Los equipos grandes suelen estar metidos en una gran parte de los conflictos relacionados al arreglo de partidos, y San Lorenzo no iba a ser menos. Era el año 2001 y se disputaba el Clausura. Ya sobre la fecha 18, San Lorenzo y River compartían la punta con 41 puntos, 12 más que el tercero, Argentinos Juniors.
El fixture puso al Ciclón ante el Bicho de la Paternal, aunque el verdadero plato fuerte estaría del otro lado, ya que nada más ni nada menos que Huracán, clásico de los de Boedo, se enfrentaría al Millonario.
River perdió su encuentro ante el Globo por 3 a 2, con aquel recordado gol de Derlis Soto a los 50 minutos del segundo tiempo. San Lorenzo venció a Argentinos y aprovechó su ventaja luego, al obtener la victoria frente a Unión en la última fecha y alcanzar así un nuevo título nacional.
La manera en la que Huracán le “entregó” el campeonato a San Lorenzo podría considerarse como la excepción que confirma la regla, aunque no se puede dejar pasar un punto muy importante: Carlos Babington, entrenador del Globo, estaba enfrentado “a muerte” con el director técnico de River, Rubén Américo Gallego.
Cuando Babington era DT del Millonario, una serie de malos resultados, sumados a la derrota ante Boca, generó la bronca de Carlos. “Si quieren que me vaya, me voy”. Y se fue nomás. Su calentura también se debía a que, aun cuando era entrenador, lo trataban como si ya estuviese fuera de las arcas del club. Pero pudo darse el gusto de quitarle de las manos no uno, sino dos campeonatos a Gallego.
“Fue una victoria totalmente justa. En el fútbol hay que meterla y listo. Ya pasaron 20 años, es una estupidez seguir hablando de esto”, aseguró Babington, quien, mientras charlaba con este equipo de investigación, aprovechaba para sacar chapa de aquella histórica victoria que le dejó ese gustito especial de amargarle el año a su “archirrival” en el corralito de los entrenadores.