Por Joaquín Arias
El fútbol, en ocasiones, ofrece actos de justicia. Al último país campeón del mundo sub-20 y sub-17, europeo sub-19 y semifinalista en Rusia 2018, ahora le regaló dos finalistas de Champions. O a la inversa. Inglaterra le obsequió a una de las tantas pelotas que inventó, dos representantes en la final de clubes europeos más importante. Además de una final ciento porciento propia en la Europa League, claro. Señales que reflejan que los británicos están recorriendo el sendero de los aciertos.
Liverpool y Tottenham aterrizarán en Madrid con el selectivo combustible de la épica. Ambos llegaron a la final dando muestras de estoicismo y resiliencia sin sus principales figuras, Mo Salah, Roberto Firmino y Harry Kane. Uno, remontando cuatro goles bajo su propio cielo y anulando a un tal Lionel Messi. El otro, a domicilio, en el complemento, con un triplete con la pierna menos hábil de un “9 improvisado” y enterrando la estadística de que solo uno de los últimos 17 equipos semifinalistas que habían caído en la ida como local luego clasificaron (Ajax a Panathinaikos en 1996).
Los une, asimismo, la premisa de que el desgaste es irrenunciable para todos, a tal punto que los jugadores que más distancia recorrieron en el certamen fueron Sadio Mané (125,598 km) y Christian Eriksen (124,353 km). También, el hecho de desplegar un juego muy intenso físicamente, aunque sin despreciar jamás la pelota. Lo refleja el hecho de haber superado, en condición de visitante, a Barcelona y Ajax, ni más ni menos, en la posesión.
Característica de todo equipo de Premier League, sus planteles son multinacionales, aunque con una diferencia notable con respecto al resto: cuentan con los futbolistas más sobresalientes de múltiples países: desde Kane, el poster de Inglaterra, hasta Naby Keita de Guinea, pasando por Salah de Egipto, Mané de Senegal, Eriksen de Dinamarca, Heung-Min Son de la República de Corea, Andy Robertson de Escocia o Victor Wanyama de Kenia. Selecciones disfrazadas de equipos.
Mientras Tottenham puede jugar con tres, cuatro o cinco en el fondo, el 4-3-3 del Liverpool kloppense es irrenunciable, vaya ganando o perdiendo. El conjunto de Londres, luego de convertir el primer tanto, repliega sus líneas y aplica el cerrojo. El de Merseyside involucra más a sus laterales en el ataque. En la última Premier, Alexander Arnold y Robertson completaron 12 y 11 asistencias, respectivamente, más que cualquier otro jugador de camiseta roja. Además, Klopp, que en su época de jugador (1989-2001) fue, justamente, lateral derecho, acostumbra a utilizar tres volantes mixtos mientras que Pochettino uno defensivo, uno mixto y tres ofensivos. La potencia en el juego aéreo de los de la ciudad de Los Beatles es clara: con seis anotaciones, es el máximo goleador del certamen por esa vía. Liverpool goza de la ventaja de que a excepción de Alisson, Fabinho, Keita y Shaqiri (los refuerzos de la temporada), todo su plantel goza de una final de Champions en su curriculum.
Cuando se invoca a Klopp y Pochettino resulta inexorable mencionar la palabra proyecto. El alemán asumió en octubre de 2015. El santafesino, que hace 10 años dirigía al equipo femenino de Espanyol, en mayo de 2014. Entre esa fecha y el presente, Manchester United cambió cuatro veces de entrenador. Continuidad y constancia es lo que mejor los define, pese a que la suma de títulos entre ambos dé como resultado cero. Resaltan entre sus logros una final de Copa de la Liga perdida y un subcampeonato de Premier League por lado, y un segundo puesto en la Europa League 2015/16 para el bávaro.
Liverpool conserva ocho jugadores del primer plantel de Klopp. Tottenham uno más. Casi un equipo entero. Los dos, además, se destacan por encontrar soluciones desde el banco de suplentes, algo que se le elogia de manera recurrente a Marcelo Gallardo, por ejemplo. Moura y Origi, que observaron detrás de la línea de cal gran parte de la temporada, fueron los principales responsables de que la final no fuese un homenaje a Cruyff.
Justicia para el inventor del fútbol. Épica para llegar hasta Madrid. Equipos con tinte de selección. Primer título para alguno de los entrenadores. Todo en 90 minutos. Una final con todos los ingredientes. All you need is… 1 de junio.