Por Alvaro Nanton
“¡Qué hijos de puta!, ¿se pueden dejar de joder con el Che?”, gritó Roberto Fontanarrosa a sus amigos, luego de cortar el teléfono de El Cairo. La intensidad del tono con el que lo dijo generó que lo escuchara todo el bar, pero el mensaje fue directo para Ricardo Centurión, su amigo e integrante de la Mesa de los Galanes.
Desde todo el mundo, hinchas de Newell´s comenzaron a llamar al café pidiendo la confirmación de lo que había salido en Página 12, porque “era una gran desilusión” para los leprosos saber esa información.
Desde Cuba, en el Museo de la Revolución nació la historia y empezó a correrse la bola, que llegó a generar disturbios dentro de La Habana. La rivalidad por la pertenencia del Che seguía marcando que el clásico más latente de la República Argentina iba por todo, y esta vez ganó Rosario Central.
Ricardo Centurión estaba en Cuba y suspicazmente –casi bromeando- arrojó: “A este museo le hace falta esta remera, que es del equipo de fútbol que era el Che”, mostrando la camiseta de Rosario Central que tenía puesta mientras recorría el Museo de la Revolución. La guía, con cara seria, le pregunta si tiene alguna forma de probarlo sin entender mucho lo que significaba.
La respuesta rápida de Centurión se resume en un: “Lo leí en la biografía que escribe Gambini sobre el Comandante”, con miedo a tener que dar declaraciones ante un tribunal de ética.
Al volver a Rosario, le comenta sucedido a un periodista de Rosario 12, quien lo publica en el diario de la ciudad y al día siguiente Página 12 lo levanta, generando una repercusión mundial, ya que muchas agencias internacionales lo mandaron por sus cableras.
Con la discusión puesta en la mesa, Rosario Central se encargó de armar una logística para seguir confirmando de qué equipo era hincha el Che, hasta que lo logra.
Primero generan una serie de eventos entre Rosario y La Habana que realiza una puesta en la agenda de esta discusión, que los cubanos no entendían mucho, pero aceptaban. Llevaron textos de la historia del canalla e imágenes y se colgó una camiseta de Central en el Museo de la Revolución en 1995, como Centurión había comentado dos años antes.
Pero la rivalidad de Newell´s y la disputa por conservar al líder revolucionario generó que el clásico se siguiera jugando, con el argumento de que “el Che era del pueblo”. Los cubanos, para no seguir teniendo problemas entre los hinchas rosarinos que iban, decidió en primera instancia dejar las dos camisetas en el Museo de la Revolución, generando una extrañeza para las personas que iban, pero años después sacaría ambas, eliminando el “problema del fútbol”.
Ante la falta de confirmación y el adelantamiento de Rosario Central, a partir de la nota que salió en Página 12, ambos conjuntos comenzaron a buscar testimonios que afirmaran de qué equipo era el Che. Pero un conjunto ganó por amplia diferencia.
Uno de los primeros testimonios en confirmarlo, según relata Rubén Fernández, ex vicepresidente de Central, es Alberto Granados que sin dudar afirma que su compañero de viajes era hincha del Canalla: “A los 12 años comienza su simpatía, en primera instancia por la conformación social con la que se crea el club y luego por los gustos de uno de los futbolistas del plantel: el Chueco García”. Cuando este jugador es vendido a Racing Club, Granados, quien era hincha de la Acadé le dice: “Bueno ahora te tenes que hacer hincha de mi club, porque el Chueco juega para nosotros”, a lo que Ernesto le respondió: “No, yo soy hincha de Rosario Central”.
Pero no fue el único. Otro amigo, que conoció al Che desde los 4 años, y fue compañero del segundo viaje que realiza por Latinoamerica, Calica Ferrer, afirmó que “Ernesto desde siempre reivindicó su Rosario natal y él era hincha de Central, cuando vivía lejos y venía al país preguntaba cómo le había ido a su club”.
Por su parte, Juan Martín Guevara le confesó a Rubén Fernández: “Cómo me jodía mi hermano con Rosario Central”, al enterarse el cargo dirigencial que tenía, en una reunión que tuvieron en un bar de la ciudad rosarina. Por si no lo quedó claro, el hermano más chico del Che le confirmó: “No solo era hincha, sino que cuando él podía me llevaba a la cancha”.
Osvaldo Bayer entrevistó a una de las hermanas del Che, Celia Guevara, en la que pactaron que no se preguntaría sobre la vida de Ernesto para enfocarse sobre la vida personal de la arquitecta. Pero luego de realizar la nota y cumplir con lo que le había prometido, el historiador y escritor argentino se pidió una licencia: “¿De qué cuadro era hincha el Che?”, a lo que Cecilia le responde sin titubear ni pensar demasiado: “Era de Central”.
En lo que sería el último viaje del Che con su verdadera identidad en la Argentina, antes de que lo asesinaran, llegó como invitado por el Presidente Arturo Fondizi el 18 de agosto de 1961 a la Quinta de Olivos. Ernesto estaba en Uruguay y llegó de forma secreta por Don Torcuato. En el viaje a Olivos, el Comandante mantuvo una charla con quien manejaba el vehículo. En esa conversación afirman que le preguntó sobre la actualidad del rugby, pero por sobre todo por su “Rosario Central querido”.
Por otra parte, la Lepra no tiene registro de que el Comandante haya elegido sus colores, es más, desde muy chico ya defendía el azul y oro. Él quería que su hermano más chico, Juan Martín Guevara, se hiciera de Rosario Central y generó un conflicto familiar, porque Roberto –el hermano más grande- era hincha de Boca y quería lo mismo. Si bien, ambos compartían los mismos colores, cada uno quería que Juan Martín fuera de su club.
Por último, sacando absolutamente del plano a Newell´s y dejándolo fuera de discusión, se juega un partido en el Estadio Municipal de La Habana, entre la familia Guevara y Rosario Central. La familia del Chedisputaba un amistoso frente a un combinado de hinchas canallas que estaban allá. Si bien, el partido finalizó 3 a 1 en favor a los locales, todo terminó en una gran comida, siendo un broche canalla para terminar goleando en la disputa contra los leprosos y “apropiándose” del Comandante.
A 50 años de su muerte, su entorno sigue confirmando que el Comandante era de Central, y las gargantas que dan testimonio mantienen vivo su corazón canalla, ganando por goleada este clásico rosarino.
*Nota construida a partir de los testimonios de Ricardo Centurión, Rubén Fernández y Miguel Ángel Ferrari.