Por Fabrizio Ramos
Suele decirse, con razón o no, que la vida del jugador de fútbol es una de las más privilegiadas. Sobre todo, la de aquellos que llegan a la élite. El lujo, la fama y el dinero aparecen a una temprana edad y sólo unos pocos son los que se encuentran preparados para lidiar con una prematura vida ostentosa. Bojan Krkic fue la mayor promesa surgida de Barcelona después de Lionel Messi y para muchos estaba destinado a ser de los mejores del mundo, pero aquellas expectativas se transformaron en graves problemas psicológicos. Fue entonces que decidió patear la pelota al aire y eligió ser lo que él quería ser, y no lo que otros pretendían que sea.
Bojan Krkic llegó desde un pequeño pueblo de Lérida, Catalunya, a La Masía -fútbol juvenil del FC Barcelona- a los 9 años. Durante sus siete temporadas en las divisiones infantiles del club catalán marcó más de 800 goles y se convirtió en el máximo goleador en la historia de todas las categorías menores de la institución. Con sólo 16 años debutó con el primer equipo en un partido amistoso y gritó su primer gol, pero su progreso aumentó en forma considerable después de jugar el Mundial sub-17 con España.
Tres días de entrenamiento le bastaron al holandés Frank Rijkaard -entrenador de Barcelona entre 2003 y 2008- para convocarlo a su primer partido oficial. Aquel 16 de septiembre de 2007 se transformó en el tercer jugador más joven en debutar en el conjunto Blaugrana y tres días después hizo su estreno en Champions League. Con 17 años y 51 días se convirtió en el jugador más joven en marcar en La Liga y a los 17 años y 217 días fue el segundo más prematuro en Champions.
Récord de precocidad, récord que estampó su nombre entre los primeros lugares. Los diarios más importantes de Europa, en especial de España, lo colocaron como protagonista principal de sus ediciones y las expectativas crecieron a pasos agigantados. En su primera temporada como jugador del primer equipo sumó 10 goles en la liga española -12 contando todas las competiciones-, pero aquellos números no volvieron a ser superados durante el resto de su carrera.
Las presiones constantes por ser alguien que no buscó ser le causaron problemas de ansiedad, mareos y pánico. Los primeros síntomas aparecieron horas antes de lo que hubiese sido su primer encuentro con la selección española. Luís Aragonés, entrenador durante aquellos años, lo citó para el partido frente a Francia el 6 de febrero de 2008, pero nunca pudo jugar.
“Todos en la Federación sabían lo que me pasaba. Fernando Hierro me mandaba mensajes todas las semanas para preguntarme cómo estaba. El día antes del anuncio de la convocatoria a la Eurocopa 2008 me dijeron ‘Bojan, te vamos a convocar’ y respondí: ‘Me duele decirlo, pero no puedo’. Estaba con medicación, al límite. Al día siguiente leí el titular: España llama a Bojan y Bojan dice no. Me sentí muy solo, asustado y enfermo”, contó el delantero en una entrevista al diario británico The Guardian.
Tres ligas de España, una Copa del Rey, dos Supercopas españolas, dos Champions League, una Supercopa de Europa y un Mundial de Clubes. Con Pep Guardiola sentado en el banco de suplentes -asumió como entrenador en la temporada 2008/2009- vivió la época más exitosa de la institución y consiguió los títulos más importantes de su carrera, pero su protagonismo fue de más a menos y sintió que las cosas ya no iban bien. Su lugar, desde siempre, era dentro de la cancha.
Bojan Krkic dejó Barcelona con más de 40 goles a los pocos días de cumplir 21 años. Pasó por Italia (Roma y Milan), Holanda (Ajax), Alemania (Mainz) e Inglaterra (Stoke City) buscando esa tranquilidad que lo haga sentir a gusto, sin presiones constantes ni etiquetas.
“Para mí, es necesario sentirme bien para disfrutar con lo que hago. Los trofeos son algo material y tengo claro que prefiero las vivencias”, le remarcó el catalán al diario El País en 2015.
Bojan siempre tuvo claro lo que quería ser. Aquel joven de 17 años se encontró, en un abrir y cerrar de ojos, con un mundo cargado de presiones y comparaciones, y nadie lo preparó para lidiar con eso.
Hoy, casi 12 años después, es jugador de Stoke City, equipo que se encuentra en la Football League Championship -segunda división inglesa-. Para él, las vivencias y los lugares recorridos son su mejor trofeo, y aquella época de sufrimiento por las expectativas que ponían otros quedó atrás.