Por Agustìn Sigal, Diego Serraioco y Federico Gálvez
Olimpo es un pequeño club ubicado en Lanús Oeste y que en 2013 sufrió un incendio. Lleva ese nombre porque los fundadores se autodenominaban dioses. Martín Sabio, presidente de la institución, lo describió: “Se fundó para que los chicos vengan a desarrollarse deportiva y socialmente, con la intención de que cada vez sean más. Que sea una segunda casa”.
Asimismo, reconoce el buen momento de la entidad, todo con el esfuerzo diario de los dirigentes y de los socios. “Los clubes de barrio se mantienen con el trabajo a pulmón, los padres y ex jugadores siempre dan una mano y están dispuestos a colaborar trabajando como coordinadores o aportando de manera económica. Además, contamos con el apoyo de dos escuelas privadas que pagan un canon a cambio de realizar las clases de educación física en nuestras canchas”, señaló.
Pero esa felicidad, lograda luego de años de sudor y lágrimas, se vio opacada hace seis años, cuando se prendió fuego parte de la sede. “ Duele recordarlo. Salvo las canchas, todo se quemó. Fue generado en el buffet por una chispa”, contó apenado Sabio. De igual modo, confesó que no quiere acordarse de ese momento tan duro, aunque destacó que gracias a la ayuda de los socios, quienes acomodaron, pintaron, limpiaron y realizaron campañas de venta de tablones, sumando contribuciones de los colegios cercanos, pudieron resurgir de las cenizas y creer que hoy no tienen techo.
Si bien fue una situación angustiante, sirvió para que el club pudiera reconstruirse en su totalidad: “Por un lado fue negativo, pero por otro se pudo hacer una reconstrucción total y está en su mejor momento”.
Se reconstruyó gran parte de Olimpo. Se rehicieron baños y vestuarios, se pintaron paredes y columnas y trabajaron en nuevas canchas. Entre la que sobresale la de básquet, baluarte del club. “Se le dio más importancia al edificio”, comentó Sabio.
La refundación vino de la mano con más socios y éxitos deportivos, tales como el del equipo de básquet: “Nuestro equipo compite en FEBAMBA (Federación de Básquet de Área Metropolitana de Buenos Aires) y contamos con un plantel de jugadores formados en el club. Han sido campeones en una memorable final contra Talleres”, recordó el presidente Sabio.
Una vida en casa
Diego Pawliszyn, coordinador del fútbol infantil, siente al club como su verdadero hogar. Tiene 38 años y hace 30 que está allí. Hizo todas las inferiores y a medida que fue creciendo se focalizó en la formación de los chicos. “Vivía y vivo acá dentro, vuelvo a casa porque tengo un hijo, que tambien juega en Olimpo y además mi mujer me reta”, expresó con una sonrisa.
También, contó qué le apasiona: “Me encanta poder ayudar a los más jóvenes, mejor que eso no hay, el resuiltado es secundario, ganar o perder no importa, me interesa que el que se vaya lo haga con una sonrisa y queriendo volver”.
Una familia unida
Ricardo Baratti, secretario del club, está desempleado hace dos años, comenzó a participar de las actividades del club hace 17, cuando su hijo jugaba allí. Al principio, solo estaba en la tribuna apoyando como padre, pero luego las ganas de hacer algo más y ayudar comenzaron a surgirle en su interior: “Empecé dándole la merienda a los pibes y acomodando las camisetas”, contaba. Hace ya seis años que forma parte de la comisión directiva. Su compañero Gustavo Rulo Aguirre, comerciante en una feria además de dirigente, luego de trabajar va a su segunda casa, Olimpo. Conoció a la institución gracias a que sus dos hijos empezaron a disfrutar allí: “Un día se me ocurrió preguntar si necesitaban una mano y acá estoy”, expresó sonriente.
El incendio unificó e hizo que solo sea una piedra en un largo camino que se está recorriendo. Baratti confesó que fue después del accidente cuando realmente el club creció en infraestructura, tanto es así que ahora tienen una sala de pilates para que las madres estén mientras sus hijos se entrenan.
En 2015, pudieron cumplir un sueño: tener un piso de parqué para jugar al básquet. Rulo, expresa: “Para nosotros fue increíble, los chicos a la larga no van a tener problemas de rodillas, todo lo que hacemos es para ellos, no tenemos techo”.
Tanto dirigentes como coordinadores buscan que los chicos sientan pertenencia y que representen los colores azul y blanco. “Si no amás al club y a la camiseta, no podés seguir, tenemos chicos que por cualidades deportivas se van a otros clubes pero luego vuelven a hacer otras actividades, eso para nosotros es muy importante”, afirmó el secretario.
Los hombres que venían por sus hijos, ahora son parte de algo más grande. Con muchísimo esfuerzo trabajan para que un club de barrio esté a la altura de cualquier otro. Pasan horas y horas en un lugar que les da la felicidad que buscan. Los dos amigos y ahora dirigentes, expresan la misma idea: “Queremos que los chicos no estén en una esquina, queremos que estén en Olimpo, aprendiendo y diviertiéndose”.