Fue una nueva locura. Una más en este Mundial para el infarto. Y si se vivió así siendo un choque de cuartos de final, es imposible, y hasta perjudicial para la salud, imaginar cómo será lo que se viene: las semifinales de Brasil 2014.
Los primeros instantes del partido en el Mané Garrincha fueron de los mejores de Argentina. Lo que no logró en la fase de grupos y en octavos de final ante Suiza, hoy lo consiguió en los primeros siete minutos ante Bélgica. Messi, enchufadísimo y muy decidido, fue el encargado de iniciar las gestiones para el primer avance peligroso de la tarde de Brasilia. El 10 abrió hacia la izquierda para Lavezzi quien terminó colocando un centro que cayó en las manos de Courtois. Sería un anticipo de lo que ocurriría unos instantes después.
La gloria llegó a los 8 minutos y Messi, otra vez, fue el encargado de dar el puntapié inicial. Se sacó de encima a Fellaini y arrancó. Descargó con Di María y tras un pase desviado en Vertonghen, Higuaín, con un gesto técnico digno de goleador de raza, la mandó a guardar. Era el hombre que faltaba aparecer en ésta travesía iniciada hace tres semanas. Se sacó la espina. Necesitaba confianza. Se debía un gol.
Tras el gol, los de Sabella tuvieron la posesión de la pelota.Mascherano, luchador como nunca, era el líder de la mitad de cancha. La defensa estaba bien parada y no tenía problemas a la hora de salir jugando. Por su parte, los dirigidos por Wilmots no arriesgaban mucho; esperaban en su campo e incluso dejaban espacios para que los albicelestes hagan su juego.
Argentina estaba arriba en el marcador. Pero igualmente había que sufrir. Así como ante Suiza le alegró la vida a 40 millones de argentinos, hoy les dejó el corazón en la boca. Tras un remate sintió un pinchazo. Se tiró al pasto. Salió. Volvió a entrar. Pese a que probó no pudo y fue reemplazado por Enzo Pérez. Cuesta creer que Ángel Di María llegue al choque del miércoles ante Holanda o Costa Rica. Difícil que vuelva a ver acciones en lo que resta del Mundial.
En el comienzo del complemento, con el correr de los minutos comenzaron a aparecer los típicos nervios de estas instancias. Argentina arrancó atacando a los europeos como si el gol de Higuaín no hubiese existido. Se plantaron en el área rival con una gran convicción por ampliar el resultado y asegurarse el pase hacia las semifinales.
Era la tarde de Pipita. Cuando Messi no aparecía, fue él quien se mandó una corrida de típica de la Pulga. Le tiró un caño a Kompany y definió con un remate que desvió el travesaño. Había que seguir sufriendo.
Con los ingresos de Lukaku, Mirallas y Chadli en Bélgica, la garra del seleccionado argentino se acrecentó. Los europeos comenzaron a dominar la pelota y tuvieron un par de ocasiones en los pelos enrulados de Fellaini.
Los últimos minutos fueron para el infarto. Romero comenzó a tener la participación que no había tenido durante un tiempo y medio. Messi no aparecía y las piernas ya no respondían. A Argentina no le quedó más remedio que defender y aguantar el resultado. El final decretado por Rizzoli fue el alivio.