jueves, marzo 28, 2024

Agustín Tosco: obrero, luchador y deportista

Por Federico Bajo
Es la década del ´30 en Argentina y un grupo de amigos juega al fútbol con una pelota de trapo hecha con medias viejas en la localidad cordobesa de Coronel Moldes. Uno de ellos se llama Agustín Tosco y con el paso de los años su nombre quedará inmortalizado en la historia por ser uno de los principales líderes sindicales que encabezó el levantamiento del 29 de mayo de 1969 de obreros y estudiantes, apoyados por las clases populares, conocido como El Cordobazo, que ocurrió en medio de una huelga general debido a las políticas tomadas por el presidente de facto de ese entonces, Juan Carlos Onganía, que buscaba eliminar el sábado inglés y reducir los salarios ya negociados en los convenios colectivos de trabajo.
Aquel fue uno de los primeros contactos de “el Gringo” con el deporte con el que seguiría relacionado durante toda su vida.“A los 9 años decidí hacerme hincha de fútbol y en vez de optar por el campeón de la temporada, Independiente, me hice hincha del único equipo que logró derrotarlo: Huracán”, explicó Tosco, aunque en realidad en ese torneo el conjunto de Avellaneda perdió cuatro partidos más: ante Racing, Chacarita, Rosario Central y Newell´s. De todos modos, lo que queda en claro es su preferencia por el humilde que le hace frente al poderoso.
Carlos Masnyj, compañero de Tosco en el sindicato Luz y Fuerza, recordó una anécdota que confirma el cariño de “el Gringo” por el Globo: “En junio de 1975 estábamos en Buenos Aires, era domingo, y se le ocurrió ir a la cancha porque jugaba Huracán,al principio yo no quería porque tenía la responsabilidad de su seguridad -ambos transitaban la clandestinidad-, pero después me convenció, así que él se puso mi ropa y nos fuimos. Me acuerdo que gritaba entre la gente”.
Sin embargo, el conjunto de Parque de los Patricios no sería el único club por el que simpatizaría el cordobés. En 1943 emigró a la capital de su provincia natal para estudiar Electricidad en la Escuela Presidente Roca y allí integró los equipos de la institución en los que se destacó como mediocampista. Tiempo después se sumó al plantel del Taller Electromecánico en el torneo interno del Servicio Público de Electricidad de Córdoba (SPEC).
Durante esos años Tosco forjó un vínculo con otros dos clubes: Alas Argentinas, un equipo con el que se relacionó por su cercanía barrial, y Talleres. Aunque “el Gringo” ha quedado históricamente identificado con la “T”, en una entrevista con La Voz del Interior, su hijo Héctor, quien tenía 11 años cuando murió su papá en 1975, planteó dudas con respecto al club con el que simpatizaba Tosco: “No está muy claro el tema. Hay quienes dicen que era de Talleres. Incluso existe un libro, donde se dice que iba a ver partidos de la ‘T’ y gritaba sus goles. Los de Belgrano sostienen que era hincha del club, porque nuestra casa estaba cerca del Gigante donde casi todos eran de Belgrano. Yo soy Celeste, y en mi casa sonaban fuerte sus goles. De niño no tuve ninguna otra influencia que no sea la de estar rodeado de hinchas de Belgrano. Eso afirma que mi viejo sólo pudo ser del Pirata, sino él se hubiese encargado de dar vuelta mi preferencia (se ríe). Hablábamos de fútbol y por eso más afirmo que él debía ser de la ‘B’. Pero no tengo constancias para decir que era de uno u otro club”.
De lo que no quedan dudas es que la figura del revolucionario obrero se impuso por encima de su preferencia por una u otra institución. Tal es así que pese a que siempre se lo relacionó con Talleres, fue Belgrano el que más lo ha tenido presente a lo largo del tiempo. En 2009, cuando se cumplió cuatro décadas del Cordobazo,el plantel del Pirata posó con una bandera alusiva a la fecha y en 2015 en la sede del club se proyectó la película “Tosco, grito de piedra”, dirigida por Adrián Jaime y Daniel Ribetti. Al evento, además de Héctor, también fue invitado Agustín, nieto de “el Gringo” y socio de Belgrano. Asimismo la vinculación de Tosco con el conjunto de Alberdi tiene otro punto de contacto que el propio sindical, refugiado en la clandestinidad a causa de la persecución militar, protagonizó junto a Tomás Cuellar, futbolista emblema y capitán de Belgrano entre 1963 y 1975 y nombre de una tribuna del estadio Julio César Villagra desde 2017. Tosco y otro dirigente de Luz y Fuerza eran trasladados en el auto del futbolista, quien iba manejando,cuando en las cercanías a un regimiento los pararon los militares: “Les dije a ellos dos que se quedaran tranquilos y no hagan nada. Cuando me hace seña el soldado para que pare, disminuyo la velocidad, me asomo por la ventanilla y le digo: ‘Hola, yo soy Cuellar, de Belgrano’. Se quedó sorprendido, se ve que me conocía porque me dijo: ‘Ah, Tito, pase. No hay ningún problema’”, contó el ex futbolista en una entrevista que le hicieron en 1997.
Muchos años después, ya sin militares en el gobierno, la figura de Tosco volvió a ser perseguida por fuerzas de seguridad. En un partido por la Copa Argentina de 2015 entre Independiente y Alianza de Coronel Moldes, equipo de la ciudad en la que nació el Gringo un 21 de mayo de 1930, la policía les prohibió a los hinchas cordobeses el ingreso de una bandera que aludía al ex secretario de Luz y Fuerza de Córdoba. Según cuentan los que estuvieron presentes ese día, en las tribunas se repartieron volantes con la cara de Tosco.
No fue solo el fútbol la práctica que despertó interés en el visceral defensor de los trabajadores, también lo movilizó el ajedrez y el básquetbol por el que solía ir a ver partidos al desaparecido club Redes Cordobesas. Fue precisamente en las instalaciones de esta institución, en la que actualmente se encuentra el Polideportivo Municipal del barrio General Paz, en donde el 7 de noviembre de 1975, dos días después de su muerte -una muerte que se precipitó por no haber sido atendido a tiempo debido a la persecución de la que fue víctima-, se llevó a cabo el multitudinario velatorio de Tosco.
Su vida estuvo atravesada por el deporte, una actividad que siempre buscó momentos para recordar la existencia de este trabajador que se dedicó a luchar por los derechos de los obreros con la misma fiereza que pateaba en los partidos que jugaba con sus compañeros de colegio.

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