El 31 de mayo de 2013, el estadio Centenario Ciudad de Quilmes acaparó la atención de todo el público futbolero al albergar la victoria por 1-0 del Cervecero ante Racing en un encuentro lleno de suspicacias.
Tanto los locales como la visita jugaban su torneo aparte: Quilmes peleaba la permanencia en la máxima categoría y uno de sus rivales era Independiente. En cambio, Racing luchaba por el ingreso a las copas internacionales pese a sus irregulares actuaciones.
El entrenador de la Academia, Luis Zubeldía, estaba frente a un partido lleno de sospechas. Lejos de ahuyentarlas, las aumentó. El director técnico eligió que su equipo salga al campo de juego sin un centro delantero, por lo que la ofensiva estuvo conformada por De Paul, Fariña y Centurión. Recién a los 20 minutos del segundo tiempo, Racing jugó con un “9” tras el ingreso de Cámpora. Como resultado, los de Avellaneda contaron con un leve remate de De Paul y dos tiros atajados por Trípodi.
El gol de Martín Cauteruccio, a los nueve minutos, le dio la victoria a Quilmes, evitó que Independiente salga de la zona de descenso y lo hundió aún más a falta de tres encuentros por disputarse.
Claudio Corvalán, ex jugador de ambos equipos que en esa temporada había pasado de Quilmes a Racing, le explicó a Pica en Punta la interna de ese encuentro: “Se vivió una semana atípica, parecida a la previa de un clásico. Sabíamos que existía mucha presión porque estábamos a la vista de todos. Si ganábamos, nuestros hinchas nos iban a criticar y si perdíamos íbamos a quedar mal vistos. Nosotros queríamos llevarnos los tres puntos, pero desde la dirigencia nos dijeron que no ganemos”.
Una vez que Laverni finalizó el encuentro, el Centenario repleto se vistió de fiesta. Ambas hinchadas festejaron y se unieron al grito de “el que no salta se va a la B”. Además, los dos conjuntos se fueron aplaudidos.