viernes, abril 26, 2024

Jürgen Klopp, el entrenador que quiere sentir

Fernando Bajo

Cuando dirigía al Mainz 05 en Alemania, empleó un método inusual para transmitirles a sus jugadores que si querían lograr algo en la Bundesliga, nadie les iba a regalar nada y deberían buscar soluciones. “Hicimos parte de una pretemporada en unas islas de Suecia que no recuerdo ni el nombre. Allí mis jugadores tuvieron que hacer ejercicios de supervivencia para poder comer porque cuando llegamos solamente estaban las carpas. El resto era buscarse la vida, así que tomamos canoas y divididos en dos grupos, los primeros que llegaban a la isla debían ir por la leña para encender el fuego y hervir el agua. También tenían que pescar para comer. Todo el día llovía y cuando salía el sol, los mosquitos se aparecían”, contó Jürgen Klopp, el alemán que actualmente dirige al Livepool, al que llevó a la final de la Champions League el 7 de mayo pasado, luego de eliminar al Barcelona.

Detrás de sus anteojos y su gorra, que ya son marca registrada, se encuentra un hombre que se define como alegre y reconoce que no es muy inteligente, pero tampoco muy tonto. Sin embargo, algo de él le molesta: “Me gustaría ser más tranquilo. No sé por qué pasa. Siempre aprieto los dientes. Cuando veo un nene pequeño, un bebé, aprieto los dientes. Resulta horroroso, el nene empieza a llorar y tengo que irme. Con los árbitros es parecido. Pero cuando estoy exultante de alegría tengo un aspecto muy similar. A veces me da miedo esa cara, pero la conozco desde hace 45 años. Se sobrelleva”.

A pesar de su cara, también es uno de los técnicos que más se ríe. Sus carcajadas son comunes en las conferencias de prensa, aunque su equipo gane o pierda. Lo demostró cuando le preguntaron por Messi, en el partido de ida de las semifinales de la Champions, luego de que el argentino le convierta dos goles a sus dirigidos: “Es imparable. Es un jugador de primera clase mundial y no estoy sorprendido”.

Cuando habla con la prensa no tiene problema en decir lo que siente o piensa: “Les dije a los muchachos que era imposible (pasar a la final de la Champions), pero que por ser ellos tenían una oportunidad”, afirmó luego del triunfo. ¿Intentó quitarles la presión a sus futbolistas o quiso que salgan a relucir su orgullo? Además, había declarado: “Estoy satisfecho de cómo hemos jugado, hemos hecho nuestro mejor partido de este año y el pasado”. Sí, a pesar de que salió derrotado, para Klopp, su equipo fue superior.

Se diferenció del estilo de Pep Guardiola: “Le gusta tener la pelota, jugar a los pases. Pero es una melodía silenciosa. No es mi deporte, no me gusta ganar con el 80 por ciento de posesión de balón. El fútbol es lucha. Me gusta más el heavy metal”, disparó.

“No solo quiero ganar, también quiero sentir”, contó hace un tiempo Kloppo y argumentó: “Hay que jugar con todo. Tenés que vincular a la gente con el club. Los partidos deben tener un efecto más allá del resultado”. Sin dudas lo logró. Luego de perder 3-0 en Barcelona, el Anfield Road, estadio del Liverpool, estaba repleto. Para el hombre de 51 años que, según dijo, como futbolista no podía hacer lo que tenía en la cabeza, la identidad de los hinchas con el equipo es fundamental.

Es un obsesivo en su trabajo. Estudia al rival sin parar. Difícilmente su equipo salga al campo sin conocer cómo juega el contrario. Para eso les muestra horas y horas de videos a sus dirigidos. En la última temporada sumó a su grupo de trabajo al danés Thomas Gronnemark, propietario del récord Guinness en el lateral más largo de la historia.

No solo le importa el fútbol, hay otras cosas que captan el interés de Klopp. “Soy cristiano, creo en Dios. Siento que estoy en unas sensacionales buenas manos y me parece una pena que otras personas carezcan de ese sentido de seguridad”, contó.

La política es otro de los temas sobre el cual manifestó su pensamiento: “Soy de izquierda y creo en el Estado de Bienestar. Si hay algo que nunca haré en mi vida será votar a la derecha que promete bajar impuestos a los ricos. Mi trabajo es entretener a los hinchas, permitirles olvidarse de sus problemas durante una hora y media”.

Cada uno que se siente a ver al Liverpool deberá saber que para el entrenador ganar no es lo más importante, pero puede que cuando se dé cuenta de eso ya se haya convertido en un red más, envuelto en la pasión y representado por el equipo en la cancha. Si es así, Klopp ya habrá ganado.

Luego del pase a la final del máximo torneo continental a nivel clubes, los jugadores y el cuerpo técnico se abrazaron en una de las áreas y, junto con la hinchada, cantaron el himno del club: You’ll never walk alone (Nunca caminarás solo).

Con 97 puntos, y luego de vencer al Barcelona, el Liverpool finalizó segundo en la Premier League, detrás del Manchester City que dirige Pep Guardiola, y por primera vez en la historia un equipo que obtuvo más de 90 unidades no pudo ser campeón. Luego de ser el técnico que más veces le ganó a los conjuntos del español, esta vez la melodía silenciosa venció al heavy metal.

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