Por Fabrizio Ramos
Vivianne Miedema está en su habitación del hotel, en el que descansa el seleccionado holandés en Valenciennes, viendo un partido de fútbol. Realmente, dice, su televisión sólo conoce el tono verde porque se enciende para mirar cualquier encuentro que estén transmitiendo y nada más. Ese fanatismo por la pelota comenzó en los partidos que jugaba su papá y no necesariamente observando el juego, sino jugando a un costado de la cancha. Así pasaba aquellas tardes.
Pero la cosa no terminaba del lado de afuera de la línea lateral. En su casa todo era un caos porque vivía pateando la pelota contra todos los objetos cercanos al piso. Apenas podía caminar y le pegaba a cualquier cosa que estaba a su alcance.
A los cuatro años comenzó a jugar en un club de Hoogenven, ciudad donde nació, y el primer recuerdo que tiene con la pelota es rodeada de otros niños. Era superior a cualquiera de su edad allí, por lo tanto, debió cambiarse de equipo para poder disputar un torneo de mayor categoría. “A los 12 años pasé al VV de Weide y nos enfrentamos al FC Groningen, un club de primera división. Ganamos 7 a 5 y anoté los siete goles. Varios de esos chicos de Groningen jugaban muy bien, incluso algunos llegaron a jugar en la Eredivisie -máximo campeonato holandés- o en el equipo nacional. Ese partido fue muy importante para mí”, recuerda Miedema en una entrevista para la web oficial del Arsenal de Inglaterra. En aquel partido participó Richairo Zivkovic, quién llegó a jugar en Ajax y en la actualidad es futbolista del Changchun Yatai, club de la primera división de China, y Juninho Bacuna, jugador del Huddersfield inglés e integrante de la Selección Naranja Sub21.
Dos años después dejó de ser parte de la liga juvenil masculina y pasó a la primera categoría del fútbol femenino. Allí, no solo compartió equipo con jugadoras que tenían 30 años o más, sino que firmó su primer contrato con el Heerenveen. En realidad, sus padres, porque aún era menor de edad.
La vida de Miedema va más rápido que la de cualquier chico o chica de 22 años. Pero, aunque ya juega y piensa como una jugadora con más experiencia, sigue siendo una juvenil que extraña los partidos de su infancia porque allí solía desenvolverse con mayor libertad. No tenía presiones, se divertía y podía hacer lo que a ella le parecía. “Siento que ya tengo 40 años, extraño agarrar la pelota y gambetear por toda la cancha hasta conseguir el gol”, confiesa la máxima goleadora de la Women’s Super League, primera división femenina del fútbol inglés.
En su última campaña con Arsenal demostró todo su potencial, ya que terminó con 39 goles en 46 partidos contando todas las competiciones. Eso ayudó en forma considerable para que las Gunners logren el título de liga y sea galardonada con el premio a Mejor Jugadora del Año Femenina en el país británico. Una distinción plenamente holandesa, debido a que el defensor central del Liverpool, Virgil van Dijk, recibió el premio masculino.
A un mes de cumplir los 23 años y con 77 partidos disputados con la camiseta de Holanda luego del encuentro ante Camerún, alcanzó los 60 goles, superó por uno a Manom Melis, y se convirtió en la máxima goleadora en la historia del seleccionado. La curiosidad es que ser delantera fue toda una casualidad, aunque contaba con muchas cualidades. Su posición siempre había sido de volante ofensiva, organizaba el juego y llegaba al área. Así marcó muchos goles. Miedema terminó jugando de centrodelantera porque el equipo nacional no contaba con jugadoras en esa posición y hoy su apellido está en lo más alto de la tabla de máximas anotadoras holandesas de todos los tiempos. De romper cada cosa que estaba a su alcance en aquella casa de Hoogenven, a romper un récord de selección en el Mundial de Francia.