sábado, abril 20, 2024

La tarea fina de elegir qué hacer

Por Santiago Ballatore

Establecer prioridades es una de las cosas más difíciles de hacer. Cada vez que elegimos hacer algo, dejamos de lado otra cosa. Estamos evaluando nuestras opciones y definiendo qué es lo que preferimos. El costo de oportunidad es el costo de la alternativa a la que renunciamos cuando tomamos una determinada decisión, incluyendo los beneficios que podríamos haber obtenido de haber escogido la opción alternativa. Sí, es un concepto simple de economía, pero también algo básico de la vida.

Ese proceso de priorización es el que tuvo que hacer Santiago López, el futbolista uruguayo que puso una cláusula en el contrato con su club, Villa Española, que manifiesta que en caso de que hubiera un recital del Indio Solari, el jugador podría dejar de lado las actividades con el club y viajar a presenciarlo.

Cuando hay festividades religiosas, las personas están autorizadas a no asistir a sus trabajos. No hay discusión sobre eso. Entonces, sería ilógico criticar este pedido del futbolista. Los Redondos son (en presente, porque lo siguen siendo a pesar de no tocar más juntos) un culto, y sus fanáticos, sus fieles. Fieles que, de ser necesario, coparían la luna con tal de estar con su familia ricotera en las fiestas. Carlos Alberto Solari es la representación en la Tierra de esa religión, por lo que se entiende que nadie que crea en él, quiera perderse sus pocos recitales. Lo único que hizo López fue dejar asentado en un papel algo que debería estar implícito, ya que debería ser incuestionable que alguien pueda faltar a trabajar por sus creencias.

La religión siempre está ligada, en paralelo, al oficio de quienes la practican; y por lo tanto, a los deportistas. Sin ir muy lejos, en la previa del Mundial de Rusia 2018 se vivió un caso particular, ya que el Ramadán, mes en el que los musulmanes practican el ayuno desde el alba hasta que cae el sol, coincidió con el último mes de preparación a la competencia. Seleccionados como los de Egipto y Arabia Saudita, que eran dirigidos por los argentinos Héctor Cúper y Juan Antonio Pizzi, se vieron afectados por esta coincidencia; sin embargo, todos los jugadores practicantes de la religión cumplieron con el ayuno.

Y bien, teniendo en cuenta que el Indio es el representante de este culto, cada recital suyo vendría a ser como una misa. Pero como esta misa se da cada varios años, y nunca se sabe cuándo será la última, la asistencia es casi obligatoria para los fieles. Es por esto que López puso esta cláusula en su contrato. “Un recital del Indio es como un pase a otra dimensión. Es entrar en un submundo donde todo es energía, alegría, felicidad. Es difícil hacerle entender a otro lo que le pasa a uno en ese momento”, dice.

En el último tiempo, se ha instalado que el fútbol debe ser lo más importante para un jugador. No, ni siquiera. Tiene que ser lo único con importancia en su vida. En octubre de 2015, Ezequiel Garay se fue de la concentración de la Selección Argentina, con autorización del cuerpo técnico, porque era inminente el nacimiento de su hija y él debía viajar a Estados Unidos para el mismo. No solo recibió críticas de hinchas y periodistas, sino que desde entonces no fue incluido en otra convocatoria. Nunca se dijo oficialmente que fuera por eso, pero son muchas las coincidencias.

Sería imposible que hoy en día un futbolista se perdiera un partido de la Copa del Mundo para poder rendir un examen, como pasó con Manuel Ferreira en 1930, que no jugó un partido ante México para poder dar un parcial en la Facultad de Derecho de la Universidad de Buenos Aires, donde estudiaba. Luego volvería a la competición y conseguiría ser subcampeón junto a sus compañeros argentinos.

Los deportistas, antes que nada, son personas comunes y corrientes. Y aunque deban dejarlo por escrito; realizar, como dijo el futbolista de Villa Española en el programa Big Bang de FM La Patriada, “una cláusula para tener un momento feliz”, tienen derecho a poder establecer sus prioridades. Esta cláusula es eso. Un pequeño acto de rebeldía dentro de un ambiente tan cuadrado.

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