha tratado pacientemente de deconstruir dichas reglas. A pesar de esto, la exposición en los medios de la imagen de deportes sólo conocidos popularmente como masculinos sigue siendo constante: desde 1990 hasta la fecha de cierre en 2018, la revista El Gráfico solo tuvo siete ediciones en las cuales su tapa contenían a una mujer deportista.
El equipo de Voleibol femenino de Boca se consagró bicampeón el pasado 17 de abril ante San Lorenzo. Con este título, las Guerreras llegaron a los seis títulos nacionales y son el conjunto más ganador de la Liga Femenina de Voleibol. Más impresionante que estos logros fue la poca importancia que le dieron los medios locales. El diario Olé, en su edición papel, publicó esta noticia 4 días más tarde. Además lo hizo en un pequeño recuadro, mientras que la misma edición incluyó dos páginas enteras dedicadas a un efemérides del plantel de vóley masculino de River, que recuerda el único título del millonario en 1999. Si bien el vóley no es el deporte con más difusión en los medios, es notoria la diferencia de cobertura entre el equipo más ganador de la rama femenina de un deporte y un equipo que, sin intención de desvalorizar a River, apenas logró ganar un título en una liga en la cual dominan con gran amplitud dos equipo, Bolívar con ocho ligas y UPCN con siete.
Gracias a la difusión individual que ofrecen las redes sociales, la cuenta de Twitter @Guerreras_Voley (no oficial pero que sigue al equipo) dio lugar al reclamo de este pobre reconocimiento del título. Sergio Stuart, editor de Olé, dijo: “Hay muchos motivos por los cuales debimos publicarlo así, no tengo problemas en hablarlo con quien quiera. Pero es la primera vez que leo se quejan en lugar de alegrarse que se difunde el vóley en un diario nacional”. Cuando se le consultó a Stuart sobre cuáles eran dichos motivos, el editor no respondió.
“El deporte masculino está jerarquizado sobre el femenino aunque sea el mejor equipo femenino y el ´peor´ masculino”, explica Leila Ponzetti, periodista de Feminista Mundial, el equipo que escribe notas de deportes para Las 12, suplemento de Página/12. “Siguen habiendo cuestiones culturales que se cruzan todo el tiempo”, agrega. Si bien en los últimos años se empezó a desconstruir la idea de que la mujer que no hace deporte, las cuestiones culturales que enlentecen la aparición de las deportistas mujeres en los medios siguen haciéndose presentes. Moyi Schwartzer, activista deportivo trans, marca que estas cuestiones culturales en su momento hacían “Imposible que una mujer practique deporte porque no se pensaba que las mujeres practiquen deportes”, y que hoy esa cuestión pese a la hora de apoyar el desarrollo de dichos deportes.
“Los comunicadores nos tenemos que hacer cargo de nuestra responsabilidad política al momento de construir y poner una voz sobre un tema. El periodismo deportivo construye sentido sobre el deporte por la ideología que tiene detrás que es la que decide que noticias van y que no va, que es tapa y que no. Hay que hacerse cargo cuales son los roles del periodismo, cual es su potencialidad para habilitar, para construir legitimidad sobre ciertos deportes”, declara Ponzetti, quien cree que los deportes necesitan desarrollarse para volverse atractivos a un público.
El apoyo que la exposición en los medios le puede dar a estos deportes es clave para su desarrollo. Aquello es multi-beneficioso, ya que una mejor formación de estos cumple con una ventaja social al formar un abanico más grande de actividades y abre un nuevo campo, con nuevo público, para que los medios puedan explotar. Leila Ponzetti analiza los problemas: “Son decisiones políticas de cada país con cada deporte, en cuanto apoyo le vas a dar. Por ejemplo en el proyecto de las sociedades anónimas deportivas hay una decisión de cercenar a cierta parte de la población el ingreso al deporte”. La inversión para mejorar la calidad y la práctica se termina concentrando en los deportes tradicionalmente más populares y de equipo, como es el fútbol. Es por esto que Moyi Schwartzer concluye: “El periodismo deportivo no resuelve la posibilidad de que se desarolle un deporte pero tiene una responsabilidad con ello”.
