viernes, marzo 29, 2024

La reconstrucción alemana

El primer título mundial de Alemania en 1954, fue celebrado con gran euforia por todo el país, especialmente en Múnich. Los campeones fueron recibidos el 6 de julio en la plaza principal de la capital bávara, donde se decretó asueto general en las fábricas, bancos y oficinas gubernamentales. No hubo clases en escuelas ni colegios y más de medio millón de personas recibió al equipo, que circuló por las calles en quince automóviles. Las autoridades locales afirmaron que “el entusiasmo que reina hoy, sobrepasa al de las concentraciones de la época de Hitler, cuando Múnich era la capital del partido nazi”.

Fue el Mundial en el que comenzó a forjarse una leyenda. Hasta ese entonces, el conjunto germano -cuyo pedido de participación en Brasil 1950 (junto al de Japón) fue rechazado por la FIFA en base a los acontecimientos ocurridos durante la Segunda Guerra Mundial- era de segundo nivel dentro de Europa. Para la quinta edición de la Copa, ni siquiera fue considerada para ser cabeza de serie en el sorteo de grupos y tuvo la entereza de vencer a Hungría en la final, luego de haber caído por 8 a 3 en la fase de grupos y estar 2 a 0 abajo en el encuentro decisivo de Berna ante el cuadro de Ferenc Puskas y Sándor Kocsis.

De Suiza 1954 en adelante, Alemania siempre quedó entre los ocho mejores. Veinte años más adelante demostró que la hazaña no es casualidad y que el mejor del campeonato no es necesariamente el campeón. En 1974, Holanda, sorprendió al mundo por el juego virtuoso y efectivo que desplegaba y Alemania sorprendió a Holanda en la final y se coronó por segunda vez.

Después de haber jugado tres finales consecutivas, en 1982, 1986 y 1990, los teutones no pasaron los cuartos de final en 1994 y 1998, motivo que alertó a los dirigentes germanos a empezar con un proceso de modernización, infraestructura, inversión y formación. Planificación que dio resultados del corto al largo plazo. Alemania estuvo en el podio en los próximos cuatro Mundiales: Segundo en 2002, tercero en 2006 y 2010, y campeón en 2014.

Con su cuarta estrella, por primera vez una selección europea se corona en suelo americano. Además, con dos Mundiales menos, superó a Brasil en partidos jugados y goles en la historia de la Copa: 106 a 104 y 224 a 221, respectivamente. Alcanzó su octava final y tiene cinco partidos por el tercer puesto. Finalmente, y no es para menos, recuperó el lugar del goleador histórico de la Copa, que por más de 20 años (1974-2006) ostentó Gerd Müller y que hoy vuelve a Alemania con Miroslav Klose.

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