jueves, marzo 28, 2024

El Anzhi o la crónica de una debacle anunciada

Manuel Antuña @ManoloAntu

El Anzhí Majachkalá no es un equipo conocido por el aficionado promedio del fútbol, y no tendrían por qué saber acerca de este equipo ruso. Nunca en su historia participó a gran escala en las competiciones europeas. No ganó ninguna copa nacional, y únicamente obtuvo el título de la Segunda División de Rusia en dos oportunidades. Hasta es relativamente una institución joven, ya que se fundó recién en 1991.

Tal vez aquellos futboleros con buena memoria podrán recordar que este equipo fue noticia en los magazines deportivos a mediados de 2011, cuando fichó al delantero camerunés Samuel Eto’o y lo convirtió en el jugador mejor pago de todo el mundo, con un contrato de 20 millones de euros anuales.

La realidad es que, por aquel entonces, el Anzhí gozaba de una estabilidad económica comparable con la de los mejores equipos europeos. En un período de cuatro temporadas (entre 2010 y 2014) llegó a invertir más de 245 millones de euros en fichajes. En comparación, el Barcelona gastó 266 millones de euros.

¿Pero cómo fue que el Anzhí alcanzó a tener ese dinero? No fue por buenas ventas, o una cantera repleta de jugadores con potencial. Fue por un sólo hombre: Suleimán Kerímov. El empresario número uno del mundo en el mercado de fertilizantes minerales, y político de Dagestán, la región donde se fundó el Anzhí.

Kerímov se convirtió en el dueño del equipo de Majachkalá en enero de 2011, cuando se oficializó la venta del club. Y desde el primer momento en que se encontró al frente de la institución, tenía en claro que quería llevar a lo más alto a este equipo. Fue así que las primeras disposiciones que tomó fueron darle un presupuesto alto para fichajes, y un desembolso de 200 millones de euros para la remodelación del estadio.

Así arribó Eto’o a Rusia. Y como él llegaron Willian, Yuri Zhirkov, Aleksandr Kokorin, Lassana Diarra y hasta el lateral brasilero campeón del mundo Roberto Carlos. Y en el banco colocaron al holandés campeón de la Champions League Guus Hiddink.

Kerímov apostó fuerte y obtuvo resultados. En la temporada 2011/2012 su equipo alcanzó el quinto puesto y se clasificó para jugar la Europa League. Un año más tarde acontecieron los mayores logros del Anzhí en una sola temporada. Se quedó con el tercer puesto en la Premier Rusa, perdió en octavos de final en la Europa League, y en la Copa de Rusia cayó en la final contra el CSKA de Moscú por penales. Kerímov se encontró frente a las puertas del éxito deportivo, pero el ascenso meteórico que estaba consiguiendo el Anzhí iba a toparse con un desenlace igual de repentino.

La temporada 2013/2014 fue el punto de quiebre. Cuando esa burbuja financiera de estabilidad de la cual gozaba el Anzhí estalló. La caída inició con la renuncia del entrenador, Guus Hiddink, quien decidió dar un paso al costado luego de un mal comienzo en la liga. En medio de la ausencia de una figura técnica clara en el plantel, las acciones de Kerímov en bolsa habían comenzado a devaluarse. Y, sumado a lo anterior, el presidente del club se vio presionado por las nuevas leyes de fair-play financiero que instauraba la UEFA, por las cuales solo se podía gastar el dinero que entraba por la venta de jugadores, y la intromisión de los dueños de los clubes se veía limitada. A raíz de eso, el Anzhí se vio obligado a poner en venta a gran parte de su plantilla para no recibir sanción alguna.

20 jugadores debieron marcharse del Anzhí, algunos que incluso habían firmado hace apenas unos meses. El club debió afrontar el resto de la temporada con juveniles y algunos jugadores que no habían sido vendidos. Y aunque lograron hacer un digno papel en la Europa League, la realidad en la liga fue completamente distinta. Luego de 30 fechas, el Anzhí culminó último con solo tres triunfos. Había descendido.

El club de Dagestán logró retornar rápidamente a la Primera División en 2014/2015, aunque Kerímov ya había pasado a un plano secundario en el club. En las siguientes dos temporadas Anzhí realizó compras por un total de apenas 1 millón 600 mil euros. En diciembre de 2016, con el equipo peleando por la permanencia, Kerímov vendió las acciones que poseía y se desligó completamente de lo que alguna vez había sido su proyecto.

Ya sin aquel capital que le permitió adquirir jugadores de primer nivel, el Anzhí se convirtió en un club que buscaba impedir el descenso. En 2017 evitó jugar una promoción gracias al sistema olímpico de desempate por puestos. En 2018, por la misma vía, no descendió directamente, pero en la promoción perdió contra el Yenisey Krasnoyarsk y debía volver a la Segunda División. Pese a eso, la fortuna volvió a sonreírle.

Para esta temporada, el Amkar Perm comunicó que se daría de baja de la Premier Rusa, y eso le permitió al Anzhí ocupar el cupo que dejaba el equipo saliente. Sin embargo, la historia no se revirtió. Luego de no haber gastado un solo euro en el último mercado de pases, Anzhí se encuentra destinado a culminar anteúltimo. Con dos fechas de antelación, descendió por segunda vez consecutiva de la Primera División a la Segunda.

El Anzhí Majachkalá llegó a las primeras planas por sus manejos económicos, pero futbolisticamente jamás alcanzó un reconocimiento deportivo. El dinero les permitió competir en otro nivel, pero no les aseguró nada. Y cuando se lo quitaron, el Anzhí se desvaneció nuevamente en la mente de los futboleros, solamente para ser recordado cada tanto como “ese club ruso en el que jugó Eto’o”.

 

Más notas