“Yo creo que están apareciendo otras alternativas para cubrir el deporte femenino. Hay una cuenta de twitter que se llama Tenistas Argentinas, que cuenta lo que hacen las pibas en el tenis femenino. Tenes El Femenino (cubre fútbol femenino)”, cuenta Iván Lorenz, estudiante de periodismo deportivo. Las redes sociales da lugar a que un tema del que se tenga poco conocimiento pueda ser difundido por cualquiera y para cualquiera.
“La globalización de las redes difunde un montón de cosas. Hace 12 años no había, como la última vez que Argentina jugó un mundial femenino de fútbol, que no había posibilidad de difusión individual. Esa opción ayuda a que los deportes se visibilicen, que acelera algunos tiempos”, argumenta Leila Ponzetti. Esto se hizo visible en lo ocurrido el año pasado con la selección femenina de fútbol. Gracias a una foto del equipo en la cual las jugadoras hacían el Topo Gigio en reclamo por la falta de financiamiento. Sumado a este hecho estuvo la desvinculación de Macarena Sánchez de la UAI Urquiza. Este incidente, inicialmente difundido en las redes sociales, terminó con la profesionalización del fútbol femenino y la cobertura televisiva del mundial de Francia 2019 y de otros partidos, como por ejemplo la final de Champions League femenina.
“El hockey femenino es una excepción que confirma la regla de los que son los deportes. Primero porque el hockey es un deporte de clase alta, media-alta. Se le presta atención porque es de clase alta. Siempre contaron con sponsors como por ejemplo Visa”, explica Moyi Schwartzer. “En el hockey si hubo una decisión política, cruzada por las cuestiones de clase, de organizarlo de una manera que probablemente iba a crecer. Hubo una decisión de poner al Hockey como el deporte femenino como excelencia”, agrega Leila Ponzetti, que marca a esta política como la causante de que el hockey sea un deporte con categorías nacionales y regionales para todas las edades. “También tiene una estética de la mujer deportiva. Un deporte con estándares de belleza que vende”, concluye Schwartzer.
“En el fútbol es como con el masculino, es un juego tan fácil de entender y llega a cualquier parte del mundo; eso le da visibilidad”, explica Tatiana Milani, flamante redactora del equipo de Tyc Sports que se dedica a la cobertura del fútbol femenino, que tuvo en el último año una avance por demás positivo al nivel de llegar a ser profesional. “La AFA exigió que los clubes tengan 8 contratos y pone plata. La Conmebol y mismo la FIFA exigen un equipo femenino para competir en torneos internacionales. Debería acatar a esas exigencias. Como San Lorenzo, que firmó 15 contratos”, cuenta Iván Lorenz. No solo eso, sino que también la selección argentina pasó a tener su primer sponsor, Rexona.
La ola feminista rompió con muchos estereotipos de las mujeres. La popularidad del movimiento presenta, en términos puramente económicos, una oportunidad de explotar un nuevo público. “Los medios se suben un poco a la ola de lo políticamente correcto. En el caso del Voley se les escapó la tortuga y se vieron sus verdaderas intenciones. En cierto punto lo políticamente correcto a veces juega a favor porque hace que algunos medios aparezcan. De alguna manera es un avance pero también es una porquería porque no es real”, cuenta Ponzetti. Sin embargo, los grandes medios deportivos “no se suben a la Ola por miedo”, según Tatiana Milani, quien agrega: “En el último año, el movimiento feminista generó un ambiente falso de odio hacia los hombres y está mal visto. Por ahí no les gusta que sus lectores hombres sientan que les están quitando la prioridad, que no se ´sientan heridos´”.
El constante cuestionamiento de los estereotipos sociales preestablecidos lleva a que se rompa y que se deconstruya dicha imagen. Los medios, sobre todo los deportivos, no escapan de ser ejemplos de cómo dicho prejuicios diferencian de manera excesiva el preconcepto que se tiene tanto de hombres como de mujeres. Este fenómeno de discriminar por género va, lentamente, perdiendo fuerza y otorgándole el lugar a las mujeres.

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