Por Roberto Aboian
El Maracaná será el escenario en el cual se enfrentarán la Argentina y Venezuela por los cuartos de final de la Copa América. Ambos combinados llegan a esta instancia de menor a mayor, terminando en el segundo lugar de sus respectivos grupos. Si habláramos de favoritismos, la Albiceleste es por historia quien debería ser la vencedora, pero si nos referimos a la actualidad, puede ser para cualquiera.
Venezuela es una selección que basa sus fundamentos en el orden, la solidaridad entre líneas, el contragolpe y la maximización de los momentos con la posesión del balón. Un conjunto que suele formar 4-3-2-1 con Salomón Rondón como su máxima referencia en ataque. El delantero del Newcastle mezcla potencia, físico y velocidad en su juego, características que lo hacen letal frente a las defensas. Aporta en el funcionamiento colectivo aguantando los pelotazos y arrastrando marcas para que los volantes interiores puedan pasar al ataque.
En defensa, forman un 4-1-4-1 usando a sus extremos como volantes por afuera. Estos realizan la tarea del ida y vuelta constante, estando muy atentos para salir de golpe en un rápido contraataque como también para reubicarse en la línea defensiva. El jugador clave en esta instancia es el volante central Júnior Moreno, quien tiene como su capacidad fundamental la polivalencia en el sector defensivo. El mediocampista del D.C United se destaca en sus relevamientos para tapar los distintos huecos que generan los equipos rivales al atacar. Suele ubicarse como un tercer central más, aunque también se lo ve cubriendo las zonas laterales cuando los carrileros, por marcar a algún jugador rival, dejan la zona liberada.
En situaciones donde Venezuela tiene que defenderse, se puede apreciar la contracción que sufre en lo que se refiere a la distancia desde su primera línea hasta la última. Aproximadamente 17 metros es lo que ocupa el conjunto venezolano a la hora de replegarse. Su máxima virtud en este caso es cerrar los caminos por adentro mediante un marcaje pegajoso a los volantes interiores y delanteros del equipo rival, para que el volante generador de juego no pueda recibir y hacer lo suyo. Este tipo de movimientos incita la lateralización del balón por parte del rival, para intentar generar los espacios por las bandas.
Otra cuestión relacionada a lo anterior es el constante movimiento en el cual se encuentra el seleccionado dirigido por Rafael Dudamel. Siempre hay una opción de pase visible, al menos para recibir y devolver. En los momentos que tienen la posesión, distribuyen la pelota con suma paciencia triangulando hasta encontrar el pase que pueda abrir el juego y dirigirse hacia el arco rival.
El punto débil de Venezuela es su línea defensiva. Buscan contrarrestar esta fragilidad mediante la superioridad numérica y, a su vez, con los relevos. Sin embargo, con superar a la defensa no alcanza del todo, dado que en el arco se encuentra Wuilker Fariñez. El guardameta de 21 años que actualmente milita en Millonarios es, seguramente, uno de los arqueros juveniles de mejor nivel de Sudamérica. No es alguien que esté dotado con el juego con los pies, pero a lo que se refiere de tapadas, gracias a su gran velocidad de reacción, lectura y fuerza de piernas, hace que se deba rematar con mucho más criterio para vencerlo.
Argentina de cara a este encuentro deberá aprender de los errores cometidos en los partidos anteriores. Considerando la superioridad numérica que buscará Venezuela en defensa, sería ideal jugar con Sergio Agüero y Lautaro Martínez desde el inicio del encuentro para comprometer de entrada a los dos centrales venezolanos con la marca, que los laterales se tengan que cerrar (evitando así una posibilidad de amplitud en ataque por parte de los mismos) y preocupar a Moreno con lo que suceda a sus espaldas. Con respecto a esto, para este partido parece más apto Marcos Acuña que Giovani Lo Celso, por una cuestión más referida a la llegada hasta la última línea por ambas bandas (obviando la titularidad de Rodrigo De Paul por derecha).
El conjunto de Lionel Scaloni debe tener como máxima la idea de estar en constante movimiento. La estaticidad del mediocampo en ataque, como se observó ante Catar, tiene que ser la mayor enemiga del plantel. Ante la superioridad numérica antes mencionada, quedarse inmóvil es sinónimo de perder la posesión de la pelota y un inminente contragolpe por parte de los venezolanos.
La zaga de centrales deberá estar muy atenta con el marcaje a Rondón. Los errores, en estos casos, son casi gol, considerando la capacidad del delantero Vinotinto.
La gran carta que tiene actualmente la selección nacional es Lionel Messi. El rosarino, que viene teniendo una Copa América bastante ordinaria, puede tener su escenario ideal para explotar sus capacidades en beneficio del equipo. Dejar a jugadores en el camino, como lo suele hacer, desencadenaría un desorden en la defensa venezolana que generaría los espacios para ser aprovechados.
El último antecedente entre estas dos selecciones se remite a marzo de este mismo año en territorio español, en donde Venezuela venció categóricamente a la Argentina por 3-1. La Vinotinto anuló a la Selección Nacional con las mismas características antes mencionadas.
La gran evolución de Venezuela no es casualidad y hay un nombre detrás de todo esto que es Rafael Dudamel. El ex arquero arrancó su camino dirigiendo el Sub17 y gracias a los constantes buenos resultados, fue subiendo hasta llegar a la mayor. Estas grandes actuaciones, como el segundo puesto en el Mundial Sub20 del 2017, tienen sustento en un proyecto que mezcla jóvenes talentos con el orden y una filosofía de juego basada en la solidaridad en sus líneas. Claro está, que la Selección Venezolana está en muy buenas manos.